La declaración de Mario Draghi, que tachó de dictador a Recep Tayyip Erdogan, y la dura respuesta del presidente turco ponen de manifiesto la creciente tensión geopolítica entre Roma y Ankara, que compiten por influencia en Libia y en el Mediterráneo Oriental.
“Muy mala educación, impertinencia total”, le respondió días después el presidente turco, recordando que, a diferencia de él, Draghi no fue elegido por el pueblo.
MERCANCÍAS Y ARMAS
Además, el país otomano es un importante mercado para la industria bélica italiana. Bombas, torpedos, misiles, helicópteros: entre 2013 y 2019 las exportaciones de municiones italianas superaron los 1.000 millones de euros.
TURCOS EN LIBIA
La principal manzana de discordia es Libia. Ambos países apoyan el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) con sede en Trípoli, pero Ankara lo hace de manera mucho más activa.
En noviembre de 2019 Turquía y Libia firmaron un acuerdo sobre la delimitación de las zonas económicas exclusivas en el Mediterráneo Oriental. En práctica, los dos signatarios se repartieron territorios marítimos reclamados por Grecia y Egipto, con lo cual el documento fue considerado ilegítimo por Italia y el resto de la UE.
Esta actividad otomana en el campo diplomático y militar está determinada por intereses económicos, vinculados en primer lugar a la extracción de los hidrocarburos. Además, los empresarios turcos están cada vez más presentes en el suelo libio, esperando poder tomar una parte activa en la reconstrucción del país magrebí después de años de guerra civil.
PALABRAS CON HECHOS
Sin embargo, a la hora de competir con Turquía por los favores del GNA Italia tiene poco que ofrecer. En los días críticos de la ofensiva del LNA de hace un año, el apoyo que el Gobierno italiano prestó a Trípoli fue solo verbal. En general, en los últimos años Roma no logró elaborar una estrategia clara en el escenario libio y, por lo tanto, se vio obligada a seguir la línea trazada por Berlín y Washington.
*Aleksandr Dunáev, corresponsal en Roma.
Artículo publicado en Sputnik News.