El presidente Joe Biden se vio obligado ayer a responder a las protestas en un mensaje donde intentó reconocer la validez de las expresiones mientras las criticaba. No somos una nación autoritaria donde silenciamos a la gente, afirmó en comentarios a medios. «De hecho, la protesta pacífica es en la mejor tradición de cómo los estadunidenses responden a temas de consecuencia», dijo.
Pero Biden enfatizó que también «somos un país de leyes» y, como lo ha hecho anteriormente, caracterizó algunas de las protestas de violentas y antisemitas. «El vandalismo ingresó sin permiso, rompiendo ventanas, clausurando campus, forzando la cancelación de clases y graduaciones y nada de eso es protesta pacífica», acusó.
Ese mensaje fue contradictorio para muchos. “La afirmación del presidente Biden de que ‘la disidencia nunca debe llevar al desorden’ desafía la historia estadunidenses, desde el Boston Tea Party (acto de protesta contra el imperio británico, parte del inicio de la lucha de independencia) a las tácticas que usaron los activistas de derechos civiles, los manifestantes contra la guerra de Vietnam, los activistas anti-apartheid para enfrentar injusticias”, comentó Edward Ahmed Mitchell, subdirector ejecutivo nacional del Council on American-Islamic Relations, la organización musulmana de derechos civiles más grande de Estados Unidos. «Y si el presidente verdaderamente está preocupado por el conflicto en las universidades, debería condenar en específico a las fuerzas de seguridad pública y las bandas pro Israel por atacar a estudiantes y dejar de facilitar el genocidio en Gaza que ha detonado las protestas», concluyó.
Peter Beinart, un editor de la revista judía Jewish Currents y prominente columnista, agregó que cuando la gente mire el retrovisor de estos hechos, verán el momento en el cual comenzó un debate real sobre la complicidad universitaria y gubernamental en la opresión de los palestinos. Y las protestas lo han hecho posible (el debate).
Las autoridades de los planteles de educación superior y políticos siguen respondiendo cada vez más con represión y repulsa al movimiento de protesta tan visible en los medios y las redes sociales.
En la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), policías antimotines disparando gas lacrimógeno y balas de goma ingresaron una vez más al campus la mañana de ayer para arrestar a estudiantes y desmantelar con fuerza el plantón de tiendas de campaña que se estableció para demandar que esa universidad cortara todo vínculo con Israel, incluyendo retirar inversiones en empresas con negocios relacionados con ese país, y que se proclamara a favor de un alto el fuego en Gaza.
Diversos tipos de sofocamiento del derecho a la protesta, con más de 2 mil arrestos, han ocurrido en por lo menos 36 planteles de educación superior en varias partes del país, reporta Ap.
El alcalde de Nueva York, el ex capitán de policía Eric Adams, justificó la fuerza policiaca en el levantamiento del plantón y contra la ocupación de un edificio por manifestantes esta semana –al igual que directivos académicos–, acusa la presencia de «agitadores externos». Y fue más explícito: «hay un movimiento para radicalizar a los jóvenes, y no voy a esperar hasta que se logre y de repente reconocer su existencia». Pero no hay pruebas de la existencia de tal complot ni de una amplia presencia de personas externas, ya que la gran mayoría de los arrestados son parte de la comunidad académica.
Más aún, los docentes que supuestamente estuvieron entre los protegidos por estas acciones, están protestando por la represión.
En respuesta a la decisión de los rectorados de solicitar la intervención de agentes de seguridad pública contra las protestas pacíficas, el gremio de 48 mil estudiantes de posgrado en el sistema de la UCLA a lo largo del estado ha convocado a una consulta para autorizar una huelga contra la administración universitaria. «El uso y sanción de fuerza violenta para frenar la protesta pacífica es un ataque contra la libertad de expresión y el derecho de demandar cambio, y la universidad debe sentarse con estudiantes, sindicatos y organizaciones del campus para negociar en lugar de escalar la tensión», escribió la junta ejecutiva de la sección 4811 del UAW al explicar la razón de la huelga que proponen.
En la Universidad de Columbia en Nueva York, la Asociación Estadunidense de Profesores Universitarios también llamó por un voto de no confianza contra la rectora de esa universidad por autorizar el ingreso de la policía para desmantelar las protestas y por solicitar que los agentes permanezcan en el campus hasta concluir las ceremonias de graduación, a mediados de este mes.
En Dartmouth College en Nueva Hampshire, la televisión local WCAX 3 reportó que decenas de profesores abandonaron sus aulas ayer en protesta después de que un comando de agentes antimotines desmanteló un sitio de protesta estudiantil y aprehendieron a más de 80 personas.
En el campus de la Universidad George Washington en la capital del país, el plantón se ha ampliado desde que legisladores federales derechistas demandaron que las autoridades desalojaran a los estudiantes. Ayer se seguían escuchando cantos y discursos desde el plantón a varias cuadras, al crecer la concentración de alumnos y aliados demandando que todas las universidades de Washington retiren toda inversión en empresas israelíes y presionen a favor de un cese el fuego inmediato.
Mientras, ante noticias de esfuerzos de universidades como Columbia –casa del los Premios Pulitzer de periodismo– para prohibir el ingreso de reporteros y, en algunos casos, limitar el acceso, el Comité de Protección de Periodistas criticó estas medidas y declaró que a los comunicadores «se les debe permitir cubrir las protestas en los campus sin que peligre su seguridad».
El estudiante Cameron Driggers, que participa en las protestas en la Universidad de Florida, primero de su familia en llegar a ese grado de estudios y quien depende de una beca, enfrenta con sus compañeros la amenaza de ser expulsado, informó a Truthout: «Tenemos una obligación de obstruir y protestar lo más posible».
Agregó: «yo sé que la historia nos reivindicará, como lo ha hecho con casi todo movimiento estudiantil en la historia, y puedo vivir con eso. Necesito poder decir a mis hijos y familia en el futuro que intento hacer algo sobre esto (la guerra contra los palestinos), sin importar las consecuencias».
Jim Cason y David Brooks* Corresponsales de la Jornada en Estados Unidos
Este artículo ha sido publicado en el portal La Jornada de México
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