Comandante Hugo Chávez. Aló Presidente Teórico N°5. La Doctrina Militar Bolivariana y el Poder Nacional.23 de julio de 2009 en el Fuerte Tiuna, Caracas.
“Las declaraciones del presidente Trump no ofrecieron ninguna estrategia, ninguna orientación operativa ni ningún plan para abordar amenazas reales (…) Su imprudente sugerencia de que las ciudades estadounidenses se utilicen como ‘campos de entrenamiento’ para las tropas estadounidenses es un peligroso ataque a nuestra democracia, al tratar a nuestras propias comunidades como zonas de guerra y a nuestros ciudadanos como enemigos”.
Senador Jack Reed (DR.I.), demócrata de mayor rango en el Comité de Servicios Armados del Senado. 01 de octubre de 2025.
Mientras el mundo avanza hacia un orden pluripolar, las potencias y los proyectos de nación definen sus estrategias de defensa con visiones diametralmente opuestas. La reciente investidura del Presidente Nicolás Maduro como Doctor Honoris Causa en la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y el discurso del expresidente Donald Trump ante el Alto Mando en la base de Quantico, Estados Unidos, representan dos polos ideológicos antagónicos sobre el papel de las Fuerzas Armadas en el siglo XXI.
En Venezuela, el acto en la Academia Militar Bolivariana fue una reafirmación de la doctrina de defensa integral de la nación. El Presidente Maduro enfatizó que la misión estratégica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) es proteger la soberanía frente a amenazas externas –la “guerra multiforme del imperio”– y garantizar la unión cívico-militar para el desarrollo de la patria. El “Plan de la Patria” es la brújula, un proyecto nacional de resistencia y construcción de un país “justo, democrático e igualitario”.
En contraste, el discurso de Trump en Quantico redefinió la misión prioritaria de las fuerzas armadas estadounidenses hacia una “guerra interna”. Alertando sobre una “invasión interna más peligrosa que cualquier conflicto en el extranjero”, Trump prometió “desatar a las tropas contra sus enemigos políticos”, un concepto que borra la línea entre la defensa nacional y la contienda política doméstica. Mientras Maduro convoca a sus cadetes a la “autoexigencia por la Patria” para defenderla de un asedio externo, Trump sugiere usar ciudades estadounidenses como Chicago como “campos de entrenamiento” para la Guardia Nacional. Mientras Maduro convoca el gran consenso nacional por la Soberanía y la Paz, Trump arremete contra el ciudadano común que se opone al llamado de violencia del inquilino de la Casa Blanca.
La base ideológica que sustenta cada doctrina es fundamental.
En Venezuela, el discurso del Presidente Maduro se enraíza en el Bolivarianismo y las “tres raíces”: Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora. Se presenta a la Universidad Militar como el “corazón y el cerebro” de una revolución que rescata el legado independentista. Se profesa una fe cristiana que busca “justicia para los humildes” y se rechaza explícitamente el uso de la religión para justificar la guerra. La doctrina es antiimperialista, denunciando que Latinoamérica fue considerada el “patio trasero” de Estados Unidos, y se proclama la construcción de un mundo pluripolar.
En Estados Unidos, el marco lo estableció el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien declaró una guerra cultural interna contra lo que denominó “distracciones partidistas”. Su agenda se centra en restaurar la “letalidad” por encima de todo, eliminando oficinas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) y descalificando políticas de “justicia social” y “cambio climático”. Es un nacionalismo belicista que mira hacia dentro, identificando enemigos en la disputa política doméstica.
La definición del enemigo es quizás la diferencia más clara.
Para Maduro, el enemigo es claro y externo: el imperialismo norteamericano y sus “sanciones, amenazas y guerra multiforme”. La FANB se prepara para resistir un asedio internacional.
Para Trump y Hegseth, la amenaza principal es interna. Aunque no la definen explícitamente, la retórica apunta a sus “enemigos políticos” dentro del país, en un lenguaje que los legisladores demócratas calificaron como “peligroso para la democracia” y propio de “dictadores de pacotilla”. Incluso si esto significa ir contra los propios mandos militares operativos que ven a China como su máximo enemigo a vencer.
Un punto de controversia directa es el rol de la mujer en las fuerzas armadas.
En Venezuela, la doctrina bolivariana enfatiza la unión cívico-militar como un todo integrador, sin distinciones que menoscaben la capacidad de ningún ciudadano para defender la patria. Tan solo hay que recordar la cadete que entrega el reconocimiento a Maduro por parte de la juventud militar para comprender el legado de Manuelita Sáenz y rol de nuestra mujer bolivariana en la defensa de la Patria.
En el discurso de Hegseth, se desató una polémica al cuestionar la presencia de mujeres en combate, insinuando que los estándares se habían rebajado para incluirlas, una afirmación refutada por expertos y veteranas. Esta postura refleja una visión excluyente y tradicionalista de la institución castrense.
Las diferencias no podría ser más elocuentes. El Presidente Maduro, en la Universidad Militar Bolivariana, articula una doctrina de soberanía y resistencia frente a un orden global hegemónico. El ejército Bolivariano, en nuestra narrativa de resistencia, es un pilar para la defensa de un proyecto de país independiente y para la construcción de la paz.
Trump y Hegseth, por su parte, proponen una doctrina de dominación interna y beligerancia cultural. Su ejército es reorientado hacia la “letalidad” y la confrontación política en el hogar, un giro que fractura la relación tradicional entre las Fuerzas Armadas y la sociedad civil estadounidense.
Ambos discursos, en esencia, son un microcosmos de la lucha ideológica que define nuestra época, la batalla entre un proyecto de integración de Nuestra América, soberana y la reafirmación de un poder global que, en su crisis, en su declive, vuelve su mirada beligerante hacia su propio interior. La Doctrina Bolivariana reafirmada por el Presidente Nicolás Maduro se presenta como un muro de contención ante esta última.
Frente a la doctrina de la guerra interna y la fragmentación social que se promueve desde el poder hegemónico, Venezuela encarna un antídoto de soberanía y construcción colectiva. La diferencia fundamental no es retórica, es existencial, mientras un modelo militar se vuelve contra su propio pueblo, el modelo bolivariano se funde con él en un proyecto de país.
Esta fortaleza no nace del azar, sino de la claridad estratégica. Tenemos el plan que seguirá abriendo los caminos y despejando las asechanzas y amenazas. El Plan de la Patria 2025-2031 es nuestro “acimut perfecto”, la brújula que nos ha permitido navegar en aguas tranquilas y en tormentas. Al mismo tiempo, operamos en 7 frentes de resistencia intensa, creativa e innovadora, que son mucho más que líneas defensivas. Son los cimientos activos de una nueva realidad nacional que se perfila al Socialismo.
Estos frentes de batalla se traducen en la bases de una nueva economía con sus 13 motores que demuestran una capacidad productiva significativa para satisfacer las necesidades nacionales. Este es el verdadero “poder de combate” de la revolución, la capacidad de crear, de producir, de sostener la vida del pueblo frente al más feroz asedio económico. No es un ejército para la ocupación interna, sino un pueblo organizado, respaldado por una Fuerza Armada Bolivariana leal, que siembra petróleo, industrializa, innova en tecnología y garantiza la seguridad alimentaria.
He aquí la gran divergencia. Una potencia que, en su declive, moviliza a sus soldados hacia la confrontación doméstica. Y una Venezuela asediada pero soberana, que moviliza a toda su nación —civil y militar— en una épica de resistencia productiva y defensa integral. Nuestra Doctrina, forjada en la Academia Militar Bolivariana, no es solo un escudo contra el imperio; es el plan de ruta de una Patria que, contra todos los pronósticos, está decidida a alcanzar su puerto seguro, la independencia verdadera, la justicia social y una paz ganada con la fuerza de la unión y el trabajo creador.
Miguel Salazar* Profesor en Ciencias Sociales del Instituto Pedagógico de Caracas (IPC). Miembro del equipo editorial de la revista digital puebloenarmas.com de Venezuela
Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal serviralpueblo.org/
Foto de portada: Serviralpueblo