La guerra desatada entre Marruecos y el Frente Polisario tras la violación de fuerzas marroquíes del alto el fuego al atacar a civiles saharauis en la brecha de El Guerguerat, cumple casi dos años en un contexto de aumento de tensión en toda la región. Los choques armados amenazan con expandirse en toda la región ante la falta de negociaciones entre Marruecos y el Frente Polisario.
Los incidentes estallaron el 13 de noviembre de 2020, cuando el ejército de ocupación marroquí abrió brechas en el muro militar que divide el Sáhara Occidental y salió de sus posiciones atrás del muro para atacar a civiles saharauis que desde hace un mes atrás protestaban de forma pacífica en la brecha ilegal de El Guerguerat, en respuesta a este acto y como lleva advirtiendo varios días la RASD, el ejército de liberación saharaui intervino rápidamente en defensa de los civiles y respondió con ráfagas de artillería.
El reescalamiento del conflicto, se da por la construcción de infraestructura y un paso no permitido en la zona del extrusión del Plan de Arreglo, en la región fronteriza de Guerguerat, espacio donde se denuncia como una zona de transporte de recursos expoliados y tráfico de mercancías ilegales. Ante la inacción de la comunidad internacional, civiles saharauis se movilizaron para bloquear el paso. Así, el Frente Polisario consideró el ataque s estos civiles por las fuerzas marroquíes como una violación del alto el fuego ya que viola el acuerdo militar número 1 firmado entre las partes en 1991.
El aumento del conflicto armado tuvo lugar a penas un mes después del restallido de la guerra. El 10 de diciembre de 2020 el ex presidente, Donald Trump, anunció que había firmado una proclama reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental a cambio, Marruecos acordó reconocer el estado de Israel. Las declaraciones de Trump reflejaron una mezcla de oportunismo, cinismo e ignorancia. En su tuit, Trump dijo: «¡La propuesta de autonomía seria, creíble y realista de Marruecos es la ÚNICA base para una solución justa y duradera para la paz y la prosperidad duraderas!». Ese lenguaje parece derivado de una entrevista que el expresidente francés Nicolas Sarkozy concedió a un periódico marroquí en 2007, que utilizó la frase “serio y creíble” para describir el plan marroquí la autonomía del Sáhara Occidental sin independencia total. Dos años después, ningún país siguió los pasos de Trump.
Ahora, con un panorama bastante inflamable debido al ulterior, y no deseado, desarrollo de los acontecimientos en torno al expediente saharaui que contradice la retórica con la que se promovió el acuerdo israelo-marroquí de traer paz a la región. Marruecos emerge en el horizonte como el gran perdedor del acuerdo trilateral; los dos memorandos que se firmaron; venta de drones estadounidenses y reconocimiento de la soberanía sobre partes del Sáhara Occidental solo perviven como el ‘cebo’ que fue para engatusar a Marruecos, pues ninguno se ha hecho realidad.
Biden consiguió obligar a Marruecos a aceptar Staffan de Mistura
Los miembros del Consejo de Seguridad han expresado en la última resolución (2654) sobre la MINURSO su apoyo para que Staffan de Mistura, como su enviado personal para el Sahara Occidental, lance el Plan de Arreglo.
Cabe recordar que el Frente POLISARIO ya había dado su visto bueno a la propuesta del SG de la ONU para designar a De Mistura el 29 de abril de 2021, lo cual fue acogido con mucha satisfacción por el Secretario General de la ONU y por todos los miembros del Consejo de Seguridad. En cambio, Marruecos declaró oficialmente su rechazo a Staffan de Mistura en mayo, lo cual fue interpretado como otra muestra del obstruccionismo marroquí a los esfuerzos de la ONU. El rechazo marroquí llevó al Secretario General de la ONU a declarar, en Madrid el 2 de julio de 2021, que había planteado 13 nombres pero sin poder tener el consenso de las dos partes.
Fuentes diplomáticas subrayaron en declaraciones a ECSAHARAUI que, tras el rechazo marroquí, la administración Biden se ha empeñado en ejercer presión a todos los niveles para obligar a Marruecos a reconsiderar su posición y aceptar la candidatura de Staffan de Misturo. Hoy está confirmado que la presión de EE.UU. ha dado su fruto.
Marruecos y los Acuerdos Abraham; mucho ruido, pocas nueces
Marruecos, un país regado de ayudas económicas y títere de Israel y EE.UU, se pensó fortalecido geopolíticamente tras sellar con Israel la normalización cuyo propósito solamente ha beneficiado a la agenda del país judío, empujado por EE.UU y los Acuerdos de Abraham para maximizar la ola de normalización con los estados árabes, extender la campaña anti-iraní de la Knesset por África y sumar países en la alianza contra Teherán. Ciertamente y sin miedo a equivocarnos, tras casi dos años de la normalización, solamente Israel y Trump han salido beneficiados en la medida en que no se han logrado los intereses marroquíes más allá de unos cuantos drones armados. Marruecos, a través de las instrucciones reales tras estallarle treinta años después la guerra del Sáhara Occidental, accedió apresurado y cegado a un acuerdo sin garantías. Ahora, el reconocimiento de la supuesta soberanía marroquí sobre territorios saharauis permanece en el limbo. Si la potencia norteamericana verdaderamente estuviera a favor, no tendría en reparos en repetir lo dicho por Trump que ni siquiera Francia ha apoyado.
Marruecos creyó que la declaración de soberanía de Trump supuso un espaldarazo y una palanca importante para su diplomacia, y a pesar de que la calificaron de »histórica», lo único que tiene de memorable es que sumió al país magrebí en una sucesión de crisis diplomáticas que derivaron en un aislamiento sin precedentes, enfrentándose a la potencia europea, así como a las potencias africanas: Argelia y Sudáfrica, a su principal socio comercial; España, otra crisis mediática con Francia por espiarle, y por si fuera poco, acusó a Irán sin fundamento alguno más que el de la genuflexión a la agenda sionista para ganarse el apoyo estadounidense. Esta actitud basada en una estrategia de choque prueba que es Marruecos quien está tomando las decisiones equivocadas y no el resto de países involucrados.
En consecuencia, esto nos permite concluir que, lejos de una paz permanente en la región, los Acuerdos de Abraham entre Israel, Marruecos y los EE.UU no constituyen un paso hacia una paz, y esto es debido a que incluyen precisamente la ocupación del Sáhara Occidental, causante de todas las crisis diplomáticas marroquíes desde su firma el pasado Diciembre.
El sentimiento de irrelevancia
Acostumbrado a implicar a terceros países en el contencioso del Sáhara Occidental, se ha vuelto en su contra, ahora ya no se trata de solo la ocupación de un territorio ajeno, sino que, torpemente, ha arriesgado sus intereses económicos, geopolíticos y comerciales inflamando el terreno político para el cual su escasa fuerza diplomática y económica no está preparadas, y esto se refleja en el hecho de entregarse plácidamente a alianzas contrarias a los intereses del pueblo marroquí para intentar ganar peso e influencia. Finalmente, ¿Qué no estarás dispuesto a hacer para proteger tus puntos débiles
Marruecos se vende como una potencia regional, quiso probar recientemente en la Cumbre Árabe su peso geoestratégico y el alcance de su influencia política y el resultado está a la vista. Su grandilocuente papel en los Acuerdos de Abraham se ha reducido a ser el de »tonto útil» en los planes de Tel Aviv en su guerra y su obsesiva política contra Teherán, y sin recibir nada a cambio aún habiendo firmado y ‘hecho los deberes.’ No puedes venderte como potencia regional cuando careces de elementos influyentes en la escena regional que limitan considerablemente tu acción política.
Precipitaciones y falta de miras ante un contexto divergente
En un contexto dominado por las consecuencias de la pandemia, el conflicto saharaui reavivado, una coyuntura regional marcada por una reordenación de las alianzas y equilibrios geoestratégicos, una nueva configuración del Magreb, además de una feroz batalla comercial entre China y EE.UU. A un ingenuo Marruecos se le subió a la cabeza jugar un rol importante a través de los Acuerdos de Abraham y ha terminado aislado y amargamente debilitado.
Más aún, el estado de confusión se refleja notoriamente en sus posiciones contradictorias en estos últimos meses; mientras enconaba su crisis con España y la Unión Europea, negociaba y firmaba ayudas económicas con Bruselas, y mientras normalizaba su relación con el estado sionista, recibía con altos honores en Rabat al líder político de Hamás, Ismail Haniya. Este doble juego viene a demostrar que los funcionarios marroquíes se dieron cuenta de los errores cometidos e intentan reequilibrar la situación resultante de su inmadurez política.
Hay una ley inmanente en política que reza que la fuerza de cualquier política es limitada cuando la contradicción con los hechos es demasiado grande. Marruecos no consideró debidamente varios factores antes de aventurarse junto a Israel en un acuerdo que ha traído más malestar que bienestar. En segundo lugar, la situación interna y la opinión de su pueblo fue ignorada como es habitual, salvo que en este caso las circunstancias en las que se dio indignó al pueblo marroquí por tocar un tema tan delicado como la causa palestina, por lo que no ha hecho sino aumentar la brecha entre la ciudadanía marroquí y la élite gobernante. Marruecos, tímidamente, está retractándose de sus errores de cálculo y recoge los platos rotos.
Inútil desgaste diplomático
Tras el inútil desgaste diplomático que no ha servido más que para degradar la imagen de Marruecos y poner en la palestra la ocupación del Sáhara Occidental, en su reciente discurso por el aniversario de la llegada al trono, el rey alauita ignoró, en su último discurso, la crisis que tiene abierta con su vecino Argelia, y a diferencia a lo anunciado en su último discurso por la subida al trono, Mohamed VI ha tendido a Argelia. Un gesto que el monarca vende con el fin de pretender aislar a Argel.
Las buenas palabras del monarca parece habérselas llevado el viento. El 2 y el 3 de este, en Argelia, se celebró la Cumbre Árabe sin la particpación del rey de Marruecos a pesar de que fue invitado por el presidente argelino. Sin embargo, el ministro de Exteriores de Marruecos, Nasser Bourita, aseguró que Mohamed VI invitó al presidente de Argelia a visitar Marruecos para dialogar. Argelia por su parte refutó las afirmaciones de Bourita.
No obstante, el enfrentamiento no es opción para un régimen que vincula la invasión a su existencia y considera enemigo a todo aquel que exija el derecho de autodeterminación para el pueblo saharaui como dicta la legalidad internacional. Tras un estrepitoso fracaso intentando imponer la soberanía sobre el Sáhara Occidental, Marruecos pasa al plan B; recurrir a Israel, otro síntoma de su debilidad y acorralamiento. De exigir la soberanía sobre el Sáhara Occidental a conformarse con que el estado hebreo haga para mantener el impulso en el Sáhara Occidental. Rabat, miembro desde 2017 en la UA, soborna a una serie de ex ministros de países africanos en una reunión en Tánger (Marruecos) promoviendo la expulsión de uno de los miembros fundadores, la República Saharaui. Esta descabellada idea solo puede ser producto de la confusión majzeniana entre política interna y externa, pretender que salga adelante para allanar el terreno de su agenda expansionista, es un loable esfuerzo de credulidad.
*Lehbib Abdelhay es periodista y editor en Ecsaharaui
Artículo publicado originalmente en Ecsaharaui, editado por el equipo de PIA Global