El bando ucraniano continúa insistiendo en una reunión entre los presidentes Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky. Hace alrededor de dos semanas, esa idea apareció, cómo no, gracias a los patronos estadounidenses, que no estaban interesados en una guerra a gran escala en Donbass. A consecuencia de ello, el jefe de la Administración Presidencial, Andriy Ermak, envió una petición a Moscú para discutir la “escalada en el sudeste”. La paradoja de la situación es que Rusia no es parte del conflicto, por lo que no va a discutir el problema con Kiev en un marco bilateral. Para resolver la crisis se creó el formato Normandía de negociaciones, con la participación de Alemania y Francia además de la Federación Rusa y Ucrania. En febrero de 2015, una reunión en este formato adoptó el paquete de medidas para implementar los acuerdos de Minsk conocido como Minsk-2.
Es más, la responsabilidad completa por la escalada del conflicto armado en Donbass recae sobre las autoridades de Kiev. Ha vuelto a demostrar su incapacidad de negociar a causa de la concentración de tropas y las numerosas infracciones del régimen de alto el fuego, que ha causado bajas, entre ellas población civil de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.
Inicialmente, Volodymyr Zelensky sugirió a Vladimir Putin reunirse “en cualquier punto de Donbass donde hay guerra” para comprender mejor la situación. La respuesta rusa fue obvia: en primer lugar, el presidente Zelensky necesita reunirse con los líderes de las autoproclamadas RPD y RPL y solo después, en Moscú, puede discutir con Vladimir Putin los problemas de las relaciones bilaterales, pero no la situación en Donbass, que no tiene relación directa con la Federación Rusa. Después se mencionaron lugares “ideales” para las negociaciones, como, por ejemplo, el Vaticano.
El 19 de abril se celebró una videoconferencia de los asesores políticos de los líderes de los países del formato Normandía. Se trató únicamente el tema del cumplimiento de la tregua en la línea de contacto entre las partes en conflicto en Donbass, aunque no se alcanzó ningún acuerdo específico. Al mismo tiempo, el representante ucraniano categóricamente se negó a tratar siquiera la idea de un mecanismo para castigar a los responsables de las violaciones del alto el fuego. Los representantes de Alemania y Francia propusieron una declaración política de adhesión al régimen de alto el fuego. Esto vuelve a confirmar el hecho de que fue Kiev quien inició la escalada de la situación en Donbass y que los actos de Berlín y París son básicamente una imitación de un proceso de negociación. El resultado es que el representante ruso, Dmitry Kozak, jefe adjunto de la Administración Presidencial, afirmó que “unas negociaciones de más de tres horas han acabado en nada”.
No hay duda de que una posible reunión de los presidentes al margen del “formato Normandía” favorece solo a los intereses ucranianos y estadounidenses. Washington y Kiev vuelven a intentar presentar a Moscú como parte del conflicto armado en Donbass y obstaculizar la implementación de los acuerdos de Minsk. Los expertos estadounidenses sugieren abandonar esos acuerdos y extender el formato Normandía con la introducción de Estados Unidos. Todo esto es contrario a los intereses nacionales rusos.
En primer lugar, Washington es quien define la postura de las autoridades de Ucrania en Donbass. Una asistencia estadounidense a gran escala a las Fuerzas Armadas de Ucrania podría cambiar el equilibrio de fuerzas en el frente, pero, por el momento, esa asistencia es limitada y se expresa más en instrucción del personal militar que en suministro de armamento moderno. Y solo Estados Unidos es potencialmente capaz de crear su propia base militar en Ucrania y de presionar para garantizar la entrada en la OTAN. Así que Vladimir Putin y el presidente de Estados Unidos Joe Biden tendrán que llegar a un acuerdo sobre la resolución de la situación en Donbass en la posible cumbre bilateral que podría celebrarse en junio. El motivo del posible diálogo sobre esta cuestión es que los americanos no están dispuestos a luchar por Ucrania.
En segundo lugar, el formato de negociación de Normandía está basado en los acuerdos de Minsk-2. Bajo la administración Biden, la influencia de Washington sobre Berlín y París ya ha aumentado significativamente. Pero, al mismo tiempo, no es práctico para Rusia abandonar este formato, tanto por el interés de preservar los acuerdos como para mantener el actual nivel de relaciones en la esfera político-militar con Alemania y Francia.
Así que, sin negar la posibilidad de una reunión al más alto nivel entre Ucrania y la Federación Rusa, Moscú querría, al menos, posponer ese encuentro. Al mismo tiempo, seguirá trabajando sobre el asunto con Berlín y París en el marco del formato Normandía y con Washington en el marco bilateral.
*Vladimir Evseev, Jefe del Departamento de Integración y Desarrollo de Eurasia de la OCS del Instituto de Países de la CEI.
Artículo traducido y publicado en SLAVYANGRAD.
Publicado en su idioma original en IZVESTIA.