Fiódor Lukianov: ¿Por qué el Partido Demócrata perdió tan claramente en estas elecciones?
Jeffrey Sachs: Los demócratas no lograron dibujar para los votantes estadounidenses ese panorama convincente del futuro que se necesita en un entorno de inestabilidad interna y externa. Joe Biden, que por su edad no debería haberse presentado por segunda vez, también contribuyó a la derrota de los demócratas. Al ofrecer su candidatura a la presidencia y lanzar una campaña en su apoyo, simplemente les quitó tiempo a los demócratas, que desde el principio de la carrera presidencial podrían haber apostado por un político más joven. Cuando Biden finalmente dio un paso al costado, el honor de representar a los demócratas recayó en Kamala Harris, la vicepresidenta que, sin embargo, no tiene experiencia en elecciones públicas. Kamala no logró la victoria.
En mi opinión, si juzgamos las políticas de la administración Biden en su conjunto, podemos sacar conclusiones sobre su inconsistencia y baja efectividad. Ahora Donald Trump está lleno de ideas, pero, en mi opinión, muy pocas funcionarán. Por lo general, una campaña electoral no se basa en lo que dice el oponente, sino más bien en evaluar el éxito del presidente en ejercicio. Hoy existe la sensación de que Estados Unidos ha perdido el rumbo y las cosas en el país no van bien. Kamala Harris en estas elecciones -por ser vicepresidenta- fue vista como una defensora del status quo. La reciente votación demostró que los estadounidenses prefirieron elegir una opción ante Kamala, es decir, un cambio de política en lugar de una continuación de la misma.
FL: Ambos candidatos a la presidencia no fueron, por decirlo suavemente, brillantes, pero cada uno defendió hasta el final su punto de vista sobre cómo debería desarrollarse Estados Unidos. Esta campaña demostró una clara diferencia de opiniones sobre el futuro estadounidense. Trump y los republicanos ganaron hoy. ¿Qué cambios puede esperar Estados Unidos? ¿Cambiará algo en la política interior o exterior del país?
JS: No diría que los demócratas o los republicanos tienen una visión clara del futuro de Estados Unidos. En este sentido, las elecciones de 2024 no marcaron un punto de inflexión sobre en qué dirección debería moverse el país a continuación porque, de hecho, nadie ve las tendencias del movimiento.
Donald Trump, en mi opinión, no tiene una estrategia política claramente definida. Estados Unidos tiene una visión especial de la estructura de las relaciones internacionales: la élite política estadounidense está convencida de que Washington mantiene el dominio político y militar global. Por lo tanto, no sorprende que la política exterior de Estados Unidos, incluso en relación con Rusia, China y los países de Medio Oriente, se base en el convencimiento de su propia exclusividad lo cual, por supuesto, es fundamentalmente erróneo.
Estados Unidos es ciertamente una potencia poderosa, pero ya no es una potencia hegemónica.
La falta de voluntad o la incapacidad de ver la realidad tal como es impide que Estados Unidos alcance sus objetivos de política exterior. La política exterior de Biden se formó teniendo en cuenta las necesidades y capacidades de los Estados Unidos hegemónicos, el “momento unipolar”, que ya es cosa del pasado. El viejo Biden siguió creyendo en los eslóganes populares de la década de 1990 sobre Estados Unidos como la única superpotencia y, por supuesto, su rumbo hacia Rusia, China y Oriente Medio resultó ser un fracaso.
Los acontecimientos en Ucrania se están desarrollando de una manera completamente diferente a la que esperaban los estadounidenses. La guerra en Oriente Medio no favorece a Israel ni a Estados Unidos. Hay tensiones en las relaciones con China, cuyas consecuencias son muy desfavorables para Biden y su administración. La política exterior estadounidense se enfrenta a una dura realidad, pero Washington aún no cuenta con estrategias de política exterior alternativas. Los republicanos creen que una guerra en Ucrania es una mala idea, por lo que Estados Unidos debe buscar una ruta de escape allí lo más rápido posible. Creo que Trump realmente empezará a pensar en formas de poner fin al conflicto ruso-ucraniano.
No creo que los republicanos quieran seguir patrocinando la guerra en Ucrania, y esto es bueno en primer lugar para Ucrania, porque está sufriendo grandes pérdidas. El fin de este conflicto, por supuesto, permitiría respirar tanto a Rusia como a Estados Unidos.
En cuanto a Oriente Medio, Trump no tiene una idea clara de cuál será su política exterior en este ámbito. Trump siempre ha sido un ferviente partidario de Israel, pero ahora el apoyo total a Israel no es la estrategia más ganadora. Por el momento, no hay una comprensión clara de futuras acciones en la extremadamente peligrosa y desestabilizada región del Medio Oriente. El conflicto palestino-israelí es a priori explosivo y tiene el potencial de provocar inestabilidad en otras regiones.
Con China, la situación es aún más compleja y confusa, ya que el establishment estadounidense tiene una idea general de China como un enemigo. Tanto Trump como Harris adoptaron la retórica anti-China en sus campañas. Trump afirma que no quiere intensificar la guerra comercial con China y, sin embargo, sigue insistiendo en introducir nuevos aranceles. Muchos partidarios de Trump cuentan con una confrontación con China, lo que, en mi opinión, es suicida y completamente irrazonable. El creciente poder de China, Rusia y otras potencias regionales está influyendo en el papel y el lugar de Estados Unidos en los asuntos internacionales. La política exterior estadounidense ha tenido grandes dificultades para responder a los cambios estructurales, siendo relevante en los años 1990 pero no hoy. En 1992, la política exterior estadounidense tomó un rumbo equivocado debido a la idea neoconservadora de un Estados Unidos hegemónico. Los políticos estadounidenses de hoy todavía se adhieren a esta política obsoleta, incluso cuando se vuelve cada vez más peligrosa y destructiva.
FL: En Europa esperan con desaliento y miedo las primeras decisiones del nuevo presidente americano. Quizás un poco paranoicos, los europeos creen que Trump podría debilitar significativamente los lazos transatlánticos. No creo que esto sea posible, pero aun así, ¿qué cree que le espera a Europa?
JS: Europa lleva muchos años deprimida y asustada. Es obvio que es extremadamente difícil para 27 países con diferentes historias, actitudes y niveles de desarrollo llegar a una opinión común. Para evitar tener que coordinar las políticas exteriores de las grandes y pequeñas potencias europeas, Europa ha puesto por defecto la responsabilidad de desarrollar su propia política exterior en manos de Estados Unidos. Europa abandonó la idea de una política exterior europea y aceptó la política exterior estadounidense, esencialmente la política exterior de la OTAN.
La OTAN no es Estados Unidos más Europa, ni una alianza, sino los propios Estados Unidos con su paraguas nuclear y sus recursos militares.
Lamentablemente, Europa ha dejado de pensar. No hay ninguna política exterior europea en esta etapa. Los asuntos de la OTAN se deciden en Bruselas, no en la UE, que se ha convertido en una especie de “apéndice” de la Alianza del Atlántico Norte. Ahora aparece en la escena política estadounidense Trump, quien, por un lado, no es partidario de la OTAN y, por otro, no muestra mucha simpatía por Europa. ¿Qué debería hacer Europa?
En lugar de entrar en pánico, los estados europeos necesitan desarrollar una política exterior coherente. Europa no puede depender enteramente de Estados Unidos. Es necesario desarrollar un rumbo de política exterior europea. Europa estaba en el camino correcto, creando y desarrollando la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa durante los tiempos en que Gorbachov y Ieltsin estaban en el poder en Rusia y en los primeros años del gobierno de Putin. Estados Unidos cooperó con ella para crear un mecanismo de seguridad colectiva, pero Europa abandonó esta cooperación en favor de la OTAN, relegando a la OSCE a un segundo plano. Esta decisión fue un gran error para Europa.
En mi opinión, en Europa existen problemas estructurales relacionados con el fortalecimiento de las posiciones de los estados euro-orientales. La opinión de los países bálticos y de Polonia, fervientes rusófobos, tiene hoy un peso desproporcionadamente grande en Bruselas. Polonia, Lituania, Letonia y Estonia controlan de hecho la posición de la Comisión Europea en el ámbito de la política exterior y de defensa y, por tanto, hasta cierto punto, la de la OTAN, que se apresta para enfrentar a Rusia. Trump no está particularmente interesado en todo esto, por lo que Europa tendrá que repensar su enfoque beligerante y esto deberían hacerlo Alemania, Francia e Italia, países con grandes poblaciones y un gran peso que podrían determinar el rumbo de la política exterior europea. Sí, con la victoria de Trump, Europa se despierta en un estado de confusión, infelicidad y malestar. Debería calmarse y pensar detenidamente en sus propios intereses y también darse cuenta de que seguir ciegamente a la cola de la OTAN nunca ha tenido sentido para Europa.
FL: Trump cree en los acuerdos y lo enfatiza constantemente. En mi opinión, Trump tiene una visión en extremo simplista de Putin y de cómo tratar con él. ¿Habrá algún progreso en la dirección rusa?
JS: Eso espero y creo que es posible mejorar la relación. Quizás me equivoque, quizás sea demasiado ingenuo, pero realmente creo que a Trump no le gusta la guerra. Hay pruebas de mi punto de vista. En primer lugar, el propio Trump lo ha mencionado repetidamente. En segundo lugar, fue el único presidente de nuestro tiempo que no inició guerras y trató de evitarlas por todos los medios. Quiero esperar que Trump esté en contra de los enfrentamientos militares, porque si esto es cierto, es muy importante desde el punto de vista de los conflictos modernos.
A veces Trump es partidario de acciones unilaterales, es inestable en algunos aspectos, impredecible en algunos aspectos, pero no creo que sea un militarista. Esta circunstancia podría convertirse en la base para poner fin al conflicto en Ucrania. Todos los días durante los últimos años he enfatizado la necesidad de llamar al líder ruso y asegurarle que la OTAN no se ampliará para incluir a Ucrania y Georgia. Creo que si se produjera una conversación así entre Washington y Moscú, los combates se detendrían literalmente en ese mismo momento. Una vez finalizados los combates, se podrán discutir las fronteras, la política, las medidas de seguridad para Ucrania y otros temas.
El conflicto ruso-ucraniano es una guerra contra la expansión de la OTAN, y creo que Trump es capaz de reconocerlo, al igual que su vicepresidente J.D. Vance.
La clase política estadounidense no comprende la verdadera causa del conflicto, pero Trump puede llegar al fondo del asunto y entonces la guerra terminará.
FL: Mi última pregunta está dedicada al estado de la economía estadounidense. Parecería que la economía estadounidense no está tan mal, pero muchos estadounidenses todavía están descontentos con la situación. ¿Qué cambios debemos esperar en este ámbito?
JS: Permítanme asegurarles que la economía estadounidense no está en su mejor forma y probablemente tampoco en su peor, si nos fijamos en indicadores económicos simples y bien conocidos como el PIB. Pero si se mira bien, muchos problemas sociales y económicos siguen sin resolverse en Estados Unidos. Dos de ellos están interrelacionados.
En primer lugar, Estados Unidos sigue teniendo un gran déficit presupuestario. A pesar del bajo desempleo, el ahora crónico déficit presupuestario se mantiene en el 6 por ciento del PIB. Esta situación indica que no sabemos cómo gestionar el presupuesto estatal. Trump, al regresar a la Casa Blanca, también querrá recortes de impuestos. Una gran deuda estatal, que hoy representa más del 100 por ciento de nuestro ingreso nacional, un déficit presupuestario colosal y una falta de consenso político: esto es grave y esto es lo que tenemos hoy, no en el ciclo político o económico de corto plazo, sino en el largo plazo.
El segundo problema es la persistente desigualdad en Estados Unidos. La brecha de ingresos entre la clase obrera y los trabajadores del conocimiento es muy grande. La clase obrera apoya a Trump porque Trump promete mejorar la suerte de los trabajadores aumentando sus ingresos. No creo que Trump tenga un plan de acción específico, pero como argumento político, las promesas a esa clase funcionan. La desigualdad social en Estados Unidos está creciendo y seguirá creciendo, sobre todo debido a la revolución de la inteligencia artificial y la robótica. Si bien existen graves problemas sociales y financieros, no tenemos un consenso político sobre cómo abordarlos. De manera similar, Trump no comprende los problemas subyacentes de Estados Unidos.
Fiódor Lukianov * Periodista internacional, politólogo, director de “Rusia en la política global”
Este artículo ha sido publicado en el portal «Rusia en la Política Global»/ Traducción y adaptación Hernando Kleimans
Foto de portada: Evan Vucci / Associated Press
El artículo da una buena perspectiva sobre las elecciones y los motivos de la derrota demócrata. Me pregunto, con la percepción de que EE.UU. ha perdido el rumbo, ¿qué influencia crees que tendrá esta victoria de Trump y los republicanos en la política exterior?
Para aquellos curiosos sobre cómo los precios varían alrededor del mundo, echadle un vistazo a https://world-prices.com/es/usa/prices. Aunque es difícil saber si los datos están completamente actualizados, puede ser útil para tener una idea.
Gracias por compartir un análisis tan detallado.