Mientras el Papa León XIV visita el Líbano, el pueblo fenicio sufre las consecuencias de la falta de medidas precisas de su gobierno.
El domingo 23 de noviembre el ejército de ocupación isralí atacó los suburbios del sur de Beirut, en la zona de Haret Hreik, asesinando a cinco personas, incluido el oficial militar de más alto rango de Hezbollah, Haytham Ali Tabatabai.
Esto se dio luego de que Tel Aviv comenzara a intensificar sus operaciones ofensivas en el Líbano, después de un año sin tregua a los ataques en las tierras libanesas.
La excusa que promulga el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, radica en el estancamiento del desarme del movimiento de la Resistencia, Hezbollah. Desde junio de este año el gobierno estadounidense se encuentra negociando la institucionalización de las fuerzas armadas libanesas en el órgano estatal, esto implica el desarme del movimiento político-militar Hezbollah.
Luego de que las autoridades libanesas aprobaran el plan de desarme a cambio de la retirada sionista del país, encomendaron al Ejército Nacional un proyecto para su ejecución. El Ejército presentó su propuesta, asegurando que sus capacidades estaban limitadas en logística, recursos materiales y cantidad de efectivos.
En palabras del primer ministro, Nawaf Salam, el país se encuentra aún en la primera fase del plan trienal del ejército, el cual consta de dos partes: “La primera consiste en asegurar el monopolio de las armas al sur del río Litani, y hemos logrado avances significativos. La segunda se centra en el norte del río Litani y su objetivo es contener las armas, es decir, impedir cualquier transferencia o uso de armas en esa zona.”
Washington buscaba oficializar su plan contra Hezbollah para finales de noviembre, pero la proyección se encontró con fuertes impedimentos:
- La negativa del ejército sionista a desartircular sus posiciones en el sur: el presidente libanés aseguró haber intentado en reiteradas ocasiones gestionar conversaciones dierectas entre ambos países para llevar adelante una demarcación de la frontera terrestre entre ambos países y la negociación de un acuerdo de seguridad. Sin embargo, el gobierno israelí demostró su nulo interés en comenzar relaciones diplomáticas con Beirut.
- La negativa de Hezbollah a desarmarse: el movimiento de la resistencia se ha pronunciado a través de su Secretario General, Naim Qassem, asegurando que la presencia de las fuerzas israelíes en el terreno son equitativas a una ocupación sostenida y a potenciales ataques.
La predicción de Hezbollah demuestra no ser errada, ya que incluso habiendo firmado un alto al fuego entre ambas fuerzas el 27 de noviembre del 2024, los ataques israelíes no han cesado.
Decenas de ciudades del sur libanés son embestidas casi a diario, e incluso la capital, Beirut, fue bombardeada más de una vez en el último año. El último de los ataques a la capital concluyó en el asesinato de jefe del Estado Mayor de Hezbollah.
Antes las alevosas y recurrentes agresiones sionistas, el presidente libanés, Joseph Aoun, declaró “Israel ignora los repetidos llamamientos para que cesen sus ataques contra el Líbano y se niega a aplicar las resoluciones internacionales y todos los esfuerzos e iniciativas encaminados a poner fin a la escalada y restablecer la estabilidad no solo en el Líbano sino en toda la región”.
En una medida inusual y adecuadamente defensiva, el Ejército Libanés comenzó a hacer frente a los avances israelíes en el suelo fenicio luego de que una unidad de infantería cruzara la la Línea Azul (delimitación establecida por las Naciones Unidas en el 2000 que establece la frontera entre ambos territorios) en el sector de Krum al-Marah en las afueras de la ciudad de Meis al-Jabal. Esta orden fue una decisión directa de Aoun.
Esta determinación logró el descontento de las autoridades israelíes, las cuales amenazaron con atacar Beirut, decantando en los ataques del 23 de noviembre a la capital.
El descontento tambien se reprodujo en los representantes estadounidenses; en una declaración reciente, el enviado de Washington para el Líbano, Tom Barrack, calificó al Líbano de “país fallido” mientras que el enviado estadounidense para Medio Oriente, Morgan Ortagus, expresó que el ejército libanés “ahora debe implementar plenamente su plan para desarmar a Hezbollah.”
Previamente, la Casa Blanca había cancelado una visita prevista del comandante del ejército libanés, el general Rodolphe Haykal, aseverando su descontento por la falta de acción rápida contra Hezbollah.
En otras palabras, Trump y su equipo buscan asegurarle a Israel la plena facilidad para ocupar las tierras libanesas sin intermediación del grupo de la Resistencia que ha podido frenar en varias ocasiones el imperialismo occidental allí. La presión persistente, simboliza la desesperación por hacer desaparecer a Hezbollah del mapa, y los constantes ataques a diversas regiones libanesas que se esconden bajo el pretexto de “proteger a la ciudadanía de Hezbollah” son graves hazañas tomadas sin recado en el impacto y en las consecuencias que generan en la población civil, sumando más muertes y destrucción.
¿Un nuevo muro?
Otra prueba de la factibilidad de las expresiones de Hezbollah, es la determinación sionista por mantener las bases en el sur del Líbano, e incluso ampliarlas.
A mediados de noviembre, el gobierno libanés denunció la construcción de un muro en el sur del país, que se extiende más allá de la Línea Azul. El muro apropia 4.000 metros cuadrados para las bases israelíes, y consta de dos paredes de separación de hormigón en forma de T en una región del sur cerca de la ciudad de Yarun.

Esta construcción representa una grave infracción de la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU además de una violación de la soberanía e integridad territorial libanesa.
La demanda, realizada por el presidente libanés y la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (UNIFIL), solicitó al Consejo y a la Secretaría de las Naciones Unidas que adopten medidas inmediatas para disuadir a Israel. Además, la UNIFIL denunció ataques por parte del ejército sionista cuando la fuerza se negó a la construcción de los muros, sumando nuevas violaciones a los acuerdos, las cuales el organismo ya ha detallado como más de 10 mil en los últimos 12 meses.
Esto, responde a otra de las medidas sin límites desarrolladas por la entidad de ocupación con el respaldo estadounidense. El mensaje es claro: si el gobierno libanés no desarma a la Resistencia, la alianza Tel Aviv-Washington expondrá sus mayores esfuerzos para eliminarla.
La desaparición de Hezbollah simbolizaría la vía libre para la colonización del Líbano, tanto territorial como simbólica, en cuanto a la sumisión de sus representantes estatales a las decisiones occidentales.
*Gianna Rosciolesi Técnica en Comunicación Social, Técnica en Relaciones Públicas y Ceremonial, Miembro de la Cátedra de Relaciones Internacionales de la Facultad de Periodismo UNLP, Integrante del equipo de Investigaciones de PIA Global.

