El presidente Biden, en Estados Unidos, no solo está ocupado en sus propios problemas, buscando maneras menos torpes y desesperadas que su antecesor para tratar de frenar el avance económico y político de China y Rusia, sino que, para colmo de males de la derecha peruana, propone impuestos a los super ricos y medidas redistributivas de la riqueza, que bien podrían ser parte del programa del maestro Castillo y Perú Libre. Medidas que ya antes ha recomendado públicamente el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, ante el inminente estallido social global que genera la crisis civilizatoria de la pandemia Covid19. También lo ha hecho el Papa Francisco, entre muchos otros.
La Organización de Estados Americanos – OEA y el engendro del infame grupo de Lima, con el más indigno de los latinoamericanos a la cabeza, Luis Almagro, se caen a pedazos, apenas subsisten nominalmente y quedaron en evidencia como golpistas anti democráticos, tras la aplastante derrota electoral que les propinó el pueblo boliviano.
En ese contexto internacional, la derecha peruana enfrenta esta segunda vuelta electoral en un terrible vacío y soledad internacional. De allí que, a pesar de preferir gastar un millón de soles en carteles en Lima para denunciar un supuesto “comunismo” y despotricar contra Cuba y Venezuela, en vez de invertirlos en el oxígeno y camas UCI que salvarían la vida a miles de peruanas y peruanos, la campaña aparezca todavía más trasnochada, impertinente e inútil.
La buena noticia es que ese mismo contexto internacional representa un viento favorable, uno más entre muchos, para el proceso de cambios que el pueblo peruano, tras la representación del maestro Castillo y Perú Libre, necesita, busca y construye en esta inédita batalla electoral en marcha.
Notas:
*Sociólogo chileno, residente en Perú.
Fuente: colaboración