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Demostración militar demuestra debilidad cada vez mayor de Bolsonaro

Escrito Por Ana Dagorret

Acorralado por denuncias de corrupción e investigaciones por amenazar la democracia, Bolsonaro despliega tanques militares para intimidar al Poder Judicial y al Congreso.

Este martes la capital de la República Federativa de Brasil amaneció con tanques en las calles. La tradicional Operación Formosa, que sucede cada año cuando los tanques y blindados de la Marina se dirigen de Río de Janeiro a Goiás pasando por Brasilia, es un desfile militar al cual el presidente siempre es invitado. En esta oportunidad, la caravana se desvió de su recorrido, desfiló por la Plaza de los Tres Poderes y protagonizó una de las imágenes más grotescas de los últimos 35 años.

El desfile de camiones blindados y tanques de guerra sucede en el momento de mayor fragilidad del presidente Jair Bolsonaro. Acosado por denuncias de corrupción e investigaciones en la Corte Suprema y la Justicia Electoral, el presidente brasileño aprovechó el despliegue para intimidar a los otros dos poderes. Según confirmó la periodista Miriam Leitão, Bolsonaro llegó a sugerir que se desplegaran aviones de combate que sobrevolaran cerca de la sede del Poder Judicial para asustar a los ministros.

Lejos de tratarse de una coincidencia, el desfile sucede en el mismo día que el Congreso se dispone a votar el proyecto de enmienda constitucional del voto impreso, sin el cual Bolsonaro ya declaró que no se realizarán elecciones en 2022. El proyecto prevé que las urnas electrónicas utilizadas desde 1996 impriman un comprobante del voto emitido por los electores como forma de auditoría. Si bien fue derrotado en la comisión especial, será sometido a votación del pleno donde se espera que pueda ser derrotado. Aún con una eventual mayoría, la propuesta precisa ser aprobada por el Senado, donde la situación se presenta aún más complicada para el gobierno.

La estrategia de intimidación se da en un momento de gran debilidad de Bolsonaro. Acosado por las denuncias de corrupción y por las investigaciones por amenazar la realización de elecciones que avanzan en la Corte Suprema, la popularidad del presidente de cara a la elección de 2022 es la más baja desde el inicio de su mandato. Como forma de justificar una eventual derrota, Bolsonaro comenzó su campaña contra el sistema electoral que lo eligió presidente en 2018 y diputado en al menos cinco elecciones anteriores.

En la justicia la situación parece más complicada. Allí se presentaron recientemente tres denuncias contra el presidente. Una por atacar el sistema electoral sin pruebas, otra por divulgar una investigación que ocurría de forma sigilosa y otra por interferencia en la Policía Federal para blindar familiares y aliados. A estas denuncias se le suman otras investigaciones que involucran el financiamiento de sitios y organizaciones acusadas de divulgar noticias falsas, así como el disparo de mensajes en masa durante la elección ocurrida en 2018. 

Lejos de ser una demostración de fuerza y sustento de las Fuerzas Armadas a la figura del presidente, el desfile militar evidenció el aislamiento de Bolsonaro en su aventura golpista. Aún con la invitación al evento por parte del Ejecutivo, ninguno de los representantes de los otros poderes participó del desfile. El vicepresidente General Hamilton Mourão tampoco se presentó en el evento, detalle que no pasó para nada desapercibido. 

Si bien la repercusión del desfile se dio a partir de las críticas a la figura del presidente y su ministro de Defensa General Walter Braga Netto, quien logró que los comandantes del Ejército y la Fuerza Aérea se hicieran presentes, las burlas por el estado precario de la maquinaria de guerra lograron el 90% de las menciones en redes sociales. 

A pesar de lo grotesco de la imagen que dejó la jornada, la aventura golpista de Bolsonaro avanza a paso firme, corriendo los límites a cada arremetida y generando dudas acerca del porvenir de la democracia brasileña.

Acerca del autor

Ana Dagorret

Periodista, colaboradora de medios populares de Argentina y Brasil y ayudante diplomada de la Cátedra de RRII de la Fac. De Periodismo y Com. Soc. De la UNLP. Desde 2018 trabaja como corresponsal en Río de Janeiro.

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