El pasado domingo 12 de diciembre, se reunieron los ministros de Relaciones Exteriores del G7 en Liverpool, Reino Unido.
Los ministros de Relaciones Exteriores de Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia e Italia, junto al Alto Representante de la UE Josep Borrell, estuvieron debatiendo acerca de la variante de omicron de covid, los avances mundiales en salud, la recuperación económica, el cambio climático, la competencia en los mercados digitales y el financiamiento de infraestructuras.
Pero el tema que obtuvo más relevancia mediática fue la declaración sobre Rusia y Ucrania. Condenaron la “acumulación militar de Rusia y su retórica agresiva hacia Ucrania” y reafirmaron su apoyo a Kiev. Pidieron a Rusia que “reduzca la escalada, siga los canales diplomáticos y cumpla sus compromisos internacionales sobre la transparencia de las actividades militares, como lo hizo el presidente Biden en su llamada con el presidente Putin el 7 de diciembre”.
“Reafirmamos nuestro compromiso inquebrantable con la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, así como el derecho de cualquier estado soberano a determinar su propio futuro. Elogiamos la postura moderada de Ucrania”. (Declaraciones y comunicados del G7 – g7uk.org)
Desde occidente han estado fogoneando la idea de “invasión” rusa en Ucrania para enero de 2022, con el objetivo de aumentar las tensiones en el Este europeo y así justificar la avanzada militar de la OTAN en la región. Por ello, en la declaración realizada por los ministros de Relaciones Exteriores del G7 dijeron que «cualquier uso de la fuerza para cambiar fronteras está estrictamente prohibido por el derecho internacional. Rusia no debe tener ninguna duda de que una mayor agresión militar contra Ucrania tendría consecuencias masivas y un costo severo en respuesta».
Por su parte, Rusia rechazó las amenazas, negó querer atacar a Ucrania y pidió a occidente que insista a Kiev a cumplir con los Acuerdos de Minsk y establecer un diálogo directo entre las partes enfrentadas. Según informaron desde Telesur, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que «Rusia no es parte de ese conflicto interno ucraniano, éste podría solucionarse solo estableciendo contactos directos entre el Kiev oficial y los representantes de las repúblicas autoproclamadas».
Mientras acusan a Rusia de estar preparándose para “invadir” Ucrania y toman decisiones como imponer sanciones o eliminar a Rusia del SWIFT, por un hecho no ocurrido, Kiev bombardea periódicamente a las autoproclamadas República Popular de Donetsk (RPD) y a la República Popular de Lugansk (RPL). De hecho, según relatan desde News Front, el servicio de prensa de la Milicia Popular de la RPL informó que Kiev posicionó siete vehículos blindados en el pueblo de Raygorodok, zona residencial y civil, esto se considera una vez más, que las fuerzas de seguridad de Kiev están violando el tercer párrafo de las Medidas Adicionales para garantizar el régimen de alto el fuego y controlar su cumplimiento. Incluso, un día antes de la reunión de los ministros del G7, las fuerzas de seguridad ucranianas arrojaron explosivos desde un vehículo aéreo no tripulado en la RPD, por el cual murieron dos personas.
Esta declaración por parte de los ministros de Relaciones Exteriores del G7 junto a Borrell no es más que otro intento de reforzar la retórica anti-rusa, elevar las tensiones, provocar a Rusia y sostener el discurso promovido e inaugurado oficialmente en la Cumbre de la Democracia que establece una división global entre autoritarismo y democráticos. También se trabajó sobre esta cuestión en la última reunión de los ministros de Exteriores de la OTAN en Riga, Letonia, a fines de noviembre y principios de diciembre.
Rusia alega que está preparando la defensa dentro de su territorio a partir del gran avance indebido de la OTAN por todo el Este europeo. Incluso cuando la estrategia de EEUU giró hacia el indo-pacífico, y surgían varios análisis del abandono de Washington sobre la región europea, lo que vimos fue un aumento contundente de tensiones militares, económicas, discursivas y políticas contra Rusia. Los últimos acontecimientos atravesados en la región que incluyen fogonear la crisis entre Polonia y Bielorrusia, en los países Bálticos, la ya desarrollada tensión con Ucrania, los ejercicios militares e intromiciones en el Mar Negro y el Cáucaso, sólo nos advierten que las situación continuará escalando con el objetivo de hacer lo necesario para implantar bases militares o expandir la OTAN hacia el Este europeo, incluso sin necesidad de convertir a nadie como nuevo miembro de la organización.
Por parte de la Comunidad Europea, según informaron desde Público, los ministros de Exteriores de la UE se reunieron al día siguiente del G7 para establecer una respuesta conjunta como bloque sobre la situación Rusia-Ucrania. Si bien no llegaron a ningún punto específico, algunos ministros pidieron cautela ante la posibilidad de que las sanciones contra Rusia aumenten las tensiones. Borrell dijo que aplicarán un modo de disuasión como prevención, pero que pretenden enviar la “clara señal de que cualquier agresión contra Ucrania tendrá un alto coste para Rusia si ocurre».
Lo que sí han dejado en claro desde la UE es que las medidas a implementar se tomarán en conjunto con Estados Unidos y Reino Unido. Lo que, nuevamente, lleva a preguntarnos qué tan conveniente es para la Comunidad posicionarse en contra de Rusia su mayor proveedor de energía mientras se encuentran en una enorme crisis energética, en pleno invierno y una nueva amenaza de covid. ¿Cuál es el beneficio para la UE seguir siendo el campo de batalla y peón en las peleas de Washington, tanto contra Rusia como contra China?.
Manuel Monereo, abogado, politólogo y político español, analiza claramente que “lo que estamos viviendo en todas partes, también en Ucrania, son los inicios de un enfrentamiento, de un conflicto sistémico impulsado con firmeza por los EEUU para defender su mundo, su orden y su inmenso poder. El tablero mundial se mueve rápidamente. ¿La Unión Europea? Toda apunta, más allá del lenguaje cifrado de la jerga comunitaria, que para la clase política que hoy domina esas instituciones, el enemigo a batir es Rusia, que el “rival sistémico” es China y que la clave sigue siendo la alianza con la Administración norteamericana. Nada de autonomía político-cultural, pues. ¿Cuál es la consecuencia político-estratégica más relevante de una política así definida? Que el teatro de operaciones vuelve a Europa, que el enfrentamiento militar entre EEUU/China se puede terminar definiendo en la península-continente-símbolo de Eurasia. De nuevo, Europa campo de batalla”.
Como analicé anteriormente las tensiones entre Occidente y Rusia aumentan y esta tendencia continuará, ya que el bloque atlantista se encuentra en declive y con pavor frente a la pérdida de terreno e influencia global que está aconteciendo hace años, y la profundización del nuevo orden multipolar encabezado por el eje sino-ruso. Lo dijo Stoltenberg, “el equilibrio de poder está cambiando”; y también lo dijo Borrell “si dejamos de ser los que fijan las normas no gobernaremos el siglo XXI y me temo que en algunos campos estamos perdiendo la capacidad de fijar normas”.
*Micaela Constantini, periodista y parte del equipo de PIA Global.
Foto de portada: Cumbre de ministros de Asuntos Exteriores y Desarrollo del G7 en Liverpool, Gran Bretaña, el 11 de diciembre de 2021. Paul Ellis/Pool vía REUTERS