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DAIA/AMIA, la putrefacción

Por Jorge Elbaum.- Degradación política y moral de dos instituciones que se disputan ampulosamente una porción de la representación de los argentinos judíos, específicamente los más conservadores y neoliberales.

El triunfo de la lista del PRO en las elecciones de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas), en la que fueron derrotados los sectores religiosos ortodoxos, con terminales políticas ligadas al radicalismo y a Lilita Carrió, desató una batalla larvada entre quienes se disputan ampulosamente una porción de la representación de los argentinos judíos, específicamente los más conservadores y neoliberales. El presidente electo el último lunes 26 de noviembre, Jorge Knoblovits, declaró un día después de la Asamblea Electoral que “nosotros tenemos que gobernar para todos los judíos“.[1] Su aseveración generó asombro entre la veintena de activistas de country y empresarios partícipes del evento eleccionario, cuya ingeniería electoral está orientada a ser controlada por un puñado de contertulios que acostumbran repartir sus cargos en las Comisiones Directivas que se suceden cada tres años.

La AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) está presidida por un ex diputado radical, Agustín Zbar, quien apoyó, en la elecciones de la DAIA, a la lista derrotada, “kolot” (coro de voces) cuyo candidato era Leonardo Jmelnitski, a su vez, ex presidente de la AMIA. La realidad del mundo dirigencial de ambas instituciones se concentra en no más de 30 activistas que se reparten los cargos y que fantasean con acceder a los medios de comunicación (como el caso de Waldo Wolff) y/o lograr mejores prerrogativas para optimizar su perfomance profesional o empresarial, como es el caso de del propio Jorge Knoblovits, quien luego de ser secretario general de la DAIA en la gestión de Wolff, logró incrementar su cartera de clientes en su minúsculo estudio de abogado, ubicado en una buhardilla limítrofe con el Pasaje Carabelas, territorio primigenio donde se resolvían, otrora, las infracciones de tránsito.

La noche que concluyó la elección, Agustín Zbar difundió a través de sus redes sociales un mensaje destinado a sus vecinos edilicios (la DAIA funciona en dos pisos del edificio ubicado en Pasteur 633) en la que señalaba: “Hoy comenzó a perecer definitivamente la DAIA en una típica bochornosa jornada argentina donde se violaron todas las reglas; parecía una reunión de la AFA, con barras incluidos”. En una secuencia posterior agregaba: “Carlos Broitman apareció en la TV como abogado de la madre de las bengalas y dijo que venía de la elección de la DAIA (es verdad, yo lo vi). Su lista ganó en la DAIA”. Efectivamente, Broitman había sido parte de la Asamblea y luego irrumpió en varios canales televisivos para ejercer la defensa mediática de la madre de una niña a quien su familia había utilizado como mula de carga de fuegos artificiales, que tenían como destino el partido de River-Boca, posteriormente suspendido.

Agustín Zbar, que fue socio en un estudio jurídico de Carlos Rosenkrantz, amplió en privado la trayectoria de Broitman, miembro de la lista victoriosa “Construyendo Futuro”, liderada por Jorge Knoblovits: fue encargado de la defensa de represores como el comisario Miguel Ángel Trimarchi, acusado por la Masacre de Fátima, y de los hermanos Juliá (Eduardo y Gustavo) detenidos en Barcelona por tripular un avión colmado de una tonelada de cocaína. Su currículum incluye la procuración jurídica de narcotraficantes de primer nivel internacional como Henry “Mi Sangre” Londoño y el colombiano Ignacio Álvarez Meyendorff, este último extraditado a los Estados Unidos. Uno de sus últimos representados fue Ibar Pérez Corradi, acusado por tráfico de efedrina y sospechado de un triple crimen. El socio de Broitman en esta causa sigue siendo Juan José Ribelli, ex comisario de la provincia de Buenos Aires, absuelto por el ataque a la AMIA, pero ligado a la mafia de los desarmaderos de autos que Carlos Telleldín usufructuaba.[2]

Es público y notorio que las elecciones de la DAIA se desarrollan en el marco de una sustracción de representatividad: sus autoridades dicen expresar a un conjunto de ciudadanos argentinos judíos que desconocen los mecanismos electorales a través de los cuales se los considera representados. Se sostiene sobre la base de un estatuto fraudulento en el que participan 70 personas que supuestamente expresan a instituciones y no a individuos. Sus sufragistas son designados en forma inconsulta y discrecional sin que los socios de las instituciones que dicen ser parte de la DAIA sean consultados (ni siquiera informados), sobre quiénes serán los encargados de emitir su voto.

Dado que la AMIA mantiene un modelo de votación pseudo universal (pero restringido a quienes son portadores sanos de un judaísmo puro, es decir aquel que deviene de un vientre hebreo) se suele auto erigir en una autoridad fidedigna para cuestionar los opacos modelos electorales de la DAIA. Uno de los conflictos entre las dos instituciones es la recaudación generada por la DAIA en términos de pauta publicitaria, financiada casi integrante por entes gubernamentales administrados por el PRO, y/o sus socios del peornismo racional. En el portal de DAIA figuran publicidades de Presidencia de la Nación, el Banco Nación, el Banco Provincia, el Banco Ciudad, el PAMI, las gobernaciones del Chaco, Tucumán, Jujuy, Salta y Entre Ríos; Aerolíneas Argentinas y PAMI; los municipios de Lomas de Zamora, Lanús y Almirante Brown; y las empresas de Pampa Energía (de Marcelo Mindlin) y Biferdil.

 

Disputas por la caja.

 

Según un informe realizado por administrativos de la DAIA, eso implica una pauta mensual de $ 300.000, solventada en un 95% por Cambiemos. Agustín Zbar no parece ver con buenos ojos la deriva financiera hacia una organización inquilina (como la DAIA) que no abona alquiler por la utilización de los dos pisos que ocupa de Pasteur 633.[3] Esa es la causa por la que en las últimas dos semanas se difundió la noticia de un posible desalojo a ser perpetrado por la AMIA en contra de la DAIA. Cuando Ariel Cohen Sabban, el último presidente de la DAIA, perteneciente al grupo ortodoxo (en la foto principal, junto al Presidente Macri), tuvo que renunciar por el escándalo con Esmeralda Mitre, quien se hizo cargo de la institución fue su vicepresidente, Alberto Indij. Apenas tomó posesión declaró: “Asumimos en una DAIA [2016] con enormes dificultades, ya que el 90% de su financiación venía de pauta oficial”.[4]

Gran parte de la guerra larvada entre AMIA y DAIA es por la pauta publicitaria que en épocas de Cohen Sabban se derivaba hacia AMIA y que ahora sería ajena al acceso de los ortodoxos. La otra disputa se explica por el arribismo de variopintos activistas de country que ven en la DAIA un trampolín para trascender sus disputas de consorcio y dar un salto a los sets televisivos: el caso más conocido es el del propio presidente electo, Knoblovits, quien tuvo una fugaz aparición mediática 20 años atrás, pero debido a una cámara oculta de Canal 9. En aquella ocasión, en 1998, fue videograbado en el marco de una negociación ligada al caso de Alfredo Yabrán.[5]

El fuego cruzado se incrementó en las dos últimas semanas por las acusaciones de los dirigentes victoriosos de la DAIA, quienes le endilgan a la AMIA el desprestigio causado por los escándalos de Ariel Cohen Sabban, sumados a los de Daniel Olkenitzky, integrante del Likud argentino, que fue detenido en 2016 por regentear 24 prostíbulos, constituyéndose en el heredero contemporáneo de la Tzvi Migdal, organización de cafishios polacos que terminaron presos en la década de 1930. El Likud, partido de derecha del actual primer ministro israelí, Bibi Netanyahu, es un histórico socio de los grupos ortodoxos y dicha alianza se continúa en Argentina en las elecciones tanto de la DAIA como de la AMIA.

Una de las justificación de la DAIA para vender pauta a los entes gubernamentales de Cambiemos es la pretendida adscripción a la difusión de los Derechos Humanos y la lucha contra toda forma de discriminación xenofobia, racismo y judeofobia. Sin embargo, su derrotero en esos menesteres no parece coherente ni con sus prácticas ni con sus discursos. En el último mes, la DAIA fue la responsable de denunciar a dos jóvenes, Axel Ezequiel Abraham Salomón y Kevin Gamal Abraham Salomón, que terminaron estigmatizados y detenidos, acusados de terrorismo, generando un clima de persecución sobre la totalidad de la comunidad musulmana. Ambos fueron liberados al concluir el G20, luego de que Patricia Bullrich y la DAIA utilizaran su encarcelamiento como parte de una campaña orquestada para sobreactuar la seguridad a los ojos de los organismos de inteligencia de Estados Unidos, que exigían rigurosidad pretoriana, como garantía previa a la presencia de Donald Trump. El ministerio llegó a divulgar (a partir de los datos aportados por la DAIA) que los detenidos eran “partidarios del grupo terrorista Hezbollah y habrían recibido entrenamiento militar en distintos viajes por Medio Oriente”.[6]Cuando fueron detenidos, Alejandro Broitman (hermano de Carlos) advirtió “que toda la región estaba siendo poco a poco invadida por ciertos agentes de ese sector” [el terrorismo islámico], y que “toda la comunidad debe estar alerta. Hemos pateado un hormiguero”. [7]

Los Derechos Humanos tampoco parecen haber sido el centro de las actividades prioritarias de la DAIA en los últimos años: las repetidas demandas de los familiares de las víctimas argentino-judías del genocidio producido por la dictadura militar, civil y eclesiástica no fueron escuchados. La Asociación de Familiares de Judíos Detenidos Desaparecidos fue literalmente humillada por el propio Jorge Knoblovits quien se comprometió en 2014 a llevar a cabo un acto de desagravio por la indiferencia asumida por sus autoridades durante los años 1976 y 1983. Luego de varios mensajes ambiguos, adujo que no podía cumplir su compromiso debido a que los anteriores dirigentes se ofenderían. Waldo Wolff, integrante de esa misma conducción, alegó que él era muy joven cuando había sucedido la masacre contra el pueblo argentino y que eso lo liberaba del desagravio. Frente a esa aseveración fue abordado por el periodista Guillermo Lipis, y el actual diputado del PRO alegó que “no voy a pedir perdón por lo que no hice”.[8]

Patricia Bullrich y Waldo Wolff. Señales hacia la derecha.

 

En ese mismo periodo, cuando Knoblovits hacía sus primeras piruetas políticas en la DAIA, luego de ser el secretario de deportes del Club Hacoaj, visitó al entonces embajador de Estados Unidos Noah Mamet. En la reunión realizada el 1° de febrero de 2015, la delegación diplomática se comprometió a ayudarlo en su lucha contra el populismo kirchnerista que asolaba las costas del país: pocos meses después, Knoblovits partió hacia Estados Unidos en una gira orientada a menoscabar a Cristina Fernández de Kirchner acusándola de judeofóbica, de ser responsable de la muerte del fiscal Nisman y de constituirse en coautora de una conspiración chavista-persa dispuesta a hundir en el caos a Latinoamérica. Sus interlocutores en Miami y Washington suscribieron la teoría diabólica y se dedicaron todo el año 2015 a torpedear las campañas electorales de Daniel Scioli y Aníbal Fernández. El rol asumido por Wolff y Knoblovits en relación con el actual juicio que se desarrolla por encubrimiento del atentado a la AMIA/DAIA de 1994 completa el fresco: ambos decidieron no acompañar a los familiares de las víctimas con el objeto de proteger a Rubén Beraja y a varios de sus socios políticos de los años menemistas, como los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia. Cuando se interpeló a Knoblovits en 2015 sobre el rol de complicidad con quienes había colaborado con el encubrimiento, se sumó al mismo justificativo que su socio político, Waldo Wolff: “Esta decisión no fue tomada desde un lugar político, sino estrictamente jurídico, y no la tomó la actual comisión directiva. Los abogados que han participado oportunamente en la causa, responsables jurídicos de la DAIA en ese momento, oportunamente han tomado una decisión estrictamente jurídica de no querellar a los fiscales y al ex presidente (Rubén) Beraja, porque no encontraron mérito para eso”.[9] Ni Wolff ni Knoblovits pudieron explicar qué les impedía rever las decisiones previas, sobre todo después de haber triunfado en la Asamblea Electoral (artificiosa) por la que accedieron a la conducción de la DAIA en 2014.

Una gran parte de los argentinos judíos se percibe en las antípodas de la DAIA, sobre todo en relación con sus posturas vinculadas con la política nacional, latinoamericana y las atinentes a las decisiones gubernamentales de índole neocolonial del gobierno de Israel. El próximo 17 de diciembre se realizará el acto de asunción de su nuevo Consejo Directivo. Más allá de los conflictos por la pauta publicitaria o por la disputa mediática, los religiosos ortodoxos han sido invitados al ágape. Compartirán sus mesas con lo más granado de las familias de doble apellido local, descendientes de los integrantes de la Liga Patriótica Argentina que acostumbraban escupir inmigrantes rusos por las calles. El Llamamiento Argentino Judío no ha sido invitado al convite. Tendrán sus razones.

 

[1]https://bit.ly/2PnKwDC

[2]https://bit.ly/2QfAj1o

[3]www.daia.org.ar

[4]https://visavis.com.ar/?p=97989

[5]https://bit.ly/2KZIaKN

[6]https://bit.ly/2KZOzpj

[7]https://bit.ly/2K8AS6Q

[8]https://bit.ly/2QGJ6sy

[9]https://bit.ly/2UjLqoq

Fuente: El Cohete a la Luna