El imperio y mal vecino tuvo su derrota número 29 en la Asamblea General de la ONU que el 23 de junio condenó su bloqueo a Cuba. La pizarra mostró números contundentes: 184 países a favor de la isla, sólo dos votos en contra (el bloqueador y su socio Israel) y tres abstenciones (la lejana Ucrania y las más cercanas Brasil y Colombia).
Digamos dos palabras sobre los aliados del bloqueo, abiertos y encubiertos.
Israel es coherente: genocida contra la población palestina y socio de quienes maltratan a Cuba. Su gobierno lleva la esvástica bajo la kipá y se olvida que el Ejército Rojo soviético terminó con el III Reich y liberó a los presos de campos de concentración nazis.
El gobierno de Kiev es un desagradecido total. Cuando se produjo el desastre nuclear de Chernobyl, en 1986, Cuba acogió a 26.000 niños ucranianos para darles salud y rehabilitación.
Iván Duque y Jair Bolsonaro no precisan presentaciones. Son los mejores servidores de Washington en Latinoamérica. Y eso que varios serviles del Cartel de Lima les disputan el podio. Ese dúo rompió en 2019 y 2021 la unidad latinoamericana y caribeña de acompañar a Cuba en Naciones Unidas. Son traidores a la Patria Grande. Bolsonaro a poco de asumir expulsó a 8.000 médicos cubanos del programa “Más Médicos”, con el que pobladores pobres del interior de Brasil vieron un médico por primera vez en sus vidas. El país está entre los tres del mundo con mayores contagios y muertes por la “gripezinha”.
LOS ARGUMENTOS Y LAS MENTIRAS
Los argumentos contra el bloqueo fueron bien enumerados por el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, quien viajó a Nueva York. Denunció que el expresidente Donald Trump había agravado el bloqueo con nuevas 243 medidas, incluso en el plano de la salud y la medicina, cuando ya había comenzado la pandemia en marzo de 2020.
Los daños económicos directos a la isla en el período de abril de 2019 a marzo de 2020, fueron 5.570 millones de dólares, que se estiran a 9.157 millones si se computa hasta diciembre de 2020. Desde el inicio del bloqueo los daños sufridos por el país son de 147.853 millones de dólares a valores corrientes. Una enormidad de plata para cualquier país, especialmente para uno pequeño y modesto como Cuba.
El canciller cubano reclamó que se deje en paz a su patria y se termine con esta agresión que califica como genocidio según la Convención de 1948. “Como el virus, el bloqueo asfixia y mata, y debe cesar”, pidió.
En cambio, la contraparte norteamericana no tuvo argumentos, sólo mentiras. Rodney Hunter, coordinador político de la Misión de EE UU, mintió con que “las sanciones son un conjunto de herramientas de nuestro esfuerzo más amplio para promover la democracia, promover el respeto por los derechos humanos y ayudar al pueblo cubano a ejercer las libertades fundamentales consagradas en la Declaración Universal de Derechos Humanos”. Hunter dijo que EE UU provee al país caribeño suministros humanitarios, además de ser “uno de los principales socios comerciales de Cuba”. ¡Qué caradura! Y no se le cayó la cara de verguenza…
EE UU, con la administración demócrata de Joe Biden votó igual que lo hacía la republicana de Trump. Israel, otro tanto, con el flamante neonazi Naftalí Bennet, como si gobernara el ídem Benjamin Netanyahu.
¿QUIÉN DEBE A QUIÉN?
En un conversatorio de solidaridad, organizado el 23 de junio por Argentinos Solidarios con Cuba, los oradores plantearon que Argentina y el mundo le deben mucho a la isla. Elena Rivero, Mario Díaz, Lucía Coronel, Oscar Verón, Gino Strafforini y quien escribe, citaron la ayuda que Cuba brindó al mundo en salud (“Operación Milagro”, “Brigadas Médicas Henry Reeve”, etc) y en educación, con el “Yo Sí Puedo”.
En cambio, el diario proyanqui Infobae, el 11 de junio pasado, publicaba: “El gobierno argentino negocia pagar las vacunas cubanas con un crédito que debe la dictadura comunista desde 1973. El préstamo fue una idea del ministro de Economía José Ber Gelbard. Los economistas calculan que la deuda actualmente superaría los USD 4.800 millones”.
El crédito de 1973 fue por 1.278 millones y esa cloaca anticomunista llevó la deuda a 4.800 millones.
En ese conversatorio hubo unanimidad en que esa deuda, si es que aún existe, debería ser condonada por Argentina, atento a los daños provocados a Cuba por el bloqueo. Sería un gesto de amistad de nuestro país hacia quien nos apoyó políticamente en la causa de Malvinas, sostuvo la Guardería en La Habana durante la dictadura militar-cívica, con su aliado Hugo Chávez impulsó la derrota del ALCA en 2005, becó a 1.500 jóvenes argentinxs para estudiar y recibirse de médicxs en la Escuela Latinoamericana de Medicina abierta por Fidel Castro en 1999, alfabetizó a 35.000 argentinxs con el “Yo Sí Puedo”, operó de la vista gratuitamente a 50.000 compatriotas de bajos recursos con “Operación Milagro”. Y un largo etcétera.
POTENCIA MÉDICA
Pese al bloqueo, la isla se convirtió hace tiempo en una potencia médica y también en ciencia farmacéutica e investigación, al servicio de su gente y dando una mano fraterna a otras latitudes de los que menos tienen.
Por eso su mortalidad infantil es de sólo 4 por mil nacidos vivos, con 9 médicos cada mil habitantes. Y en la pandemia avanzó con cinco candidatos vacunales, dos de las cuales ya se usan contra el COVID, la Abdala y la Soberana 02, la primera con un 92,28 por ciento de eficacia.
El imperio está muy lejos de todo eso, a pesar de tantos dólares. En Netflix se pasa la serie “New Amsterdam” sobre la vida en un hospital neoyorquino. Es una serie digna de verse, con buenos personajes y médicos sensibles, aunque también hay directivos que ajustan personal y buscan financistas millonarios. Y, sobre todo, queda a la vista que hay millones de norteamericanos pobres, sobre todo afroamericanos, que llegan allí con hambre, sin techo, enfermos y sin cobertura de salud.
En la isla, en cambio, la salud es un derecho de todos y todas, y no una mercancía para los que tengan dinero. Cuba no es un “New Amsterdam” aislado; toda la nación es un gran hospital que brinda salud, luego de haber practicado la medicina preventiva con médicos de familia, en cada barrio. La inspiración fue de un comandante en jefe que además de eso fue un médico del pueblo graduado en revolución.
QUE SEA OBLIGATORIA
La victoria diplomática de Cuba es grandiosa y a la vez limitada porque la potencia bloqueadora no acata las resoluciones de la Asamblea General. El sitio web nos recuerda: “De acuerdo con la Carta, todos los Miembros de la ONU convienen en aceptar y cumplir las decisiones del Consejo de Seguridad. Éste es el único órgano de la ONU cuyas decisiones los Estados Miembros, conforme a la Carta, están obligados a cumplir”.
¿Por qué seguir con esos procedimientos que vienen de 1945, siendo que el mundo cambió bastante en estos 76 años? Es muy injusto que 5 países tengan el poder de veto como miembros permanentes del Consejo de Seguridad y otros 10 sean no permanentes y sin veto, igual que los restantes, de los 193 países con representación en el Edificio de Cristal.
Por eso en el conversatorio hubo una moción, coincidente, de que las cancillerías de países socialistas, tercermundistas y progresistas impulsen una reforma de dicha Carta de la ONU.
Al menos en un punto: que una moción aprobada por dos tercios de votos de la Asamblea General adquiera carácter obligatorio para el Consejo de Seguridad y todos los miembros. Ya hubo varios proyectos de reformas en la ONU, por ejemplo, de Evo Morales en 2012 y 2015. El exmandatario boliviano cuestionaba el poder de veto de ese quinteto e invocaba la injusticia de que Washington no acatara las votaciones en su contra en el tema bloqueo a la isla.
Es hora de retomar esos proyectos de reforma de Naciones Unidas. El bloqueo a la Patria de José Martí lo amerita largamente porque casi siempre ganó por más de dos tercios. Esta semana tuvo el 97,35 por ciento de los votos. El bloqueo deberá terminar en 2022, cuando el 3 de febrero se cumplirán 60 años del inicio formal del crimen continuado.
Si la humanidad sigue tolerando ese genocidio no merecerá llamarse tal.
Notas:
*Periodista y referente del Partido de la Liberación de Argentina
Fuente : colaboración