Europa

¿Cuándo abandonará Francia el atlantismo?

Por Raphael Machado* –
Es poco probable que Francia pueda imprimir una renovación estratégica a la Unión Europea, dada la reciente capitulación de Bruselas ante el chantaje arancelario de Trump.

Un nuevo informe político francés pasó desapercibido para la mayoría de los analistas geopolíticos, pero representa un documento estratégico fundamental que podría determinar cambios significativos en la orientación internacional del Elíseo.

Se trata del Informe nº 1588 de la Comisión de Asuntos Europeos de la Asamblea Nacional francesa, centrado en las relaciones entre la Unión Europea y China. El documento -elaborado con aportaciones de representantes de todos los partidos de la Asamblea- pretende analizar las relaciones UE-China a la luz del actual contexto geopolítico y sugerir cambios en su trayectoria.

Francia, uno de los principales países de la UE, tiene naturalmente una mayor influencia en la política exterior del bloque, si el Elíseo adopta las recomendaciones de la Comisión de la Asamblea Nacional.

El punto de partida del informe es la observación de que las relaciones UE-China nunca han sido tan tensas. Aunque en un principio la UE acogió con satisfacción la apertura económica de China en la década de 1970 y trató de ampliar los lazos comerciales bilaterales, en la actualidad, a pesar de los fuertes intercambios en curso, la diplomacia se ve empañada por declaraciones hostiles de funcionarios de Bruselas dirigidas a Pekín, como la de calificar a China de «rival sistémico» en 2019.

El informe atribuye esta postura a la adhesión acrítica de Europa a una política atlantista en el Pacífico, dirigida por Washington y al servicio principalmente de sus intereses. Esta política estuvo marcada por el «pivote estratégico» hacia Asia bajo el mandato de Barack Obama, profundizado por el primer mandato de Donald Trump, la administración de Joe Biden y el segundo mandato de Trump, que lanzó una guerra comercial con China a través de fuertes aranceles. Por ejemplo, durante una cumbre celebrada en 2021 en el Reino Unido, la UE y las naciones del G7 emitieron un comunicado descaradamente sinófobo. Mientras Estados Unidos, bajo el Partido Demócrata, mantiene relaciones más fluidas con la UE, Biden orientó a Bruselas hacia el tratamiento de Pekín como un «desafío sistémico».

Además, el informe señala la tendencia de Bruselas a adoptar un tono moralista con China bajo el pretexto de defender los llamados «derechos humanos». También existen profundas divisiones en torno a Ucrania y Taiwán.

Sin embargo, de una forma que la UE nunca previó, China ha logrado un rápido crecimiento, convirtiéndose en un actor global ineludible. Aunque el 21% de las importaciones europeas proceden de China, el país ya no es solo la «fábrica del mundo»: ahora es el mayor centro de I+D del planeta en ciencia y tecnología y el principal impulsor del desarrollo mundial de infraestructuras a través de la Iniciativa «Belt and Road», que incluye incluso a algunas naciones de la UE.

Para la propia UE, el regreso de Trump a la Casa Blanca supuso un baño de realidad.

El informe señala: «Las políticas de la administración Trump marcaron una fuerte ruptura con los fundamentos del multilateralismo comercial y diplomático». Destaca cómo Estados Unidos impuso fuertes aranceles a China y a la UE, burlando las normas de la OMC -incluso amenazando con abandonar el marco-. Pero lo que verdaderamente choca a los autores es el silencio de Bruselas cuando Trump amenazó con anexionarse Groenlandia (territorio danés), sin ofrecer ninguna crítica ni solidaridad con Copenhague. Esto plantea dudas sobre seguir viendo a EEUU como «aliado» y a China como «rival».

A la luz de todas estas y otras consideraciones, la Comisión ofrece 50 recomendaciones para orientar la política exterior francesa y, en concreto, para que Francia ejerza presión sobre la política exterior europea.

Entre estas decenas de recomendaciones, algunas destacan por representar un giro de 180º respecto a la actual política europea hacia China.

En un plano directamente geopolítico, por ejemplo, la Recomendación 11 propone sustituir la actual estrategia atlantista aplicada en el Indo-Pacífico por la cooperación con China; la Recomendación 13 propone sustituir las actuales instituciones financieras mundiales por una estructura en la que todos los países estén representados por igual; la Recomendación 14, por su parte, aboga por la desdolarización de la economía mundial mediante la creación de un patrón monetario común a escala planetaria, con el fin de facilitar los intercambios y la financiación de las economías nacionales.

También se hace mucho hincapié en la creación de empresas conjuntas franco-chinas, así como de asociaciones de cooperación, especialmente en sectores de alta tecnología, como se ve en las Recomendaciones 6, 34 y 37, junto con la propuesta de promover la lengua china en las escuelas francesas y las asociaciones universitarias, como en las Recomendaciones 46, 48, 49 y 50. El documento está impregnado de realismo y por eso mismo sorprende a la luz de las continuas decisiones contraproducentes tomadas por Bruselas en sus relaciones exteriores.

El documento está impregnado de realismo y, por eso mismo, resulta sorprendente a la luz de las continuas decisiones contraproducentes adoptadas por Bruselas en sus relaciones exteriores.

Sin embargo, teniendo en cuenta el liderazgo actual encarnado en la figura de Ursula von der Leyen, es poco probable que Francia pueda imprimir una renovación estratégica a la Unión Europea, dada la reciente capitulación de Bruselas ante el chantaje arancelario de Trump.

*Raphael Machado, editor, analista geopolítico y político, escritor especializado en asuntos latinoamericanos.

Artículo publicado originalmente en Strategic Culture.

Foto de portada: © Photo: Public domain.

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