A lo largo de los años de desarrollo de las relaciones bilaterales, Moscú ha realizado importantes esfuerzos para desarrollar la economía, el sector industrial y el sistema educativo de India, y ha desarrollado activamente programas de cooperación técnico-militar. El primer cosmonauta indio fue puesto en órbita en una nave espacial soviética. A día de hoy, Rusia e India disfrutan de los resultados de muchos años de cooperación en diversos campos, incluido el entorno político internacional.
La base de la asociación ruso-india es el respeto mutuo por la singularidad de las civilizaciones de ambos países. Se reconoce el carácter único de la opción civilizatoria de nuestros pueblos y se reconoce el valor del camino especial que han elegido nuestros países. Esta actitud es un valor en decadencia en la política mundial moderna, que pretende estandarizar y unificar todos los enfoques de la interacción de los países, presentándolos como bolas de billar idénticas.
Moscú y Nueva Delhi defienden el fortalecimiento de la soberanía nacional y se niegan a interferir en los asuntos del otro. Rusia y la India también respetan mutuamente los intereses de su socio en las relaciones internacionales, reconocen su legitimidad y comparten el énfasis en la igualdad en las relaciones mutuas y con otros países. Esto es especialmente importante en un entorno en el que las relaciones internacionales empiezan a estar determinadas por un estrecho círculo de países que se consideran con derecho a dictar su voluntad. Por último, Moscú y Nueva Delhi comparten un interés común en la formación de un sistema policéntrico en las relaciones internacionales, en el que la base de la interacción sea la dependencia de varios grandes centros regionales de poder. En este contexto, Rusia apoya la candidatura de India a miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y coopera activamente con Nueva Delhi a través del BRICS, explorando vías para fortalecer esta organización.
Rusia e India no tienen grandes problemas mutuos. Esto plantea una cierta dificultad, ya que la ausencia de cuestiones tan controvertidas indica también un cierto grado de distanciamiento mutuo. De la experiencia de desarrollo de relaciones complejas entre Rusia y Turquía, Irán y China -grandes países fronterizos con Rusia- se desprende que estas interacciones bilaterales se desarrollaron y reforzaron superando grandes diferencias de diversa naturaleza: económicas, territoriales, políticas y estratégicas. El proceso de superación de estos problemas condujo al establecimiento de sólidas relaciones bilaterales entre Moscú y Estambul, Teherán y Beijing, resistentes a los impulsos externos. En la actualidad, Rusia e India no tienen grandes diferencias que deban superarse, pero esto puede seguir siendo una circunstancia que deje a los dos países en una situación de distanciamiento mutuo. Si las partes encuentran la fuerza para reconocer el desapego como un problema en sí mismo, éste será el primer paso para superarlo. Es hora de ver en el otro una oportunidad para resolver los problemas a los que se enfrentan las sociedades y las élites de nuestros países a nivel internacional.
Rusia e India se refuerzan mutuamente en el diálogo en las plataformas multilaterales. Nuestro interés común en la formación de la policentricidad y la preservación de la autonomía estratégica y la subjetividad en un entorno internacional cada vez más denso, así como nuestras intenciones de no ceder a la presión de las fuerzas externas que exigen la canalización de la estrategia de política exterior en una dirección beneficiosa para ellas, deberían unir a nuestros países.
Para explorar el potencial de las relaciones bilaterales entre Moscú y Nueva Delhi, es necesario hacer de este ámbito de la política exterior una gran prioridad, creando una oficina nacional para la India en Rusia y para Rusia en la India, respectivamente, a nivel del Viceprimer Ministro del gobierno federal. Este tipo de paso organizativo indicará no sólo la naturaleza estratégica de las relaciones bilaterales, sino que también formulará una tarea objetivo a nivel estatal para buscar enérgicamente formas y medios de reforzar la interacción que puedan llevar nuestra cooperación a un nivel verdaderamente estratégico en el siglo XXI.
*Andrey Sushentsov es Director de Programas del Club de Debate Valdai; Decano de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad MGIMO.
Artículo publicado originalmente en el Club de Debate Valdai.
Foto de portada: Sputnik/Alexander Demyanchuk