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Crisis política en Bulgaria: los opositores al euro salen a las calles y exigen «independencia»

Por Erkin Öncan* –
Para Bulgaria, el debate sobre el euro no es solo una cuestión económica, sino que se ha convertido en una cuestión de soberanía e independencia.

«Les diremos dos cosas a estas personas: que no son bienvenidas en Bulgaria y que Bulgaria no quiere el euro. Incluso si nos obligan a entrar en la zona euro, las consecuencias serán mucho mayores de lo que puedan imaginar. La zona euro se derrumbará y Bulgaria recuperará su independencia financiera».

Estas palabras pertenecen a Kostadin Kostadinov, líder del partido ultraderechista «Partido del Renacimiento» (Vazrazhdane), prorruso, antiotan y antieuropeísta, ampliamente conocido por su postura política euroescéptica.

Reunido frente al Banco Nacional de Bulgaria (BNB) para protestar por la visita de la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, el Partido del Renacimiento se sitúa en el centro de la oposición al plan del país de adoptar el euro el 1 de enero de 2026, junto con grupos civiles como el «Frente Leva».

La decisión del Gobierno de adoptar el euro bajo el lema de la «integración europea» ha suscitado inquietudes sobre la soberanía y la independencia económica entre amplios sectores de la población. Desde el anuncio, miles de personas han salido a las calles en todo el país, y tanto los grupos nacionalistas como los de izquierda se han unido bajo un discurso común contra la «tutela económica de Bruselas».

Al igual que en otros Estados possocialistas de Europa del Este, como Rumanía y Moldavia, la integración europea ha vuelto a dividir la política búlgara. Los grupos más jóvenes, urbanos, con mayores ingresos y nivel educativo suelen apoyar a Europa, mientras que las comunidades rurales, de clase trabajadora y con menores ingresos tienden a oponerse a la OTAN, la UE y Occidente.

El Eurobarómetro y otras encuestas similares realizadas en la primavera de 2025 muestran una opinión pública dividida: aproximadamente el 43 % apoya la adopción del euro, mientras que alrededor del 50 % se opone a ella.

Del mismo modo, como se ha observado en otros países de Europa del Este, tanto la extrema derecha como la izquierda se están organizando dentro de este bloque antieuro.

La actual «ansiedad por el euro» no es nueva, sino que es paralela a la propia trayectoria de Bulgaria hacia la integración europea.

¿Qué es el mecanismo MTC II?

Desde 2020, Bulgaria forma parte del Mecanismo de Tipos de Cambio II (MTC II). Este mecanismo exige a los países candidatos que vinculen su moneda al euro y cumplan estrictos criterios de disciplina fiscal antes de adoptar el euro.

En otras palabras, el MTC II es una especie de «sala de espera».

Un país que se adhiera al mecanismo debe fijar el valor de su moneda nacional al euro, alinear su presupuesto, deuda pública, políticas de inflación y decisiones financieras con el eje Bruselas-Fráncfort, y permanecer dentro de este marco durante al menos dos años.

Mientras que la UE se refiere a este período como un «proceso de adaptación», los euroescépticos lo consideran una «cuarentena económica». En los países que se someten al MTC II, incluida Bulgaria, el estancamiento, la reducción del sector público, la emigración de los jóvenes, el dominio del capital extranjero debido a la mano de obra barata y la disminución de las inversiones públicas se describen como «resultados inevitables».

Por lo tanto, para muchos búlgaros, el proceso no se considera una decisión voluntaria, sino el resultado de la presión sistemática de Bruselas. A pesar del continuo problema de inflación de Bulgaria, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo insisten en que el calendario de adopción es «irreversible».

El primer ministro Dimitar Glavchev ha descrito la transición como «una demostración del compromiso de Bulgaria con la integración en el corazón de Europa». Pero tales promesas no logran convencer a la mayoría más pobre del país.

En este clima económico y político, el Partido del Renacimiento califica la eliminación de la moneda nacional como «una nueva forma de dependencia».

El líder del partido, Kostadinov, resume su postura de la siguiente manera:

«El lev es el símbolo de nuestra independencia. El euro es el yugo de Bruselas».

La demanda de un referéndum

El Partido del Renacimiento ha lanzado una campaña nacional a favor del referéndum, argumentando que la decisión debe ser tomada por el pueblo. Bajo el lema «Defendamos el lev, no el euro», miles de personas han participado en manifestaciones.

Cabe destacar que el referéndum fue propuesto originalmente por el propio presidente Rumen Radev, aunque la idea fue posteriormente rechazada por el Parlamento.

La oposición al euro no se limita a los nacionalistas. Los partidos comunistas, los sindicatos de izquierda, las asociaciones de pequeños agricultores y los economistas independientes también se oponen a la adopción del euro, argumentando que convertirá a Bulgaria en «la reserva de mano de obra barata de Europa».

En las últimas semanas, miles de personas han salido a las calles de Sofía, Plovdiv, Varna, Burgas y otras ciudades. Las protestas estuvieron dominadas por consignas como «El lev es nuestro», «No al euro» y «Las decisiones se toman en Sofía, no en Bruselas».

El número de enfrentamientos entre manifestantes y policía ha aumentado. Recientemente, la tensión se intensificó entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad frente al Parlamento en Sofía.

Algunos manifestantes quemaron banderas de la Unión Europea, mientras que los agricultores bloquearon las carreteras con sus tractores.

Además del Partido del Renacimiento, grupos como el Movimiento por la Alternativa de Izquierda y varios sindicatos declararon que «la adopción del euro dejará a Bulgaria incapaz de gestionar su propia economía».

Sin embargo, el Gobierno se mantiene firme. La ministra de Finanzas, Lyudmila Petkova, sostiene que la adopción del euro traerá estabilidad de precios y aumentará la confianza de los inversores.

Pero para los grupos antioccidentales de Bulgaria, estas declaraciones no significan más que legitimar las recetas neoliberales impuestas por las instituciones financieras de la UE. A pesar de haberse incorporado a la UE en 2007, Bulgaria sigue siendo el país más pobre de Europa, atrapado entre los bajos salarios, la alta inflación y la dependencia del capital.

Para Bulgaria, el debate sobre el euro no es solo una cuestión económica, sino que se ha convertido en una cuestión de soberanía e independencia. Mientras que la «integración económica» persuade a los gobiernos, la crisis económica que alimenta el sentimiento anti-UE sigue creciendo en toda Europa.

*Erkin Oncan, periodista turco especializado en zonas de guerra y movimientos sociales de todo el mundo.

Artículo publicado originalmente en Strategic Culture.

Foto de portada: © Photo: Public domain

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