Asia Occidental

Crisis Afgana por la falta de agua potable

Por PIA Global*- La ciudad de Kabul, con más de siete millones de habitantes, enfrenta una crisis hídrica sin precedentes.

El 30 de marzo de 2022, el viceprimer ministro talibán, Mullah Abdul Ghani Baradar, inauguró la construcción del canal Qosh Tepa, cuyo objetivo es desviar agua del Amu Daria, un río transfronterizo del que dependen en gran medida Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán. Una vez finalizado, el canal Qosh Tepa, de 285 km de longitud, que comienza en el distrito de Kaldar, en la provincia norteña de Balkh, atravesará la provincia de Jawzjan y se espera que finalice en el distrito de Andkhoy, en la provincia de Faryab

Los países de Asia Central tienen dos preocupaciones principales con respecto al proyecto del canal Qosh Tepa. Primero, habrá un aumento en la escasez de agua en Asia Central, ya que el agua se desviará de Amu Darya al canal, disminuyendo el flujo de agua a las comunidades río abajo en al menos un quince a veinte por ciento. Además, hay una falta de datos creíbles disponibles sobre cuánta agua tomaría el canal de Amu Darya. Segundo, hay preocupaciones sobre la calidad de la construcción, ya que ha habido informes de que el canal tiene fugas en algunas secciones (Ibid).

Afganistán no forma parte de los acuerdos de reparto de agua originados en la era soviética. Bajo la Unión Soviética, la asignación de agua en Asia Central se regía por el “Protocolo 566” firmado por las autoridades soviéticas. Actualmente, el agua se distribuye entre las naciones de Asia Central con base en un acuerdo de 1992 sobre la gestión de los recursos hídricos.

La gestión de los recursos hídricos ha sido un factor importante en la escalada de tensiones, lo que ha generado conflictos entre los países de Asia Central. Kirguistán y Tayikistán han tenido más de 150 conflictos en sus fronteras comunes por cuestiones relacionadas con la gestión del agua en la última década.

El proyecto del canal Qosh Tepa amenaza con agravar la escasez de agua existente en Asia Central. De no alcanzarse un acuerdo sobre la gestión del agua, podrían surgir conflictos entre Afganistán y sus vecinos Uzbekistán y Turkmenistán. Sin un acuerdo formal para compartir el agua, el proyecto corre el riesgo de intensificar las tensiones entre Afganistán y sus países vecinos, lo que podría derivar en un conflicto por recursos hídricos vitales.

Crisis hídrica

La crisis del agua en Afganistán refleja un problema estructural desde hace años en un país que, según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), es el cuarto con mayor riesgo climático y el octavo más vulnerable, pese a emitir solo el 0,08 % de los gases de efecto invernadero.

Afganistán se encuentra entre los países más vulnerables al cambio climático: ocupa el sexto lugar en cuanto a riesgo de crisis y el duodécimo entre los países con mayor riesgo. Entre 2012 y 2023, el país experimentó una reducción del 12 % en las precipitaciones , y las nevadas disminuyeron un 19 % entre 2014 y 2020, siendo la región norte la más afectada por estos cambios.

Los niveles de los acuíferos han descendido entre 25 y 30 metros en la última década, situando al subsuelo afgano al borde del colapso, según indican los datos de Mercy Corps.

El crecimiento demográfico, que ha llevado a Kabul de menos de un millón de habitantes en 2001 a aproximadamente seis millones en 2025, ha aumentado la demanda de agua hasta superar en 44 millones de metros cúbicos anuales la capacidad natural de recarga, dejando secos casi la mitad de los pozos.

Además, la realización de hasta 120.000 perforaciones ilegales agrava aún más una situación ya crítica que vulnera el derecho fundamental al acceso al agua.

La calidad del agua subterránea es igualmente preocupante: el 80 % está contaminada con residuos fecales, arsénico y nitratos, lo que ha derivado en el cierre de escuelas y centros de salud incapaces de garantizar un suministro seguro.

La crisis ha abierto la puerta a empresas privadas que excavan nuevos pozos y comercializan agua subterránea pública.

En un contexto de escasez, las familias más vulnerables consumen agua almacenada en condiciones insalubres, mientras que quienes disponen de recursos económicos recurren a empresas privadas que venden agua a precios muy elevados.

En algunos barrios de Kabul, el gasto en agua representa hasta un tercio de los ingresos mensuales.

Tensiones con Irán

Ali Akbar Pourjamshidian, viceministro de Seguridad y Aplicación de la Ley del Ministerio del Interior, declaró recientemente que “El suministro de agua que llegaba desde Afganistán a nuestras fronteras orientales se ha interrumpido. Por lo tanto, esto ha reducido la motivación de los residentes fronterizos para permanecer en las zonas fronterizas. Por supuesto, esto no significa evacuar la frontera, pero algunos que buscan mayor prosperidad buscan mejores lugares para vivir”.

El presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, dijo que su administración investigará la cuestión de los derechos de agua de Irán del río Hirmand, compartido con Afganistán.

Explicó que planea mantener conversaciones con Afganistán para defender los derechos de agua de la provincia de Sistán y Baluchistán desde el río Helmand, también conocido como Hirmand.

Las demandas de Irán sobre este derecho de agua se basan en el tratado suscrito en 1973, y se han llevado a cabo negociaciones detalladas a diferentes niveles al respecto. Las autoridades iraníes han hecho hincapié en la correcta implementación del Tratado del Río Hirmand de 1973 entre Irán y Afganistán.

Foto de portada: Canal de Qush Tepa / Agencia Nacional de Desarrollo de Afganistán

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