Los países africanos ingresaron a las recientes negociaciones de la COP28 sobre el cambio climático con muy buen humor. Antes de esta conferencia, en septiembre, líderes gubernamentales africanos, formuladores de políticas, activistas y otros grupos del continente se reunieron en la Cumbre Africana sobre el Clima en Nairobi, Kenia. La posición africana y las expectativas para la COP28 fueron moldeadas en esta cumbre por la adopción de la Declaración de Nairobi.
La principal agenda de África en la COP28, organizada por los Emiratos Árabes Unidos, fue convencer a los actores globales de que deben mostrar más altruismo a la hora de apoyar financieramente objetivos para reducir las emisiones globales. Para los países africanos, la COP27, organizada en Egipto, fue considerada en gran medida un fracaso para el continente, y esperaban que la COP28 fuera más exitosa.
África es la región más afectada por el cambio climático desde 2010, aunque el continente es uno de los regiones con menor emisión de gases de efecto invernadero del mundo. Más de la mitad de la población africana se enfrenta a uno o más impactos del cambio climático. Entre ellos se incluyen la sequía, el aumento de las temperaturas, la degradación de la tierra, las inundaciones, la erosión costera, la desertificación y los cambios en los patrones de precipitaciones. Esto hace que sea especialmente importante analizar qué avances obtuvo África en la COP28 como bloque negociador.
Desde mi perspectiva como politólogo, cuyo campo es la política medioambiental y energética, creo que África ganó mucho al adoptar una posición fuerte en varias negociaciones en la COP28.
Muchas ganancias
Por ejemplo, veo la Declaración de la COP28 sobre agricultura sostenible, sistemas alimentarios resilientes y acción climática, cuyo objetivo es reducir las emisiones y crear alimentos seguridad para África, como una victoria.
La agricultura, la silvicultura y otros usos comerciales o industriales de la tierra son las fuentes más importantes de emisiones en África. El continente también enfrenta una crisis de seguridad alimentaria que empeora con el cambio climático. Esta declaración muestra un nuevo pensamiento en la gobernanza climática global, cuyo objetivo es transformar el sistema alimentario global en un sistema con seguridad alimentaria pero descarbonizado. Con 152 signatarios y un compromiso financiero temprano de 7.100 millones de dólares, existe potencial para impulsar la agricultura y los sistemas alimentarios africanos.
La Declaración de la COP28 sobre el clima y la salud también fue un hito para África. El cambio climático aumenta la carga de enfermedades en el continente. La financiación de mil millones de dólares recaudada en la COP28 para transformar los sistemas de salud para hacer frente a las enfermedades inducidas por el cambio climático y proteger a las poblaciones vulnerables será muy útil para África.
Cientos de millones de dólares prometidos a África
Los gobiernos de Alemania, Francia y Japón, junto con organizaciones filantrópicas e instituciones africanas y globales, prometieron más de 175 millones de dólares a la Alianza para Infraestructura Verde en África para construir nueva infraestructura verde.
Un lago en las Seychelles y varios aerogeneradores a su lado.
Muchos países africanos vinculan su agenda de desarrollo con la diplomacia climática. La COP28 ofreció una plataforma para varios acuerdos de desarrollo bilaterales y mltilaterales. Nigeria firmó un importante acuerdo energético con Alemania para apuntalar su déficit energético. Ruanda también firmó un innovador Memorando de Entendimiento con Singapur para mejorar su mercado de carbono. Kenia firmó acuerdos por valor de 4.480 millones de dólares para desarrollar siete importantes proyectos ecológicos en el país.
El bloque africano está bien preparado para negociaciones difíciles
La COP28 fue la cumbre climática más ruidosa de África. El bloque africano buscó hablar de sus expectativas con una sola voz. No fue una sorpresa que los líderes africanos comunicaran con vehemencia sus posiciones sobre diversos temas en la COP28. Por ejemplo, el Grupo Africano de Negociadores exigió enérgicamente “justicia y diferenciación” hacia África en el impulso global para la transición energética.
El continente también expresó su demanda del Objetivo Global de Adaptación en la conferencia. El Objetivo Global de Adaptación fue propuesto por el Grupo Africano de Negociadores en 2013 y establecido como parte del Acuerdo de París de 2015. Exige un compromiso colectivo para ayudar a los estados a mejorar su resiliencia y reducir la vulnerabilidad al cambio climático. La audacia con la que los dirigentes africanos llevaron a cabo el programa es encomiable. Esto establece la agenda africana para futuras cumbres climáticas: el continente se está volviendo asertivo en su diplomacia ambiental.
La demanda de un fondo para pérdidas y daños ha estado sobre la mesa en muchas COP. Su eventual puesta en marcha en la COP28, con una promesa inicial de 400 millones de dólares, es una victoria para África: el continente es una de las regiones más gravemente afectadas por pérdidas y daños. Por ejemplo, la destrucción causada por los ciclones Idai y Kenneth en el sur de África en 2019 sigue siendo uno de los peores casos de pérdidas y daños causados por el cambio climático. Dejó la ciudad de Beira en Mozambique con un 95% de destrucción en el primer caso del mundo de destrucción de una ciudad inducida por el clima.
Maximizar los logros de la COP28 para África
Los países africanos deben aprovechar los avances continentales y específicos de cada país de la COP28. Para lograr esto, África necesita aumentar su voz y estatura diplomática asertiva sobre el clima.
Los países africanos también necesitan desarrollar la capacidad para acceder a diversas oportunidades de financiación climática abiertas en la COP28.
Por último, el continente necesita implementar las lecciones que aprendió en la COP28 sobre una gobernanza ambiental sólida. De esta manera, la COP28 no será una fiesta diplomática, sino una plataforma seria que impulse el desarrollo de muchos países del continente.
*Bamidele Olajide, Profesor, Universidad de Lagos.
Artículo publicado originalmente en The Conversation