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COP27: debe y haber ante la crisis climática

Escrito Por Beto Cremonte

Por Beto Cremonte*-
Las negociaciones sobre el clima lograron avances en cuanto a pérdidas y daños, pero no lograron abordar el desafío central de reducir las emisiones de carbono y el financiamiento para la transición energética.

Pasó una nueva edición, la número 27, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en ella había puestas grandes expectativas, una vez más. También promesas sin cumplir y discusiones por plantear desde los diferentes actores que se reunieron en suelo egipcio entre el 6 y el 19 de noviembre, la cumbre debió extenderse por un día ante la falta de acuerdos para un documento satisfactorio o al menos que reflejara los intereses y necesidades puestas en juego durante la COP.

Esta edición de la COP tuvo para África, en particular, un interés y una importancia que iba más allá de que se celebrase en suelo africano. Los países de este continente fueron en bloque a reclamar por justicia climática. Entonces esta cumbre ponía en juego la crisis del clima y la fortaleza de los africanos en la defensa del continente.

A la hora del análisis de los logros y los futuros debates, no será un tema menos la unidad africana en torno a los objetivos a lograr. Tampoco debemos dejar de observar las particularidades individuales de cada país en cuanto a cómo afrontar la crisis climática y las consecuencias de la misma en suelo africano.

Columna del “debe”

Ya en la previa a la conferencia en Sharm El-Sheikh se hablaba de la centralidad sobre el tema de  pérdidas y daños. Tema, que va del lado de la columna del “debe” y con el que los países más vulnerables salieron disgustados de Glasgow, en la COP 26. Pérdidas y daños es el tema que se viene reclamando hace años. Pérdidas y daños es, ni más ni menos, que la consecuencia de no haber reducido las emisiones de gases del efecto invernadero lo necesario, de no destinar dinero a más y mejores políticas de adaptación a los impactos del cambio climático. Pérdidas y daños son la cara más visible de la crisis climática, pero que venía siendo invisibilizado por algunos en la esfera de la política internacional.

Bueno, en este sentido hubo un significativo avance en la COP27 ya que el tema fue incluido como un ítem en la agenda de trabajo no bien comenzaron las reuniones de trabajo de los líderes y representantes mundiales que asistieron a las costas egipcias. No vamos a decir aquí que la instalación fue algo sencillo, sí que se logró tras más de 40 horas de discusiones. La agenda de temas sobre la cual las Partes debían trabajar decía expresamente en su documento estas dos semanas, dice expresamente trabajar en: «Cuestiones relacionadas con arreglos de financiación que respondan a pérdidas y daños asociados con los efectos adversos del cambio climático, incluido un enfoque para abordar pérdidas y daños»

Ahora bien el hecho de que el tema esté en la agenda demuestra que hubo progreso y una actitud constructiva por parte de los diferentes actores participantes en la COP. Lo que se esperaba es que las Partes continuasen con ese espíritu de progreso logrado en el comienzo. Sin dudas que fue un tema complejo paro los países ricos, que a la postre debían ser los que asumieran las “pérdidas”.

Dentro de la COP27, la mayoría de los países ricos rechazaron la acción inmediata sobre: ​​apoyo a las personas desplazadas por eventos extremos causados ​​por la crisis climática, gobernanza sólida y transparente de los mercados de carbono y la eliminación gradual de todos los combustibles fósiles. Esta desconexión entre lo que se había establecido como premisa y lo que se venía discutiendo en los recintos fue llamativa y condujo a retrasos significativos en los acuerdos relevantes para de una vez por todas lograr la justicia climática para los más afectados.

COP27 Egipto 2022 | AGENCIA AFP

¿Columna del “haber”?

El nuevo fondo para pérdidas y daños fue un triunfo festejado por los países pobres (empobrecidos) y un logro significativo de la COP27.  Fue el gran acuerdo perseguido y por el que muchos representantes asistieron a esta COP. Se estableció finalmente un fondo para la financiación de pérdidas y daños, una financiación para compensar a los países en desarrollo por el daño al clima causado principalmente por el mundo desarrollado.

Como ya hemos mencionado las negociaciones no fueron sencillas, sobre todo teniendo en cuenta que las decisiones no se llevan a votación sino que se logran por conceso. Aquí surge otro tema que debiera ir del otro lado del asiento contable, del lado de las deudas, ya que los países desarrollados y ricos pueden financiar grandes equipos de trabajo y representantes que pueden torcer o inclinar la balanza de la justicia climática hacia el lado equivocado.

Entonces podemos afirmar, con los resultados puestos y luego de haber seguido el tema con atención, que las negociaciones en torno a esto fueron muy polémicas, con algunas partes amenazando con retirarse en varios puntos de la discusión. Y claramente la tensión central estuvo puesta entre los países en desarrollo o sub desarrollados y los países desarrollados, que hicieron todo lo posible para evitar una nueva entidad de financiación de pérdidas y daños. Una vez más la pelea fue entre pobres y ricos. Una vez más los dos modelos de mundo posible se pusieron en disputa.

En este sentido no vamos a entrar en detalles obvios de lo dispar de esta lucha, solo vamos a mencionar que los países en desarrollo, los ricos o no ricos pero que si tienen sus necesidades cubiertas, haciendo una comparación clasista, están ampliamente representados por el G77 y China. En este grupo de negociación de 134 países en desarrollo (fundado inicialmente por 77 países en 1964) también hay diferencias, como también las hay dentro de una misma clase social. Las naciones ricas trataron de dividir el grupo argumentando que China, India y otros países menos vulnerables también deberían pagar por pérdidas y daños.

Si bien es cierto que China e India son actualmente grandes emisores de gases de efecto invernadero, no lo han sido con anterioridad. Entonces este enfoque muestra una negativa a reconocer las emisiones acumuladas históricas que se atribuyen principalmente a los primeros países industrializados. Las regiones de América del Norte y Europa se destacan como los mayores emisores de gases de efecto invernadero.

Si bien el acuerdo sobre un fondo para pérdidas y daños es un importante paso adelante, queda mucho trabajo por hacer antes de establecerlo. Las partes acordaron establecer un comité de transición para hacer recomendaciones para su adopción en la COP28, en noviembre de 2023.

Las Partes no pudieron ponerse de acuerdo sobre si el fondo creado debería estar bajo la dirección de la COP o del Acuerdo de París. Y aquí una nueva diferencia entre ríos y pobres, ya que los países desarrollados quieren que el mecanismo se rija únicamente por el Acuerdo de París. Los países en desarrollo quieren un sistema de gobierno dual que les permita mantener un control más eficiente del fondo. La gobernanza bajo la COP haría que los países desarrollados rindieran cuentas, mientras que el Acuerdo de París tiene un párrafo que excluye la responsabilidad y la compensación.

Esperamos no estar haciendo una nueva nota dentro de un año y que el fondo por daños y pérdidas siga en el “debe” y este logro pase a ser una promesa más incumplida por los países desarrollados y máximos responsables de la crisis climática actual.

Más ítems del lado del “debe”

El mercado del carbono, el financiamiento para la transición energética, el objetivo de 1.5°, son temas que seguirán esperado por una o muchas otras cumbres del clima. Otras sedes serán o no las que vean que esos temas se salden. El tiempo juega en contra, el planeta necesita soluciones ya.

En cuanto al mercado del carbono las tensiones estuvieron centradas en la gobernanza del mismo. Los mercados de carbono permiten a los países o entidades que pueden reducir o absorber emisiones venderlas como créditos de carbono a grandes emisores. Los mercados pueden, en teoría, reducir las emisiones y aumentar los flujos de financiamiento climático si se mantienen altos estándares de integridad y transparencia. Sin embargo, el nuevo lenguaje en el texto de la decisión permite la confidencialidad en torno a los detalles de los créditos de carbono. Esto podría poner en peligro la transparencia y los procesos contables y reducir la probabilidad de que los mercados de carbono contribuyan a la mitigación.

En cuanto al financiamiento se suponía que la COP27 desarrollaría un nuevo objetivo colectivo cuantificado sobre financiamiento climático para reemplazar el objetivo incumplido de los cien mil millones de dólares por año. También se suponía que esta COP debía desarrollar un plan de acción y mecanismos aplicables para lograr que esa cifra se duplicara para así fomentar de manera cierta la tan ansiada y necesaria transición energética. Nada de ello ocurrió en Sharm El-Sheikh. El nuevo objetivo de financiación se ha retrasado hasta el próximo año junto con un informe de estado sobre el compromiso de duplicar la financiación de la adaptación para 2025.

Esta COP tampoco logró que todas las partes se comprometieran a eliminar gradualmente todos los combustibles fósiles. En lugar de comprometerse con esta solución obvia para reducir las emisiones, las partes insistieron en usar la redacción de «acelerar los esfuerzos hacia la reducción gradual de la energía del carbón y la eliminación gradual de los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles». El lema que reza: “Energía de carbón sin cesar” insinúa que el carbón, con la utilización de tecnologías de avanzada que permitan la de captura de carbono, podría continuar.

Si bien la COP27 ha logrado un progreso significativo en la financiación de pérdidas y daños, queda por ver si esto se traducirá en acción. Mientras tanto, la falta de progreso en mitigación y adaptación es una preocupación. Al no abordar el desafío central de reducir el uso de combustibles fósiles y llegar a un acuerdo sobre una mayor reducción de las emisiones de carbono, la COP27 no ha abordado los desafíos claves para la crisis climática.

¿Adiós al objetivo de 1,5°C?

Dado el resultado de la COP27, y sobre todo la tendencia de las temperaturas globales, las emisiones y las concentraciones de gases de efecto invernadero, aunque se mantenga en el papel el objetivo de 1,5 °C, en la práctica ya es imposible alcanzarlo. También es difícil mantenerse dentro del umbral menos prudencial de 2 °C. Esto implicará en las negociaciones violar el objetivo cardinal del Acuerdo de París, algo que probablemente ya se verá en las próximas COP.

Esta falta de acuerdos en un tema tan importante como sustancial hizo aplazar la clausura de la COP27 dos días en busca de conseguir el consenso sobre la urgente necesidad de mitigar sustancialmente las emisiones de aquí a 2030 y llegar a un balance neutro a mitad de siglo.

Este debate “calentó” aún más el clima de la COP porque durante las discusiones se cruzaron temas contrapuestos. La mitigación del efecto invernadero con la financiación que los países en desarrollo deben realizar para hacer frente a la crisis climática.

En resumen, si no fuera por el acuerdo ya mencionado sobre la creación del fondo para costear los daños y pérdidas derivados del cambio climático actual y algunos otros de menor entidad, podría decirse que esta COP no sólo ha resultado decepcionante sino que además puesto en posiciones intransigentes a los diferentes bloques en cuestión.  

En definitiva, esta nueva emisión de la COP, dejo más ítems el lado del “debe”, pero sí una muy importante en el “haber”. Las pérdidas y daños serán de cara a la nueva COP en Dubai, en noviembre 2023, el objetivo a perseguir y revisar por parte de todas las partes. La crisis climática avanza y las soluciones no llegan a tiempo, según Guterres de no cambiar a tiempo el mundo se dirige a un suicidio masivo y con el pie en el acelerador. La COP 28 ya comenzó, el camino a recorrer para lograr los cambios necesarios no pueden esperar más.

*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.

Acerca del autor

Beto Cremonte

Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la Unlp, Licenciado en Comunicación social, Unlp, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS Unlp