La Coalición Equipo por Colombia, de derecha tradicional, que sorpresivamente excluyó al candidato oficial uribista para no cargar con su desgaste; la Coalición Centro Esperanza, de centro derecha, que nuclea a liberales tradicionales con el ala derecha del Partido Verde; y la Coalición del Pacto Histórico (PH), de centro izquierda.
Hasta ahora quedan por fuera de las coaliciones el candidato del Partido Centro Democrático, uribista, y un outsider, Rodolfo Hernández, que en modo trumpista y un bonapartismo primitivo va creciendo con la bandera de la anticorrupción.
Las elecciones parlamentarias están previstas para el 13 de marzo; simultáneamente se realizarán las primarías de las precandidaturas presidenciales de estas coaliciones, que suman en total 17 aspirantes. Esta será, en la práctica, un anticipo de la elección presidencial, pues los votos obtenidos por cada grupo marcarán tendencias para la primera vuelta, a realizarse el 29 de mayo, en la que se encontrarán los ganadores de las consultas y los que van solos. De no superar ningún candidato la mitad más uno de los votos emitidos, se pasa a segunda vuelta, programada para el 19 de junio.
El gran temor, para no decir terror, de la oligarquía está en la posibilidad de un triunfo en primera vuelta del candidato del PH que más marca en las encuestas, Gustavo Petro, con un 34%. Es claro que en la polarización de la segunda vuelta ese triunfo no está asegurado. En esta coalición electoral –de creciente imagen, pero poca organicidad colectiva– se presenta como una alternativa que puede obtener el segundo lugar en la consulta una lideresa afrodescendiente, Francia Márquez, del movimiento “Soy porque somos”, con un discurso anticapitalista, antirracista, ambientalista y feminista, que es toda una novedad en un escenario marcado siempre por el patriarcalismo y que nuclea a su alrededor a una parte de las fuerzas de izquierda revolucionarias. Existe un casi acuerdo tácito en que quien ocupe el segundo lugar en la consulta sería la/el vicepresidente; pero con un riesgo potencial de que el ganador –Petro lo ha insinuado con llamados al pueblo liberal y sospechosas reuniones– intente negociar a último momento con el tradicional Partido Liberal del retirado –por enfermedad– César Gaviria, que hoy no tiene candidato. Algo lamentablemente parecido a lo que parece proyectar Lula, que llevaría aquí y allá a repetir la traicionera experiencia del vicepresidente de Dilma Rousseff.
El PH presenta una lista cerrada a Senado con “cremallera”, un hombre-una mujer, que siendo un avance en la paridad de género no logró un acuerdo para elegir democráticamente a sus participantes y los puestos a ocupar, por lo que las decisiones se tomaron en la cúpula y, en algunos casos, excluyendo a líderes sociales reconocidos para incluir aliados a la derecha de último momento, de cuyas consecuencias se tiene una clara alerta temprana con lo sucedido a la presidenta Xiomara Castro en el Congreso de Honduras. Estos equivocados procederes llevaron a que miembros del PH crearan una lista abierta paralela –que se ordena por las y los más votados– y a que se presente una lista feminista del movimiento “Estamos listas”, otra importante novedad en este innovador escenario que se abrió con los Paros Nacionales de 2019, 2020 y 2021. La dispersión puede llevar a perder curules por no alcanzar el umbral requerido.
Por parte del gobierno Duque, que maneja todos los organismos de control y electorales, se preparan fraudes tradicionales y de nuevo tipo; se han retrasado los documentos de más de tres millones de jóvenes que quieren votar –la mayoría al PH–, y se ha agudizado la militarización del país como “respuesta” a masacres y atentados donde la gran mayoría de afectados son líderes de organizaciones sociales.
La implementación del acuerdo de paz, en particular su Reforma Rural Integral, la continuidad de las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la descarbonización ambiental del país y el apoyo a formas de economía popular está en el programa básico del PH, pero, como ha sucedido en otros procesos de la Región, la posibilidad de ir más allá estará determinada por el tamaño de la bancada parlamentaria y la posibilidad de convertir al Comité Nacional de Paro –fortalecido con las asambleas populares territoriales surgidas de esas gestas indignadas– en un sólido poder popular que sea reconocido como una bancada social por el gobierno del PH.
Notas:
* Filósofo.
Fuente: www.la-epoca.com.bo