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Como cualquier Úrsula…

Por Vito Petrocelli* –
Tres años de guerra por poder, vendidos como una amenaza para la seguridad europea y que, a pesar de todo, no han producido más que una derrota en el campo de batalla y cientos de miles de muertos, no han sido suficientes para que Merz, Macron, Von der Leyen y Kallas, entre otros, den marcha atrás.

19 de diciembre de 2025. Una fecha triste en la ya infame historia de la Unión Europea. El Consejo Europeo, que debía relanzar la «independencia» de los Estados miembros, concluyó con la sensación de los últimos acordes de los violinistas del Titanic y con la gran ausencia de una estrategia de paz.

En el orden del día, por supuesto, estaba la cuestión de Ucrania. Sobre la mesa se encontraba el tema de la financiación a Ucrania y el uso de los activos rusos, que ya se anunciaba espinoso en vísperas. La propuesta de la Comisión de utilizar los activos rusos congelados ya había sido duramente rechazada, además de por Hungría, la República Checa y Eslovaquia, sobre todo por el primer ministro belga De Wever.

De hecho, Bruselas es una de las ciudades más expuestas a posibles represalias rusas, ya que los activos rusos se encuentran, en su mayor parte, depositados en la sociedad de capitales Euroclear, con sede en Bélgica. Al final, la apuesta del conservador flamenco resultó ganadora y la propuesta de Merz-Von der Leyen de financiar el gobierno de Zelensky con fondos rusos fracasó.

El Consejo Europeo decidió mantener congelados los fondos rusos, pero optó por una fórmula diferente para financiar a Kiev: un préstamo de 90 000 millones de euros en los mercados de capitales, es decir, mediante la emisión de deuda común, garantizada por el presupuesto europeo. Lo que, yendo mucho más allá del simple apoyo económico, debía ser una demostración de la cohesión de la Unión en su apoyo a Kiev, ha sido, en cambio, el papel tornasol de la fragmentación de los países miembros y de la escasa credibilidad de la clase dirigente europea.

El ganador indiscutible es Viktor Orbán, que de un solo golpe consigue evitar el uso de fondos rusos y garantizarse, junto con la República Checa y Eslovaquia, una cláusula de exclusión voluntaria de la nueva tanda de financiación de la deuda. Como declaró un diplomático europeo a Al Jazeera: «Hemos pasado de salvar a Ucrania a salvar las apariencias». Ni siquiera eso, añadimos.

Nos encontramos ante la debacle de Europa. Una Unión de Estados vasallos de Washington, que han sacrificado todo por obedecer. Literalmente todo.

La ducha fría que les ha dado Trump, al declarar que Ucrania ya no es una prioridad para Estados Unidos, ha puesto de manifiesto la fragmentación y la debilidad del discurso europeo sobre el apoyo a Kiev. Tres años de guerra por poder, vendidos como una amenaza para la seguridad europea —los rusos llegarán hasta Lisboa, decían— y que, a pesar de todo, no han producido más que una derrota en el campo de batalla y cientos de miles de muertos, no han sido suficientes para que Merz, Macron, Von der Leyen y Kallas, entre otros, den marcha atrás.

Si 90 mil millones de deuda común son, según las delegaciones europeas y vistas las premisas de la propuesta de la Comisión, una forma de salvar la cara ante Kiev, ¿qué representan ante los millones de ciudadanos europeos que no llegan a fin de mes? ¿Ante los desempleados? ¿Para los enfermos a los que se les niega una asistencia sanitaria digna? Hace solo quince años nos imponían la austeridad, lágrimas y sangre como única forma de superar la crisis. ¿Y hoy? ¿Podemos endeudarnos alegremente para seguir financiando una guerra ya perdida?

Y aquí llegamos al triste júbilo del gobierno de Meloni. El júbilo de quienes han comprometido el dinero de las jóvenes generaciones de italianos para los próximos retretes de oro de los oligarcas ucranianos. El triste júbilo de quienes eligen el camino belicista de los «voluntarios» hasta el último ucraniano. El estridente júbilo de quienes no quieren afrontar la realidad y siguen delirando sobre la integridad territorial, la guerra híbrida y el apoyo incondicional a Ucrania. Como cualquier Ursula…

*Vito Petrocelli, Presidente del Instituto BRICS Italia. Ex Senador de la República de Italia

Artículo publicado originalmente en lAntidiplomatico.

Foto de portada: Foto: AP Photo/Gregorio Borgia

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