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China y Estados Unidos, el borde del presente

Por Gabriel Fernández*- La pugna entre el coloso asiático y la potencia del Norte se ha puesto candente. Exportaciones e importaciones, tierras raras, chips, derechos y estrategia son, en distintos niveles, los factores a considerar. Davos – OTAN diseñan provocaciones.

Los miembros de los BRICS + se van acostumbrando a comerciar entre ellos y a dinamizar el intercambio con las naciones del ASEAN, de Africa y de América latina. ¡De la OPEP! Esto origina un resultado parcial bastante evidente: los Estados Unidos no logran que sus advertencias sean consideradas un problema grave para la República Popular China. Complicado panorama para una nación que encara los vínculos a partir de amenazas y de obtener respaldo aliado en el despliegue de las mismas. El atlantismo en su conjunto, no está en condiciones de imponer exigencias; lo cual no significa que haya dejado de ser riesgoso.

Pocos días atrás el gobierno que lidera el presidente Xi Jingpin anticipó represalias contra Washington si el presidente norteamericano, Donald Trump, resolvía disponer nuevos aranceles del 100 por ciento a las importaciones chinas. Esa bravata del rubicundo atravesó el océano luego del planteo formulado por el Dragón sobre restricciones a la exportación de minerales de tierras raras“Recurrir a amenazas de aranceles elevados no es la forma adecuada de relacionarse con China”, expresó sin ambages el Ministerio de Comercio que conduce Wang Wentao en representación del gobierno de Pekín.

“Si Estados Unidos insiste en actuar unilateralmente, China tomará con firmeza las medidas correspondientes para salvaguardar sus legítimos derechos e intereses”, agregó la cartera. “Nuestra posición respecto a una guerra arancelaria es clara: no la queremos, pero no le tememos”. La intensificación de las tensiones sacude estados y empresas pues agita temores de una nueva guerra de aranceles como la que sucedió meses atrás, cuando los gravámenes sobre las importaciones chinas y estadounidenses subieron hasta cerca del 145 % y 120 %, respectivamente.

El coloso asiático no ha perdido su serenidad, pero endureció su postura. La incertidumbre ha vuelto a caracterizar las relaciones comerciales justo cuando se aguardaba que Trump y Xi Jinping se reunieran en Corea del Sur. El locuaz jefe de Estado norteño, al retomar el tema de las tierras raras como ariete, ha puesto en duda la realización del cónclave. China no tiene razones para esbozar una retromarcha: de hecho, la oficina de Wang instó a Washington a “corregir cuanto antes su enfoque equivocado” y a “preservar los avances logrados con tanto esfuerzo en las negociaciones”.

El gobierno chino calificó sus nuevas regulaciones sobre tierras raras como una “medida legítima” y responsabilizó a los Estados Unidos por la más reciente escalada, señalando que la administración Trump resolvió de medidas restrictivas contra China apenas dos semanas después de la última ronda de negociaciones comerciales celebrada en Madrid. Desde entonces, Washington añadió varias empresas chinas a su nómina de control de exportaciones, además de imponer aranceles especiales de puerto para barcos de esa nacionalidad. Se ha dicho que, en materia económica, cuando la estafa es enorme adopta un nombre decente.

“Las acciones de Estados Unidos han dañado gravemente los intereses de China y han socavado el ambiente de las conversaciones económicas y comerciales bilaterales. China rechaza enérgicamente estas medidas”, expresó el Ministerio en cuestión. Vale precisar que las medidas de control sobre tierras raras anunciadas desde Pekín, contemplan una lista ampliada de minerales restringidos y mayores controles sobre las tecnologías de producción y el uso en el extranjero, incluyendo aplicaciones militares y de semiconductores.

Ese horizonte cercano implicará una presión elevada sobre las industrias globales y las cadenas de suministro tecnológico que dependen de estos minerales para fabricar dispositivos electrónicos, semiconductores, automóviles y aviones de combate. Trump calificó esa medida en Truth Social como sorprendente y “extremadamente hostil”. En su estilo, insertó un extraño concepto. Dijo que implicaba una “vergüenza moral en el trato con otras naciones”. ¿Vergüenza moral? En realidad, hasta economistas ortodoxos estadounidenses evaluaron las medidas de Pekín como un reflejo de las restricciones que los Estados Unidos han impuesto por años, restringiendo su exportación de chips o equipos de fabricación de chips a China, desde su nación y desde terceros países.

Obviamente, el Ministerio de Comercio chino afirmó que la reacción del Norte ante las nuevas reglas sobre tierras raras demuestra su doble rasero. “Durante mucho tiempo, Estados Unidos ha sobreutilizado el concepto de seguridad nacional y abusado de los controles de exportación, adoptando medidas discriminatorias contra China e imponiendo restricciones unilaterales de ‘jurisdicción extraterritorial’ sobre una amplia gama de productos”. La lista de control de exportaciones de los Estados Unidos abarca más de 3.000 artículos, en comparación con poco más de 900 en la lista de China.

La administración de Xi ha criticado durante mucho tiempo a Washington por ejercer control más allá de sus fronteras mediante normas de exportación que prohíben a empresas de terceros países suministrar a China chips fabricados con tecnología estadounidense. La decisión comunicada por China esta semana señaló una modificación en su estrategia, al adoptar tácticas similares.

En una entrevista con Fox Business Network, transmitida dos días atrás, Trump admitió que su alza arancelaria “No es sostenible, pero esa es la cifra. Me obligaron a hacerlo”. Las medidas, según explicó, apuntan a proteger la industria tecnológica estadounidense y a presionar a Pekín para que reduzca su control sobre la cadena global de suministros. En sintonía con Como te digo una cosa, te digo la otraTrump afirmó que planea reunirse con el presidente chino dentro de dos semanas en Corea del Sur, luego de haber puesto en duda ese encuentro.

La impotencia norteamericana se refleja en esos vaivenes. Según el analista Pepe EscobarChina acaba de dar vuelta la situación lo cual implica el fin del juego para los Estados Unidos y su guerra comercial. Explicó que los nuevos controles de exportación sobre minerales de tierras raras vitales de China lo han cambiado todo. Mientras tanto, nuevas filtraciones sugieren que Rusia está armando a Irán con SU-35 para una eventual guerra con Israel. Es que al no poder doblegar a los asiáticos, se intenta provocar a los rusos. “El caos de Trump se vuelve en su contra”. Vale repasar sus consideraciones en el siguiente video:

Pero hay más. Cabe considerar que a partir del boom de los commodities, sobre comienzos de siglo, China se viene relacionando con América latina a través del comercio, los préstamos y las inversiones. Con un avance persistente, superó hace cinco años al menos a la Unión Europea como segundo socio comercial del subcontinente. En varias naciones ya está por encima de los Estados Unidos. El gobierno de Trump, está desarrollando este año una diplomacia coercitiva, que no logra competir con los recursos concretos ofrecidos por el gigante milenario. En Occidente, las personas conocen el precio de todo, pero ignoran el valor de cada cosa.

Considere, lector, el parecer de especialistas de variadas orientaciones. El experto en temas asiáticos José Luis León-Manriquez, de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, puntualizó ante el cuadro descripto, que “El panorama está cambiando. Algo que no era una ‘Guerra Fría 2.0’ se está convirtiendo en eso. Ninguna potencia alternativa a los Estados Unidos tuvo desde el fin de la Primera Guerra Mundial una presencia tan importante en la región como China”. Sin embargo, Washington “tardó mucho en reaccionar. Cuando despertó de este sueño de que América latina solo se gobernaba con políticas neoliberales, se dio cuenta que China ya era el primer, segundo o tercer socio comercial”.

Por su parte, David Castrillón-Kerrigan, profesor de la Universidad Externado de Colombia e investigador de la política exterior de China y Estados Unidos, indicó: “Que Estados Unidos pretenda regresar a un discurso de bien o mal, resulta anacrónico, no resuena en la región en los tiempos en los que vivimos. Eso no quiere decir que no ponga presión y tenga efectos reales. Está amenazando, ejerciendo su poder y puede lograr algunos objetivos”. El docente subrayó que los países de América latina tienen “necesidades apremiantes, de desarrollo, infraestructura” y por ende “buscan soluciones de donde vengan, con socios que estén disponibles”.

Asimismo, Zara Albright, investigadora de la Universidad de Princeton, especializada en las relaciones de América latina con ambas potencias, expresó en dirección semejante que “La estrategia de Estados Unidos ha sido más de amenazas que de incentivos”. La politóloga, indicó que una estrategia más sostenible para Washington, en lugar de la coerción, sería apuntar a financiamientos de proyectos de valor agregado, ya que China se ha enfocado en los productos primarios, pero ese incentivo no parece estar por ahora en la lista de opciones de los Estados Unidos. Al respecto, solo cabe subrayar: es que no puede.

Nuestro compañero en la Gráfica, geógrafo de la Universidad de Buenos Aires y periodista, Néstor Gorojovsky, puntualizó que “Lo que realmente importa de las “tierras raras” es el proceso de refinación de estos elementos químicos, de comportamiento muy similar y por lo tanto de muy difícil separación. China es el único país del mundo que domina plenamente está técnica, a cuyo desarrollo su Estado dedicó grandes esfuerzos desde la década de 1990”. Añadió enseguida que “Siempre es importante acceder a los yacimientos y las reservas (las de la Argentina, de paso sea dicho, aún no han sido claramente determinadas aunque pueden ser importantes). Pero la centralidad de la gran potencia industrial del Extremo Oriente está dada mucho más por el ´know how´ (lo que sabe hacer) que por la de todos modos no despreciable dimensión de sus reservas”.

Volvamos al primer párrafo. En abril, cuando los Estados Unidos lanzaron su ofensiva arancelaria, las exportaciones chinas a ese país ya se habían reducido; ahora, mientras se realiza este artículo, siguen menguando. Esto significa que, aun si se registrara una ruptura integral entre ambos protagonistas, la economía asiática no se vería dañada. En realidad, el objetivo de Xi Jingping es llevar al límite la posibilidad de diálogo hasta alcanzar un equilibrio entre las necesidades propias y las ajenas. El dilema radica en que para los norteamericanos ese concepto, el de equilibrio, no es otra cosa que primacía.

Las economías de ambas naciones están entrelazadas. Si llegan a desacoplarse, explican los especialistas ante la consulta de este narrador, China tiene un entorno multipolar adecuado para seguir adelante, mientras los Estados Unidos solo pueden recurrir a laderos deficitarios como los del centro occidental. Se percibe que los planes de contingencia de uno y otro son diferentes. No necesariamente por torpeza norteña, aunque las dificultades están haciendo tropezar a Trump; lo que sucede es que, aun cuando el estentóreo aprehenda el sentido del presente, está cargando con décadas de imprevisión y deterioro. Como contracara derivada del vigor que implica el crecimientoChina no tiene intención de chocar con su adversario. Puede ganar, pero está fascinada con la idea de coaligar civilizaciones en base al respeto.

El pueblo norteamericano consideró pertinente la promesa trumpiana de re industrializar la nación. Eso no se está revelando sencillo. Su Estado está penetrado por los intereses rentísticos y las compañías que podrían liderar el renacer son conglomerados carentes de un sentido patriótico que las impulse a realizar esfuerzos con tal objetivo. Las gerencias de esos espacios, ante la exigencia presidencial de mudar sus ejes productivos para limpiar el óxido, solo se preguntan ¿por qué vamos a hacer eso? Es que después de liderar –Consenso de Washington mediante-, la globalización, estos Estados Unidos desterritorializados pretenden virar su propia acción previa y modificar las tonterías neoliberales que impusieron a otros y con las cuales se flagelaron a sí mismos.

Mientras la UE y la OTAN exigen a sus miembros canalizar el grueso de sus recursos hacia las corporaciones financieras y el área de Defensa, y gastar en combustible fósil mucho más que lo habitual hasta el inicio del reciente tramo del conflicto en la frontera euroasiática, los BRICS + y la Organización de Cooperación de Shanghai incentivan a sus asociados para que fomenten la Franja y la Ruta, promuevan inversiones productivas y acentúen el intercambio horizontal. Este cuadro de situación implica que, ahora mismo, cuando el centro occidental necesita fortalecerse para mejorar su economía, las recetas planteadas en su área de influencia derivan en retracción complicaciones renovadas.

Ver para entender. Sólo es preciso atisbar la situación que atraviesan Alemania y Francia, por no ir más lejos. Han aplastado toda herencia labrada por Konrad Adenauer y Charles De Gaulle y han admitido las fórmulas del deterioro acelerado. Aunque nadie lo perciba, una contracara (no la única, claro, pero se la incluye aquí para apremiar el sentido común) bien puede observarse en Arabia Saudita. Ni siquiera la influencia extraordinaria lograda por el Reino Unido y su amigo americano sobre la criminal monarquía, alcanzó para evitar un vuelco orientado, con sencillez, por los beneficios duros.

Ahora bien, aunque para quien transita esta secuencia las opciones pueden resultar nítidas, es preciso entender que el tándem Davos – OTAN está conformado por una trama de nervaduras que lo inducen al conflicto como modo de supervivencia. No es el Sol quien le provee la luz destinada a la fotosíntesis, sino el resplandor originado por la detonación de armas con gigantesco poder destructivo. Por eso resulta necesario afrontar este borde del presente con sumo cuidado. Pese a la retirada parcial en Gaza, las provocaciones de Israel sobre el Líbano e Irán se van a redoblar, la propaganda anti rusa puede brindar el clima adecuado para alguna agresión que fuerce una réplica. Y algún esbirro fuera de foco quizás intente ocupar por un instante el centro de la escena.

TODO ESTO HA TERMINADO. Para completar el paisaje a través de una mirada portadora de matices que ameritan consideración, vale zambullirse en los conceptos de Michael Hudson, economista, investigador y consultor. El diálogo es orientado por un colega respetado por este periodista, Glenn Diesen. A lo largo del mismo pueden hallarse descripciones muy coincidentes con los planteos que usted absorbe en estas Fuentes Seguras, así como apuntes certeros sobre la actitud expulsiva norteamericana, una ironía acerca del Premio Nobel, y en el cierre varias consideraciones que un lector atento podrá comparar con nuestra Comunidad Organizada.

Profesor Glenn Diesen: Hoy nos acompaña Michael Hudson, uno de los economistas políticos más destacados del mundo, para hablar sobre el desarrollo de un sistema económico internacional multipolar que se está construyendo actualmente en China. Bienvenidos de nuevo al programa.

Prof. Michael Hudson: Bueno, gracias por invitarme. Hay muchísimas cosas en marcha ahora mismo.

Glenn Diesen:  Sí, es increíble la rapidez con la que se están produciendo estos acontecimientos. Pero si quieren ver lo extraordinario que es todo esto en un período relativamente corto, basta con observar los últimos treinta años. Porque, si recuerdan, al final de la Guerra Fría, el principal objetivo de la política exterior de Rusia era integrarse con Occidente para crear un hogar europeo común, o una Gran Europa. Y luego, por supuesto, hemos visto en las últimas décadas que el expansionismo de la OTAN comenzó a acercar cada vez más a Rusia a China, y después de 2014, Rusia abandonó la Gran Europa en favor de lo que llama la Gran Eurasia. Y Trump, al llegar al poder, pareció reconocer este error, casi parafraseando a Henry Kissinger, cuando dijo que fue un grave error empujar a Rusia a los brazos de China. Sin embargo, vemos cómo se ha cometido un error colosal en política exterior con todos estos aranceles y amenazas. Así que, una vez más, las sanciones secundarias contra India también están empujando a India hacia China y Rusia. Ahora estamos viendo ese papel en la reunión de la organización de Shanghái y la formación de nuevas alianzas. Es realmente extraordinario. Me preguntaba cómo interpretas toda esta situación.

Michael Hudson: Bueno, lo interesante es que, si bien Trump representó al estado profundo al declarar la guerra al resto del mundo, la única guerra que ganó fue contra sus propios aliados: Europa, Corea y Japón. Unió al resto del mundo. Y es precisamente esta beligerancia neoconservadora la que, de alguna manera, unió al resto del mundo para adoptar las medidas que está tomando ahora, unos seis meses después de que Trump asumiera el cargo.

Y lo que está sucediendo es un realineamiento geopolítico, y todo el tema de esta reunión de la Organización de Cooperación de Shanghai fue la gobernanza global, eso es lo que estaba diciendo el presidente Xi, y no se trata solo de la gobernanza de los países de la OCS, es a favor de todos los países que han sido expulsados ​​de la órbita de Estados Unidos, y, por supuesto, el catalizador que preparó el escenario fueron los aranceles de Trump contra India.

El primer ministro indio, Modi, pasó una hora en limusina con el presidente Trump, hablando de las relaciones entre India y Rusia. Trump básicamente le dijo a India que les bloquearía el mercado estadounidense y que esto causaría estragos en su economía si no dejaban de importar petróleo y energía de Rusia. Pues bien, lo que Modi dijo y explicó a la audiencia fue que el comercio petrolero de India es mucho más importante para su economía que el comercio con Estados Unidos. Convertir el petróleo en energía para impulsar su industria, toda su economía, y generar ganancias del comercio con la balanza de pagos es más importante que producir mano de obra barata en el sector textil y otros sectores que las empresas estadounidenses esperaban utilizar en India como contrapeso a China. Dirán: «Bueno, no necesitamos mano de obra china para producir iPhones y otros productos. Podemos usar mano de obra india».

Todo esto ha terminado. Y justo después de las reuniones de la OCS, nos dirigiremos directamente a las reuniones más amplias de los BRICS, y el primer ministro indio, Modi, será el líder de los BRICS el próximo año, porque le toca a India ser la anfitriona de los BRICS, y se reunirán en India. Bueno, justo un mes antes de estas reuniones, todos estaban preocupados de que India fuera el lado débil de los BRICS, porque en cierto modo era muy similar a Turquía. Intentaba jugar con Estados Unidos y el mundo BRICS chino en ambas direcciones, y Trump descartó la opción de que India se alinease con Estados Unidos, a pesar de que tantos multimillonarios y corporaciones adineradas indias tienen vínculos con Estados Unidos.

Modi comprendió que el futuro de la economía india está en manos de Rusia, China, Irán y el resto de la región BRICS. Todo esto ha sido el telón de fondo, y lo que ha quedado claro en los discursos de Putin, Xi y otros es que han transcurrido 80 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y Estados Unidos ha tenido prácticamente vía libre para diseñar el orden económico internacional –el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y la Guerra Fría– en sus propios términos. Estos términos prometían ser multilaterales y ser los que sustentaban la Carta de las Naciones Unidas, especialmente la multipolaridad, la igualdad de trato para otros países, la ausencia de aranceles selectivos y la ausencia de sanciones contra ciertos países, a los que se les indicó con quién podían comerciar, con quién podían invertir y qué debían hacer.

Y todo esto ha sido violado a un ritmo acelerado por los neoconservadores estadounidenses en su Guerra Fría. Así, la forma en que el presidente Xi, anfitrión de estas reuniones, viajó a Pekín para el gran desfile militar, nos llevará ahora a retomar el rumbo que debería haber tomado 1945: hacia una alternativa al fascismo, una alternativa al nazismo, una alternativa al militarismo japonés. El presidente Xi enfatizó el papel de China en la derrota de Japón, así como el de Rusia en la de Alemania, y el acceso y los grandes sacrificios que hicieron, a pesar de que, según su narrativa, ganaron la guerra contra las potencias del Eje.

El hecho es que fue Estados Unidos quien diseñó el mundo de posguerra. Contrató a tantos científicos y políticos nazis como pudo en la Operación Paperclip para combatir el comunismo en Latinoamérica, Europa y otros países. Contrató a sus científicos, Verner von Braun y otros, para el programa espacial estadounidense, pero fue Estados Unidos quien fracasó en poner fin a la Segunda Guerra Mundial, y ahora el canciller Mertz en Alemania dice: «Reiniciaremos la Segunda Guerra Mundial, y esta vez, Alemania será el ejército alemán quien derrote al ejército ruso».

Este es el contexto que ha consolidado a los países BRICS, y el resultado es una división global, pero es diferente a cualquier otro intento de lograrlo en los últimos 70 años. En 1954, los países no alineados se reunieron en Bandung, Indonesia, y declararon que necesitaban un orden más justo y equitativo que nos permitiera desarrollarnos y no lo frenara con deuda externa, libre comercio y la limitación de proteger y subsidiar nuestra industria. Pero no pudieron hacer nada al respecto porque eran demasiado pequeños y actuaban solos. Los países no alineados no pudieron hacerlo solos, ni siquiera juntos, porque carecían de la masa crítica.

Lo que cambió todo esto desde la década de 1990 fue, obviamente, China, que ahora puede ser el eje de esta masa crítica, en gran medida gracias a sus políticas financieras, sus reservas de divisas, su poder económico, su capacidad exportadora y su destreza tecnológica. Esto ha permitido la entrada por primera vez de países fuera de la órbita estadounidense y europea. Creo que ya hemos debatido esto antes, para crear una alternativa, y estas reuniones en la OCS, a las que seguirán las reuniones de los BRICS, se centrarán en definir exactamente cómo pretenden reestructurar este nuevo orden económico. Y esta vez, tienen el poder suficiente para lograrlo.

Y es obvio que el comercio será un elemento clave en todo esto. Estados Unidos intenta usar el comercio exterior como arma, afirmando que podemos obligarlos a seguir nuestras directrices políticas, como aislar a Rusia y China y unirse a la Guerra Fría estadounidense contra ellos, bloqueando su acceso al mercado estadounidense. Bueno, eso es usar el comercio como arma, afirmando que podemos causarles estragos si no siguen nuestros consejos.

Así que, la alternativa a todo esto es que, creo, todos los oradores en Tianjin dijeron: «Comerciaremos entre nosotros». Si no comerciamos con Estados Unidos, renunciaremos al mercado estadounidense. De hecho, India no tiene más opción que renunciar al mercado estadounidense. Si se mantienen los aranceles de Trump contra India, comerciará consigo misma. Y todo esto tiene una dimensión militar, y ese es el marco para debatir todos los cambios económicos, financieros y relacionados. Es una lucha civilizada para reestructurar todo el sistema comercial y financiero exterior. Lo desdolarizaremos.

Allí, el presidente Putin enfatizó que el comercio entre China y su propia moneda sería mucho más eficiente si Rusia comprara dólares para pagar a China, y China luego los convirtiera a su propia moneda. De esta manera, se evitaría el gasto en divisas y las comisiones asociadas, sin mencionar que Estados Unidos ha instrumentalizado las finanzas internacionales al excluir a Rusia, China y otros países del proceso rápido de compensación bancaria.

Así pues, todo lo que Trump hizo para aislar a otros países financiera, comercial y militarmente tuvo el efecto contrario. Los impulsó a unirse. Y todo lo que la OCS, los BRICS y los países de la mayoría global tuvieron que hacer fue: si queremos actuar juntos como una unidad, ¿cómo podemos establecer las reglas del comercio y las finanzas para que se conviertan en algo multilateral, global, en constante evolución y justo?

¿Cómo podemos desdolarizar para que Estados Unidos no pueda apropiarse de nuestra moneda extranjera como hizo con los 300.000 millones de dólares de Rusia, o del oro como hizo el Banco de Inglaterra con las reservas de oro de Venezuela y otros países? Esta división global es explícita en el sentido de que no estamos creando un nuevo tipo de civilización. Estamos retomando la civilización interrumpida por la Guerra Fría estadounidense, que transformó las finanzas y el comercio, violando todos los principios de las Naciones Unidas, que se nos prometió al final de la Segunda Guerra Mundial que serían subvencionados y apoyados por Estados Unidos. Este es, esencialmente, el marco en el que ha ocurrido todo esto.

Putin ha dejado claro que la ruptura con Europa, y en especial con Alemania, tardará décadas en sanar. Rusia ha aceptado que el gasoducto Nord Stream a Europa probablemente no se reabra. Podría reabrirse el gas, pero depende de Europa. Europa ha quedado realmente atrapada en la órbita estadounidense, y es como si el efecto general de esta Guerra Fría, de toda la estrategia de Trump contra Rusia y China, hubiera sido atar a Europa a la dependencia de Estados Unidos para el gas natural licuado y, sobre todo, para el petróleo, y uno de los pilares de su balanza de pagos: la venta de armas militares.

Modi se quejó de que Trump había anunciado que estaba presionando a India para que comprara más armas estadounidenses y criticó a India por comprar armas rusas. No creo que Modi dijera abiertamente: «Bueno, nuestras armas funcionan y las suyas no», dado que presenciamos el desarrollo de la guerra en Ucrania. No dijo nada, pero es obvio que Estados Unidos ha perdido a India como principal comprador de sus carísimos aviones, misiles y otras armas del complejo militar-industrial.

Así pues, este es un duro golpe para Estados Unidos, pero Europa está obligada a la compra de armas estadounidenses, y todos los acuerdos arancelarios de Trump con Europa han generado una gran rendición de la economía europea a Estados Unidos, impidiéndole comerciar con los países BRICS, los países asiáticos con las economías de más rápido crecimiento del mundo. Se está gestando una revolución política en Europa que exige la eliminación de los partidos gobernantes. Necesitamos partidos nacionalistas. Y, como hemos comentado aquí, es sorprendente que todo esto siga ocurriendo casi exclusivamente en la derecha del espectro nacionalista, no en la izquierda.

Pero en algún momento, el partido de Sarah Wagenknecht en Alemania y otros partidos en Gran Bretaña reemplazarán a los partidos neoconservadores pro-estadounidenses. Pero, como usted dijo, la ruptura irreversible ya se ha producido. La identidad y la estructura de las reglas que el mundo, la mayor parte del mundo, serán las reglas decididas por China, Rusia, India, los BRICS y la mayoría global. Esto dejará aislados no solo a Estados Unidos, sino también a Europa. Sobre todo teniendo en cuenta que, en los últimos días, Von der Leyen, Alemania y la UE han anunciado su intención de suministrar misiles a Ucrania y atacar a Rusia. Esto no hace más que confirmar la irreversibilidad del aislamiento de Europa Occidental del resto de Eurasia.

Glenn Diesen: Quería insistir sobre el trato a la India, porque me parece totalmente fuera de lugar. Bueno, para ponerlo en contexto, para mí el punto de inflexión fue hace una década. En 2014, un año crucial, presenciamos el golpe de Estado en Ucrania, que acabó con la esperanza de Rusia de una Europa común. Esto ocurrió casi al mismo tiempo que China lanzaba su Iniciativa de la Franja y la Ruta, por tierra y mar.

Al mismo tiempo, China lanzaba el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Y el plan China 2025 para desarrollar liderazgo en tecnologías clave. Así, se vio surgir simultáneamente en China el formato de nuevas tecnologías, industrias, corredores de transporte, bancos y múltiples monedas, mientras caía el gobierno de Ucrania. Para mí, fue simplemente increíble porque, por primera vez, existía un país como China con la capacidad y la preparación para desafiar el sistema económico centrado en Estados Unidos, y esto sucedía en el momento de acabar con el sueño de Rusia de integrarse con Occidente.

Simplemente no lo entiendo, y no parece que Washington esté cediendo. Justo hoy vi a Navarro pronunciar discursos del tipo: «Sabes, India, no puedes comprar energía rusa» o «No deberías comprar armas rusas». Y, bueno, “nos gusta Modi, pero esto es inaceptable”.

Michael Hudson: Bueno, usas la palabra «inaceptable», y eso es precisamente lo irónico. Demuestra que Estados Unidos no había calculado cuidadosamente los costos y beneficios de lo que hacía. Piensa en lo que significaba la palabra «inaceptable», cómo Estados Unidos… no lo aceptará. George Bernard Shaw contó una historia: estaba en una fiesta y una mujer se le acercó, creo que era una chica que regresaba de la India, y le dijo con mucho orgullo: «Acepto el mundo». Y George Bernard Shaw respondió: «Bueno, señora, de verdad no tiene otra opción, ¿verdad?». Esa es la situación con Estados Unidos: cuando dicen que no aceptan lo inevitable, eso no tiene relación con la realidad.

Es como si el rey Canuto intentara detener la subida del nivel del mar. No tiene ningún efecto. Y la mayoría de los responsables políticos, creo, en todas sus declaraciones desde el inicio de la guerra de la OTAN en Ucrania, incluso hoy, afirman que la fuerza de Trump y su poder sobre otros países, que le permitió anunciar los aranceles el Día de la Liberación, reside en que otros países necesitan el mercado estadounidense porque la crisis será tan grave que la alternativa a aliarse con Estados Unidos es el caos.

Bueno, obviamente, Pekín, Moscú y ahora Nueva Delhi han decidido que su capacidad para tolerar una interrupción comercial es mucho mayor que la de Estados Unidos y Europa. Que no es tan difícil de reemplazar el mercado estadounidense para estos países. China ya ha trasladado su demanda de soja de Estados Unidos a Brasil al 100%.

El resultado es que los precios de la soja se están desplomando en Estados Unidos. El sector agrícola, un sector político clave en Estados Unidos desde la década de 1930, está sufriendo seriamente la pérdida del mercado chino, y ahora otros aliados del BRICS, China, Rusia, India y otros países con mayoría global, pueden reestructurar su comercio entre sí.

Obviamente, habrá costos a corto plazo. Habrá despidos. Estoy seguro de que muchas empresas textiles en India han tenido que cerrar repentinamente. Es posible que el fallo de de la Corte Suprema, que declara ilegales los aranceles de Trump, genere esperanzas de que, bueno, tal vez estos aranceles tengan que ser derogados. Esto no tendrá ningún efecto, porque tanto republicanos como demócratas en el Congreso apoyan plenamente las acciones de Trump. Apoyaron la guerra contra China. Así que esto no llevará a otros países a decir: «Podemos reabrir nuestras fábricas y empezar a exportar a Estados Unidos de nuevo, porque todo se revertirá y se cerrará de nuevo una vez que el Congreso vote». ¿Apoyan la guerra de Estados Unidos contra China? Bueno, todos la apoyan. Los políticos, sin duda, la apoyan. El público estadounidense, no. Las encuestas muestran que la ciudadanía desea lo mismo que el presidente Xi y el presidente Putin. Quieren paz. Quieren comercio normal y prosperidad.

Esto no es lo que quieren los senadores y representantes del Congreso estadounidense. Quieren una Guerra Fría. Quieren pobreza. Quieren inflación. Quieren un dólar en declive. Son los políticos quienes están destruyendo la economía, no los votantes ni la comunidad empresarial, que saldrán perdiendo. Lo asombroso es que Estados Unidos no actúa realmente en su propio interés, y aparentemente eso se debe a que la CIA, el Consejo de Seguridad Nacional, el Consejo de Asesores Económicos y todos los economistas del gobierno han calculado mal los costos y beneficios de reestructurar este orden mundial.

No pueden reconocer, por razones ideológicas, la razón por la que China y sus aliados avanzan. No pueden reconocer que una economía de mercado socialista funciona mejor que una economía financiarizada y beligerante que experimenta déficits crónicos de balanza de pagos y deuda pública debido a la Guerra Fría. No pueden reconocerlo.

Glenn Diesen: Bueno, muchos de los acuerdos que se están cerrando son, obviamente, principalmente económicos, y sigo insistiendo en que India jamás querría unirse a nada que pudiera considerarse un grupo antiestadounidense, porque su principal objetivo es diversificar sus lazos y comerciar con todo el mundo. Por lo tanto, no se trata de un grupo contra Estados Unidos, sino de un grupo que se protege de Estados Unidos. Si Washington no adoptara una postura antiindia, India sería mucho más cautelosa.

Pero ahora saben lo que realmente pueden hacer, y saben, no creo que jamás se sometieran ni capitularan ante las exigencias de Washington. Pero incluso si lo hubieran hecho, ¿cuáles habrían sido las recompensas? Hemos visto a los europeos hacerlo. Firmaron todos los acuerdos que propuso Trump. Aunque la UE lo calificó de pésimo acuerdo comercial, lo firmaron. Y se quedaron sentados como buenos escolares frente a su escritorio. Hicieron todo lo que se les pidió, esperando que su obediencia fuera recompensada, pero no fue así. Todo lo que hicieron fue aislarse de Rusia, China, Irán y, ahora, quizás incluso de la India en el futuro. Y en realidad, no han sido recompensados. Solo son más dependientes de Estados Unidos, lo que debilita aún más su posición. Así que, saben, sería una suposición bastante descabellada creer que los indios seguirán el mismo camino.

Michael Hudson: Bueno, ni el presidente Xi ni el presidente Putin hicieron referencia alguna a Estados Unidos en sus discursos. No hubo ninguna referencia. No describen explícitamente lo que hacen como oposición a Estados Unidos y Europa. Simplemente lo ignoran. Se apoyan mutuamente.

De lo que hablan es de revivir los principios que sustentan la multipolaridad, la igualdad de trato y la no injerencia de las Naciones Unidas en los asuntos de otros países. Definamos entonces un orden mundial ideal al que todos podamos adherirnos como parte de una situación beneficiosa para todos, y no permitamos que ninguno de nuestros países miembros utilice el comercio exterior como arma, las finanzas internacionales como arma, ni que resuelva nuestras diferencias en el campo de batalla en lugar de mediante negociaciones. Nada de esto; simplemente ignoraron a Estados Unidos.

Así que no se trata de que India ni ningún otro país participante se oponga a Estados Unidos. Lo que dicen es que seguimos principios fundamentales que, en nuestra opinión, constituyen los principios de la civilización misma. Y estos principios de civilización están consagrados no solo en el derecho de la ONU, sino en el Tratado de Westfalia de 1648: igualdad entre las naciones, no injerencia en otros países, en asuntos internos, no cambios de régimen ni asesinatos secretos de jefes de Estado, nada de eso.

Solo hablan del maravilloso mundo que intentamos crear, y otros países no querrán unirse, obviamente Estados Unidos y Europa no lo harán, porque forman parte de otro mundo, fuera de la civilización, fuera del Estado de derecho. Los presidentes Xi y Putin han hablado repetidamente de una ley nacional internacional vinculante contra el orden basado en normas estadounidenses, y la utilizan con bastante frecuencia. Son estas normas las que Trump y Estados Unidos han limitado en cierta medida, el esfuerzo estadounidense en todo esto, y se puede ver cómo Estados Unidos se ha convertido en un modelo de lo que la mayoría global evitará en esta confrontación global.

La exigencia de Trump de que las empresas europeas, japonesas y coreanas reubiquen sus industrias automotrices, informáticas y otras importantes en Estados Unidos, o que permitan a las empresas estadounidenses controlar sus tecnologías emergentes clave sin tener que declarar ingresos imponibles ni pagar impuestos, como también han intentado hacer los países europeos, impide que las empresas estadounidenses lo hagan. La política exterior estadounidense se basa en cómo podemos causar estragos en otros países y dañar sus economías, para que se vean obligados a aliarse con nosotros.

Bueno, normalmente, si se pretende dañar y combatir a otro país, esa no es la manera de hacerlo dependiente de uno, a menos que se gobierne mediante el miedo y la coerción. Y toda la estructura futura de la OCS y los BRICS, como han anunciado sus portavoces, será voluntaria; voluntaria porque la gente busca el beneficio mutuo, no un juego de suma cero, y Donald Trump declaró que las relaciones con Estados Unidos deberían ser bilaterales, país por país, y que Estados Unidos debería ser el ganador; los demás países, los perdedores.

Lo ha repetido una y otra vez en sus discursos y escritos en línea. Así que, en cierto sentido, Trump ha expresado exactamente lo contrario de todo lo que el resto de Asia y la mayoría global quieren evitar. Y esto les está ayudando a redactar las normas que impedirán que cualquier país miembro lo vuelva a hacer. Así que, en ese sentido, quizás debería ganar el Premio Nobel. Aceleró y catalizó la creación de un mundo justo e ideal en paz. Simplemente no se aplica a Estados Unidos ni a Europa.

Glenn Diesen: Sí, pensé lo mismo: que podría haber un premio de la paz, un premio involuntario, otorgado por unir a todos estos países, como India y China, que enfrentan todas estas tensiones y ahora se dan cuenta de la necesidad de superar algunos de estos problemas para crear nuevas alternativas económicas. Pero lo que me parece fascinante es que mucho de esto podría haberse previsto. De hecho, se predijo hace tiempo. Por ejemplo, en la obra académica de personas como John Roi, quien en la década de 1980 escribió sobre cómo se podría esperar que se desarrollara el sistema económico internacional. En aquel momento, señalaba que cuando existe un enorme poder económico concentrado en una potencia hegemónica como Estados Unidos, esta tendría la capacidad de actuar como una potencia hegemónica benigna simplemente porque tendría el incentivo de crear un bien común para el sistema internacional; es decir, que el resto del sistema internacional confiaría en su control administrativo sobre la economía internacional.

Así, Estados Unidos podría decir: «Aquí tienen acceso a tecnologías e industrias clave confiables». Tienen acceso a corredores de transporte bajo el control de la Armada estadounidense, que no se verán interrumpidos. Tienen acceso a la moneda de reserva. Todos podemos comerciar con el dólar. Tienen acceso a las finanzas globales. Y toda esta arquitectura está bajo el control de Estados Unidos. Y es un incentivo para que Estados Unidos mantenga este sistema abierto y liberal para que el resto del mundo pueda acceder a él. Y esto sentaría las bases de un sistema económico internacional que, de hecho, consideraría a EEUU una potencia hegemónica benigna. Otros países confiarían en ellos. Se sentirían más o menos cómodos bajo el liderazgo estadounidense.

Sin embargo, también enfatizó que cuando la potencia hegemónica esté en declive, esto dejará de funcionar, porque entonces probablemente utilizará su control administrativo sobre la economía internacional para impedir el ascenso de rivales. Por ejemplo, con China, o al cortar el acceso de Irán a la tecnología y la industria, bloquear su acceso a los corredores de transporte, confiscar sus petroleros, confiscar su oro e impedir que los países accedan a bancos y divisas, convierte repentinamente todo el sistema económico en un arma y la confianza desaparece. Y esto solo intensificará la necesidad de alternativas.

Y, de nuevo, aquí es donde nos encontramos ahora. Estados Unidos busca una economía tributaria, donde otros deben pagar tributo o encontrar la manera de extraer poder industrial u otra riqueza de otros países. Esta es solo una medida destructiva y a muy corto plazo, y se está perdiendo mucha confianza. Lo que quería decir es que, aunque muchos de estos acuerdos que se están firmando ahora en China son de naturaleza económica, se supone que deben formar un nuevo sistema internacional. Pero ¿cuáles son los principios clave de este sistema, desde la perspectiva de quienes lo establecen? Porque ciertamente no será un orden internacional basado en reglas, que no es internacional. No está basado en reglas y, como saben, ni siquiera es ordenado. Entonces, ¿qué buscan realmente?

Michael Hudson: Bueno, ya escribí lo que acabas de describir en mi libro «Global Fracture» en 1978, y creo que estas reglas se han difundido ampliamente. Mencionaste el transporte. El ministro ruso Lavrov abordó este tema en un discurso el mes pasado. Dijo que habló sobre la necesidad de establecer mecanismos de comercio exterior que Occidente no pueda controlar, como corredores de transporte, sistemas de pago alternativos y cadenas de suministro.

Y, como ejemplo, citó cómo Estados Unidos paralizó la Organización Mundial del Comercio al negarse a admitir a un tercer juez, impidiendo así la formación de un panel de tres jueces. Estados Unidos solo tiene la capacidad de impedir que otros países tomen medidas. Por ejemplo, el veto estadounidense impidió que las Naciones Unidas denunciaran a Israel.

Y se pueden observar los resultados del poder de veto de Estados Unidos. Estados Unidos no se unirá a ninguna organización sin poder de veto, porque argumenta que esto significaría dejar que otros países controlen su economía. Pues bien, ningún país de la mayoría de los países del mundo tendrá ese tipo de poder de veto.

Esto resultó ser el talón de Aquiles de la capacidad de las Naciones Unidas, la capacidad de Estados Unidos para bloquear cosas, y simplemente la corrupción, la forma en que sobornaron al Organismo Internacional de Energía Atómica para que permitiera a Rafael Grossi entregar a Israel la localización de todas las centrales nucleares iraníes y los nombres de los científicos para asesinar y bombardear. Lavrov mencionó esto.

Así pues, como usted acaba de señalar, el mundo ya no se regirá por las reglas unilaterales de Estados Unidos, sujetas a la desesperación. Estados Unidos actúa movido por la desesperación, intentando detenerlo todo, y el presidente Putin ya lo describió en 2022, cuando sentaba las bases de lo que presenciamos hoy. Afirmó: «Los países occidentales llevan siglos afirmando que traerán la libertad y la democracia a otras naciones. Sin embargo, el mundo unipolar es inherentemente antidemocrático y no libre. Es falso e hipócrita de pies a cabeza».

Bueno, esa es la declaración más directa que se puede hacer. Y se puede ver cuántas personas fuera de Estados Unidos han dicho: «Bueno, los últimos tres años, desde 2022 hasta ahora, simplemente lo han confirmado. Necesitamos una alternativa». Y ese es precisamente el punto: esta es la primera vez que se les ha presionado para que revelen claramente las reglas de una alternativa. No pueden simplemente decir: «Vamos a separarnos de Estados Unidos y actuar por nuestra cuenta».

Necesitan comprender las reglas que rigen si actuamos por separado, y cómo estableceremos las reglas para definir cómo comerciamos de manera justa entre nosotros y cómo financiamos este comercio exterior. China ha anunciado que establecerá un banco capaz de otorgar crédito a los países que tienen déficit con China o que financian inversiones chinas en estos países para desarrollar iniciativas de construcción, carreteras y transporte que les permitan producir para los mercados de los demás, en lugar de los mercados estadounidense y europeo.

Glenn Diesen: Creo que mi última pregunta va a ser… sí, mi última pregunta es que este es un sistema económico muy diferente, porque tradicionalmente solo hemos visto sistemas económicos liberales funcionando bajo la hegemonía británica, en el siglo XIX y luego con la hegemonía estadounidense en el siglo XX. Eso no significa que no haya habido alternativas. No ha pasado tanto tiempo desde la Revolución Industrial y la introducción del capitalismo, pero en este sistema multipolar, ¿cuáles son las oportunidades y los desafíos para crear un sistema económico estable?

Michael Hudson:  Bueno, lo irónico es que lo que China está haciendo con su economía de mercado socialista es exactamente lo que los economistas clásicos describieron como la estrategia de desarrollo del capitalismo industrial en Gran Bretaña, Francia, Alemania y otros países a principios del siglo XIX. Tiene una economía mixta, que es precisamente lo que las economías europeas buscaban, afirmando que eliminaríamos todos los monopolios creados en la Edad Media, en la era feudal, para permitir que los reyes recaudaran fondos para pagar a los acreedores las deudas de guerra que habían contraído al enfrentarse entre sí. Garantizaremos que estas entidades públicas, en lugar de ser monopolios, puedan proporcionar servicios básicos (sanidad, educación, transporte, comunicaciones) a precios subsidiados para reducir el costo de funcionamiento de la economía. Bueno, eso es lo que China está haciendo: en realidad está buscando una economía mixta.

Y donde China ha superado a los economistas clásicos del siglo XIX es en el control efectivo de las finanzas como servicio público. La creación de dinero y crédito está gestionada por el Banco Popular de China, que crea crédito para la inversión directa de capital tangible, para aumentar la producción y financiar inversiones que eleven el nivel de vida, no para generar ingresos. Por lo tanto, toda la estructura que se verá en la OCS, los países BRICS y la mayor parte del mundo consistirá en utilizar el sistema bancario y financiero, no para financiar adquisiciones inmobiliarias ni para generar crédito. Y, especialmente en el sector inmobiliario, crear burbujas inmobiliarias o bursátiles, o gestionar la economía, en un esquema Ponzi.

Utilizar eficazmente la creación de crédito y los excedentes económicos para reinvertirlos en la producción nacional general, no para la creación de riqueza financiera en manos de un sector financiero en declive en la cima de la pirámide económica, cuyo producto es la deuda, endeudando al resto de la población y creando monopolios que extraen intereses, rentas monopolísticas y todas las cargas financieras que caracterizan a Occidente. Así es como avanzamos verdaderamente hacia lo que ahora se describe como las nuevas reglas de la civilización.

Pero son precisamente las reglas de la civilización las que surgieron naturalmente de la Revolución Industrial, hasta el punto de que nos preguntamos: ¿cómo se industrializarán Inglaterra y los países europeos y convertirán a Inglaterra y Gran Bretaña en el taller del mundo? Pues bien, reduciremos los costes de producción. Eliminaremos las rentas. Eliminaremos a la aristocracia terrateniente y sus exigencias de rentas de la tierra. Eliminaremos los monopolios y los transformaremos en servicios públicos. Y haremos lo que Alemania y Europa Central hicieron. Rediseñaremos el sistema bancario para que financie eficazmente la industria, no solo las deudas de guerra y las deudas predatorias, independientemente de la capacidad de la economía para pagarlas y sostenerlas.

Glenn Diesen: Sí. Bueno, lo que está sucediendo ahora es muy serio. Ojalá mereciera un debate adecuado en Occidente. Me deprime que la única manera de abordar lo que está sucediendo en China ahora sea como una cumbre de dictadores que odian a Occidente y la libertad y la democracia. Es un gran fracaso intelectual, pero ahí lo tienes. En fin, Michael Hudson, muchas gracias por tu tiempo. Y sí, espero que puedas volver pronto.

Foto de la portada: DW

Artículo publicado originalmente en Radio Grafica.

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