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China impulsa su poder blando con un turismo más abierto y ciudades más globales

Por PIA Global.- La República Popular China ha decidido usar una herramienta que hasta hace pocos años no parecía prioritaria en su estrategia global: el turismo como vector de influencia.

Con la ampliación de su política de entrada sin visado, Pekín no solo busca dinamizar la economía interna tras la era de restricciones por Covid-19, sino también reforzar su posición como potencia atractiva y confiable para viajeros, empresarios y talentos globales.

El resultado ya se ve reflejado en los rankings internacionales: las grandes ciudades chinas escalan posiciones y consolidan su presencia como nodos de conectividad y cultura global.

Un giro estratégico hacia la apertura controlada

Tras años de estrictos controles fronterizos durante la pandemia, China empezó en noviembre de 2023 una expansión gradual de su política de exención de visados. Actualmente, ciudadanos de 47 países —33 europeos y siete asiáticos, entre otros— pueden visitar China hasta por 30 días sin necesidad de visado.

Además, quienes transitan hacia un tercer destino desde 55 países adicionales pueden ingresar hasta 10 días sin trámites complejos. La semana pasada, Rusia se sumó a la lista de naciones con libre acceso temporal, reflejo de una diplomacia pragmática que combina economía y geopolítica.

El impacto ha sido inmediato. Solo en 2024 China recibió 26,9 millones de turistas extranjeros, de los cuales más de 20 millones entraron bajo el esquema sin visa, un salto del 112 % respecto al año anterior. Entre enero y agosto de 2025, el flujo continuó al alza, con 25,6 millones de llegadas, de las cuales 15,9 millones aprovecharon la nueva política (+52 % interanual).

Esta recuperación no solo beneficia al sector turístico, sino que proyecta la imagen de un país abierto, hospitalario y tecnológicamente avanzado, en contraste con la narrativa de aislamiento que algunos competidores han intentado impulsar.

Ciudades chinas: de enclaves nacionales a centros globales

El Índice de Centros de Intercambio Internacional 2025, elaborado por el Instituto de Planificación del Desarrollo de China (CIDP) de la Universidad de Tsinghua y Deloitte China, confirma este salto cualitativo. Beijing ascendió al sexto lugar mundial (desde el séptimo en 2024), impulsada por la mejora en conectividad aérea y la llegada masiva de visitantes.

Shanghái, motor financiero y tecnológico, subió del puesto 11 al 8, con un doble de llegadas internacionales en solo un año. Hong Kong, aunque cayó del cuarto al séptimo lugar por cambios metodológicos y tensiones comerciales globales, sigue figurando como uno de los principales nodos del planeta.

Más allá de los datos turísticos, las ciudades chinas destacan por su ecosistema de innovación. Beijing y Shanghái lideran el mundo en publicaciones científicas y tecnológicas, y concentran un gran número de empresas unicornio. Esta combinación de apertura al visitante extranjero y pujanza tecnológica fortalece su atractivo para talentos, inversionistas y creadores culturales.

Poder blando y la nueva narrativa china

La política de visados más flexible encaja en una estrategia mayor: redefinir el poder blando chino en un contexto de tensiones comerciales y rivalidad sistémica con Estados Unidos. Si durante años el relato sobre China se asociaba a control estatal y barreras burocráticas, hoy Pekín apuesta por mostrarse como un país accesible, moderno y conectado.

El turista que experimenta la infraestructura de alta velocidad, el ecosistema de pagos digitales y la seguridad en ciudades como Beijing o Shanghái, se convierte en un embajador informal de una imagen más positiva del país.

A nivel geopolítico, esto ocurre mientras el hegemon estadounidense enfrenta signos claros de desgaste: pérdida de liderazgo en organismos internacionales, dificultad para sostener alianzas en Asia y un declive de su imagen global tras conflictos prolongados y crisis internas.

El contraste con la política china es evidente: mientras Washington se enreda en guerras comerciales y militares, Pekín gana simpatías con iniciativas tangibles de apertura y cooperación que fortalecen su legitimidad en un mundo que tiende al multipolarismo.

Ciudades como escudo contra la desglobalización

Los autores del informe destacan que las grandes metrópolis deben actuar como baluartes frente a la desglobalización y fuerzas estabilizadoras ante el clima político y económico incierto.

Pekín y Shanghái, con su creciente conectividad, liderazgo tecnológico y ahora mayor apertura al visitante, parecen encarnar este papel. A medida que se consolidan como destinos accesibles y atractivos, contribuyen a una globalización menos centrada en Occidente y más diversa.

China ha entendido que la influencia mundial no se logra solo con comercio e infraestructura, sino también con experiencia cultural y movilidad humana. Su política de visados ampliada, junto con la pujanza tecnológica y la resiliencia de sus grandes urbes, marca un punto de inflexión en la competencia global de poder blando.

Falta ver hasta dónde Pekín profundizará esta apertura y cómo reaccionarán otras potencias que ven amenazado su papel dominante en la narrativa global.

*Foto de la portada: Xinhua

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