Mientras Pekín responde suspendiendo las inversiones en Europa, la industria europea se arriesga a sufrir graves repercusiones, en beneficio de Estados Unidos.
Ya hemos documentado el asunto de los aranceles que la UE está imponiendo a las importaciones de automóviles chinos y los intereses de algunas multinacionales del sector europeo de la ingeniería mecánica con los fabricantes asiáticos, hasta el punto de que han criticado abiertamente las medidas adoptadas, por mayoría, por la UE.
Recordemos que los aranceles no frenarán la importación de vehículos chinos, eléctricos o no, y al mismo tiempo no hay que contar con las reacciones de Pekín, que ha ordenado a sus fabricantes de automóviles que suspendan toda inversión en los países de la UE. Una primera señal llegó con el cierre de las operaciones europeas de la empresa china de baterías Svolt, con el despido de 2.000 trabajadores en Alemania, país en el que llevaba invirtiendo fuertemente desde 2020.
El cierre de la fábrica de baterías está relacionado con las bajas ventas de vehículos eléctricos, pero también debe verse como una primera reacción a los aranceles impuestos por la UE.
Los aranceles impuestos a China podrían, sin embargo, bajo la presión de los grandes fabricantes europeos, revisarse a cambio de un acuerdo con Pekín sobre los precios y la cantidad de exportaciones al viejo continente
La guerra comercial de la UE contra China es bien recibida por Estados Unidos, que podrá presentarse como proveedor alternativo en caso de necesidad, y a precios decididamente elevados, un escenario que ya se dio con los productos energéticos tras el embargo a Rusia.
De ser así, sería un nuevo desaire para la UE, que desde el estallido de la guerra en Ucrania ha entrado en crisis con la economía alemana en recesión y un crecimiento irrisorio del PIB de los países miembros precisamente por el crecimiento exponencial de los productos energéticos.
China podría entonces aplicar aranceles a las exportaciones de los países de la UE en su totalidad, pero mientras tanto no pide aranceles diferenciados según los productos, sino un acuerdo global con un arancel único, mientras que la UE ha diversificado los aranceles para los distintos productores de Pekín, también en base a los intereses de las multinacionales europeas que llevan años cerrando acuerdos corporativos con empresas del gigante asiático.
Sin duda, la guerra comercial en curso es parte integrante de una guerra económica, política, monetaria y militar en la que la UE imita las políticas estadounidenses y se muestra completamente incapaz de tomar decisiones estratégicamente acertadas para su propia recuperación económica.
Prueba de ello es la noticia de la crisis en Alemania de Iwis Mechatronics, proveedor de los principales fabricantes de automóviles del mundo, que tras cientos de despidos se ha declarado en quiebra, lo que confirma que la crisis del sector del automóvil tendrá efectos negativos en toda la industria de fabricación mecánica y sus variadas industrias afines.
Razón suficiente para que la UE impulse un acuerdo con Pekín si consigue liberarse de los imperativos categóricos de su aliado estadounidense.
*Federico Giusti, delegado del CUB en el sector público, colabora con los periódicos Cumpanis, La Città futuro, Lotta Continua y participa activamente en cuestiones de derecho laboral, anticapitalismo y antimilitarismo.
Artículo publicado originalmente en World Politics Blog.
Foto de portada: extraída de World Politics Blog.