Este análisis busca desentrañar las principales aristas de esta situación, considerando los ataques a la sede presidencial, el distanciamiento con socios regionales estratégicos, y la intención de redefinir su rol en la región y en sus relaciones internacionales.
El ataque reciente a la sede presidencial en Yamena representa una escalada significativa en la inestabilidad interna del país. Este episodio no solo pone en evidencia las fragilidades de la seguridad nacional, sino también las profundas divisiones políticas y sociales que atraviesan al país. Las cifras de organismos internacionales indican que, en 2023, los ataques de grupos armados en Chad se incrementaron en un 25% respecto al año anterior, afectando principalmente las zonas del norte y este del país.
La falta de un gobierno plenamente consolidado tras la transición de poder ha exacerbado las tensiones, debilitando la capacidad del estado para hacer frente a las amenazas internas y externas. Además, se estima que el gasto militar de Chad representa el 4% de su PIB, una cifra considerable para un país cuya economía depende en gran medida de la exportación de petróleo. Sin embargo, esta inversión no ha sido suficiente para contener las amenazas de grupos extremistas.
Por otro lado, la ruptura de Chad con algunos de sus socios regionales en la lucha contra el terrorismo plantea preguntas sobre la viabilidad de las coaliciones existentes en el Sahel. Durante años, Chad ha sido un aliado clave en operaciones multilaterales contra grupos extremistas como Boko Haram y el Estado Islámico en el área del Lago Chad. Según datos del International Crisis Group, las operaciones conjuntas de Chad con Nigeria y Camerún han disminuido en un 40% desde 2021, lo que refleja la creciente desconfianza hacia las estructuras regionales existentes.
La intención de Chad de integrar la Alianza del Sahel
La Alianza del Sahel, creada en 2017 por Francia junto a cinco países de la región (Burkina Faso, Malí, Mauritania, Niger y Chad como observador), tiene como objetivo principal fomentar el desarrollo y la estabilidad a través de un enfoque integral que combina seguridad, desarrollo y gobernanza. Chad ha manifestado su intención de integrarse plenamente como miembro activo de esta alianza, lo que podría tener importantes implicaciones geoestratégicas y políticas tanto para el país como para la región.
El interés de Chad en la Alianza del Sahel está motivado por varios factores:
- Búsqueda de respaldo financiero y técnico: La economía chadiana enfrenta importantes retos, como la dependencia del petróleo (90% de sus exportaciones) y una alta tasa de pobreza (42% de la población vive con menos de 1,90 dólares al día, según el Banco Mundial). La Alianza del Sahel ha gestionado financiamiento de donantes internacionales, incluyendo la Unión Europea y el Banco Mundial, con un presupuesto de más de 11 mil millones de euros destinado a proyectos de infraestructura, educación y desarrollo rural.
- Fortalecimiento de capacidades de seguridad: Chad busca aprovechar los programas de cooperación en defensa y formación militar. En un contexto donde los ataques extremistas en la región del Lago Chad aumentaron en un 30% entre 2021 y 2023, la alianza ofrece una plataforma para coordinar respuestas rápidas y eficaces contra grupos armados.
- Diversificación de alianzas: La decisión también refleja un intento de Chad de reducir su dependencia de Francia como principal aliado en la lucha contra el terrorismo, buscando integrarse en marcos multilaterales más amplios que incluyan a actores africanos e internacionales.
La integración de Chad podría fortalecer a la Alianza del Sahel en varios frentes. Por ejemplo tener una mayor capacidad militar ya que Chad cuenta con una de las fuerzas armadas más experimentadas de la región, conocidas por su participación en misiones internacionales como la MINUSMA en Malí y la Fuerza Multinacional Mixta contra Boko Haram. Su plena adhesión podría aumentar la efectividad operativa de la alianza. También la participación de Chad podría facilitar una mejor coordinación entre los países del Sahel en proyectos de infraestructura transfronteriza, como corredores de transporte y electrificación rural. Esto sería crucial para abordar las causas estructurales de la inestabilidad, como la desigualdad económica y la falta de oportunidades. A su vez, a nivel político, la pertenencia activa en la alianza podría otorgar mayor legitimidad al gobierno chadiano, tanto a nivel interno como externo, mostrando compromiso con soluciones multilaterales para los problemas del Sahel.
La Alianza del Sahel ha priorizado proyectos que impactan directamente en las comunidades locales, como sistemas de irrigación y escuelas. Esto podría ayudar a mitigar tensiones sociales en zonas marginadas del país. Ser un miembro pleno podría mejorar la posición diplomática de Chad en foros internacionales, ampliando su red de aliados más allá de sus socios tradicionales.
Retos y oportunidades
A pesar de los beneficios potenciales, la integración de Chad también enfrenta varios retos. Uno de ellos es el riesgo de dependencia externa. Aunque la alianza ofrece apoyo financiero, depender demasiado de donantes internacionales podría limitar la autonomía política de Chad.
La eficacia de los proyectos de la Alianza del Sahel ha sido cuestionada en el pasado debido a la burocracia y la falta de coordinación. Chad necesitará asegurarse de que los programas beneficien directamente a su población. También surgen posibilidades de tensiones regionales ya que la alianza enfrenta críticas de países como Malí y Burkina Faso, que consideran que sus agendas reflejan en exceso los intereses de potencias externas como Francia. Chad deberá equilibrar su participación sin alienar a otros socios africanos.
En síntesis, la intención de Chad de unirse plenamente a la Alianza del Sahel refleja una estrategia multifacética para abordar sus retos internos y reposicionarse como un actor clave en la región. Si se gestiona adecuadamente, esta decisión podría marcar un punto de inflexión en la estabilidad y el desarrollo tanto de Chad como del Sahel.
La crisis de representatividad de Francia y la salida de la Francafrique
El papel de Francia en África enfrenta una creciente resistencia. En los últimos años, varios países africanos, incluidos Malí, Burkina Faso y la República Centroafricana, han exigido el retiro de tropas francesas, acusando a París de perpetuar una relación neocolonial bajo el esquema de la «Francafrique». Este fenómeno se ha intensificado con el creciente nacionalismo en la región y el surgimiento de nuevas potencias como Rusia y China, que buscan expandir su influencia en África.
Chad, tradicionalmente un aliado fiel de Francia, también ha comenzado a cuestionar el rol francés en sus asuntos internos. La retirada de tropas francesas de Malí y Burkina Faso ha dejado un vacío que actores como Rusia han comenzado a llenar a través de acuerdos de seguridad y colaboración económica. Esta transición representa un desafío para Francia, que ve cómo su capacidad de influencia en el Sahel se reduce de manera acelerada.
Chad se encuentra en una encrucijada geopolítica. Los recientes ataques internos, el distanciamiento de socios tradicionales y la decisión de integrarse plenamente en la Alianza del Sahel reflejan un intento de redefinir su rol en un Sahel cada vez más fragmentado. En este contexto, la capacidad de Chad para equilibrar sus intereses internos con su rol regional será clave para garantizar su estabilidad y desarrollo en los próximos años.
*Beto Cremonte, Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.