Nuestra América

LA DERECHA PERUANA TIENE MUCHO MIEDO DE PERDER

Por Sergio Ortiz*. – Después de la primera vuelta de Perú, realizada el 11 de abril, la derecha de ese país viene entrando de a poco en pánico. Es que, con un electorado desperdigado entre muchas opciones, llegó primero un candidato de izquierda y hasta pocos días antes casi un desconocido, Pedro Castillo.

Es un maestro de escuela primaria en la zona andina de Cajamarca, donde nació. Al margen del sombrero de paja que usa y de llegar a caballo a votar ese domingo 11, se nota que es hombre del pueblo y convicciones arraigadas. ¿Cómo pudo salir primero, bien que con menos del 20 por ciento de los votos?

Primero y fundamental, el pueblo peruano está hastiado de gobiernos neoliberales que con más o menos énfasis han defendido el modelo implantado por la demo-dictadura de Alberto Fujimori entre 1990 y 2000, seguida con otros nombres y matices. Hoy es difícil retener el nombre de quién es el presidente, porque hubo 4 en los últimos cinco años: Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), Martín Vizcarra (2018-2020), Manuel Merino (noviembre de 2020) y Francisco Sagasti, que lo reemplazó una semana después y reza todas las noches para llegar al 28 de julio próximo, cuando podrá poner esa papa caliente en la boca de quien resulte elegido en el balotaje del 6 de junio. Huelga decir que PPK tuvo que renunciar por recibir sobornos de Odebrecht en sus empresas; sus sucesores también tuvieron denuncias de corrupción y delitos.

La economía también aportó lo suyo para influir en los resultados de abril y en las proyecciones para la segunda vuelta. El país, de 33 millones de habitantes, tiene una alta proporción de pobreza y miseria, con pueblos originarios y campesinos pobres privados de tierra y demás derechos. Ellos son los más entusiasmados con la posibilidad de que uno de los suyos llegue a la presidencia y cambie las cosas a su favor.

Las mega mineras están entre las grandes ganadoras del modelo fujimorista, sin respetar los convenios laborales ni el medio ambiente, y acaparando el agua de riego que necesita ese Perú profundo y serrano.

Y si algo le faltaba al país para crujir bajo el peso de tantas crisis, se lo trajo el COVID-19. A la fecha tiene 1.8 millón de contagios y más de 60.000 muertos, según informó el ministerio de Salud, una cantidad parecida a Argentina siendo su población inferior en 12 millones a la de ésta.

Tampoco puede apostar a una rápida salvación vía vacunas: 570.000 personas habían recibido las dos dosis necesarias y 842.000 la primera. Apenas el 1,8% de la población está vacunada, según Salud.

PRIMERO EL PROFE

Lo sanitario ayuda a comprender el resultado de los comicios porque el maestro cajamarquino, candidato de Perú Libre (PL), denunció los sufrimientos de su gente y se comprometió a aumentar el presupuesto de Salud al 10 por ciento del Producto Bruto Interno. Dijo que en una nueva Constitución “la salud debe figurar como un derecho constitucional, no como un servicio”.

Por su experiencia de gremialista del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruanos (SUTEP), la educación estuvo al tope de su campaña. Propuso su programa “Perú Libre de Analfabetismo”, que convocaría a 50.000 maestros para erradicarlo y aumentar el presupuesto de Educación. En 2017 condujo una huelga nacional de maestros que duró tres meses y ahí se hizo un poco conocido, a pesar de los bloqueos informativos de la prensa.

También incursionó de lleno en la esfera política, planteando que debe desaparecer el Tribunal Constitucional (TC) por ser expresión de una justicia corporativa y favorable a los poderosos. Para semejante cambio adelantó su idea de lograr una nueva Constitución, pues la actual data de 1993 y fue parida por el autogolpe de Estado de Fujimori un año antes.

Eso demandará una Asamblea Constituyente. Es muy difícil que el nuevo Congreso unicameral de 130 bancas, surgido de la votación de abril, la habilite, pues allí el PL tendrá 28 legisladores. Entonces sólo quedará la otra vía: reunir firmas, movilizar y pedir un referéndum para llamar a elecciones de constituyentes.

Además de procurar ese cambio fundamental en el órgano judicial, el TC, la nueva Carta Magna habilitaría la nacionalización y/o estatización de grandes empresas mineras y petroleras, hoy blindadas jurídicamente por artículos de aquella constitución neoliberal surgida del fascismo de Fujimori y Vladimir Montesinos.

Si bien Castillo no pudo superar el 20 por ciento en primera vuelta, fue el primero y puede aumentar su votación con otras partes del electorado. Por ejemplo, la centroizquierda de Verónika Mendoza, sexta con el 7,8 por ciento de los votos, ya anunció que votará por Castillo a fin de lograr un cambio democrático y nacional.

Aunque las encuestas pueden equivocarse, hasta ahora cuatro relevamientos coinciden que el ganador sería el profe de primaria. Según el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), Castillo tiene 41,5 por ciento frente a Keiko Fujimori con 21,5 por ciento. Para Ipsos la diferencia era de 42 contra 31 por ciento. La encuesta de Datum dio 41 contra 26 por ciento y la de CPI 35,5 contra 23,1 por ciento, siempre en contra de la hija de quien cumple una condena de 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad.

LA DERECHA ESTÁ JODIDA

La candidata de la derecha, Keiko Fujimori, ya perdió dos balotajes en 2011 y 2016. Y este podría ser el tercero, como Fuerza Popular, habiendo colectado sólo el 13,25 por ciento de los sufragios en primera vuelta.

Sus chances no sólo disminuyen por esas razones numéricas e históricas. Analistas de medios relativamente independientes, verbigracia diario La República, subrayan que en su campaña no ha tocado temas que sientan como propios sectores de la población.

Hizo promesas de créditos a las empresas, seguros a productores del campo, alentar la inversión extranjera, etc. Y le objetaron que en su programa agrario ni mencionó lo de la seguridad alimentaria. De soberanía alimentaria, ni hablar…

Hay que admitir que la representante de la derecha es franca, porque ha dicho que si es presidenta firmará un indulto para su padre, condenado. Este fue otro contrapunto con Castillo, quien ratificó: “ni indulto, ni perdón, ni olvido”.

Keiko especula con que los candidatos de la derecha que salieron en tercer y cuarto lugar (Hernando de Soto, con 11,90 por ciento, y el hombre del Opus Dei, Rafael López Aliaga, con 11,7), se le van a sumar. De todos modos, aun cuando esos votos fueran como una transferencia al CBU de Keiko, cosa que no ocurre tan así en la realidad, estarían reuniendo algo más del 35 por ciento y perderían el balotaje.

Un rasgo que ilustra el nerviosismo de ese campamento derechoso es que comenzaron una campaña anticomunista para atraer votos de todo el espectro derechoso y de analfabetos políticos. La campaña se plasmó en murales y paneles en las principales avenidas de Lima con la leyenda “Piensa en tu futuro. No al comunismo”. En las redes, y repitiendo patrañas de los años ‘50 y ‘60, aseguraron que “si ganan los comunistas te quitarán tu casa”.

El banquero ecuatoriano Guillermo Lasso, en cambio, tuvo campañas mentirosas pero atractivas, y así disimuló su neoliberalismo. En Perú, setenta años después resucitaron al senador Josep MacCarthy y su anticomunismo visceral. El toque más actual fue la mentira de ligar a Castillo con Sendero Luminoso y el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), que buscó su legalización y la impidieron.

Respecto a esas acusaciones infundadas de “terrorismo”, el maestro de izquierda pegó donde más le duele al fujimorismo: “ratifico que somos el terror de la corrupción. Renunciaré inmediatamente al sueldo presidencialista”.

Sería un gran aporte de Perú tener un presidente que porta un lápiz, habiendo tantos con látigos, cárceles, lawfare, offshore y diciéndole “sí, amo” a Washington.

Notas:

*Periodista y referente del Partido de la Liberación de Argentina, continuidad histórica de Vanguardia Comunista