Por Ana Laura Dagorret*
Febrero es sinónimo de alegría, al menos para gran parte del pueblo brasileño. Las calles se llenan de color, música y millones de personas con disfraces, antifás y glitter en cada esquina. Sin embargo, debido la pandemia de la covid19 éste 2021 no fue posible. Con restricciones impuestas por varios municipios con tradición de carnaval, lo que habitualmente es una gran festejo popular, éste año se redujo a shows transmitidos por streaming y más controles para evitar aglomeraciones
En Río de Janeiro, donde además de fiestas en las calles se realiza anualmente el desfile de las escuelas de samba, considerado el espectáculo a cielo abierto más grande de la tierra, las calles donde suceden los principales eventos se encuentran desiertas. El sambódromo, sede del desfile y la premiación, se encuentra iluminado en homenaje a las víctimas de la covid19. En ese lugar, el viernes por la noche el alcalde Eduardo Paes hizo entrega de la llave de la ciudad a representantes del sistema de salud del municipio, un homenaje que habitualmente se hace para el Rey Momo, la celebridad del carnaval.
“No habrá carnaval porque queremos salvar vidas, porque los que amamos e incluso los que no conocemos no pueden estar expuestos a esta enfermedad que, lamentablemente, mató a una gran cantidad de personas en el mundo. Este también es un homenaje a todas esas vidas perdidas” declaró Paes, quien también lamentó la imposibilidad de celebrar.
“Es una de esas ironías del destino. Durante cuatro años, el alcalde que me precedió hizo todo lo posible para minar este evento cultural tan importante que es el carnaval. Y justo cuando asumo la alcaldía, atravesamos este momento difícil de la historia de la humanidad, difícil para todos los brasileños y cariocas. No podemos celebrar esta fiesta que celebra la vida, el cariño entre las personas y la alegría” apuntó en referencia a la gestión del pastor Marcelo Crivella.
Si bien la decisión de suspender los festejos surgió de un consenso entre autoridades y trabajadores del rubro, lo cierto es que el sector de cultura, turismo, comercio y servicios que dependen de la fiesta para sustentarse, en su gran mayoría se encuentran sin ningún tipo de asistencia.
Carnaval como actividad económica
La tradición en la ciudad de Río de Janeiro cuenta hace muchos años con una programación que significa una inyección de dinero por demás importante. Sólo en 2020 se calcula que llegaron a Río unas dos millones de personas, impulsando cerca de 4 billones de reales en la economía de la ciudad.
Con una ocupación hotelera cercana al 100%, bares, restaurantes y hasta puestos de venta de comida y bebida contribuyeron para la atención de turistas y locales en las más de 400 comparsas de calle distribuídas por toda la ciudad.
Además de la suma de dinero recaudada anualmente durante este feriado, el carnaval genera miles de empleos temporarios, algo que sin duda golpea a la ya dañada economía del país. Entre quienes forman parte de esta fiesta están quienes suministran materiales, diseño y fabricación de carrozas y vestuario, así como músicos, compositores y bailarines.
A su vez, proveedores de servicios al sector público, que viabilizan la infraestructura y organización de la fiesta en las calles y en los sambódromos, también se vieron afectados por la cancelación del evento.
El carnaval no sólo representa una oportunidad de crecimiento económico para la ciudad de Río de Janeiro así como también de aquellas ciudades cuya tradición de fiesta popular recibe turistas anualmente. Quienes no participan de las celebraciones muchas veces deciden visitar otros destinos, contribuyendo con el turismo y la economía de otros municipios, generando empleos temporarios y haciendo que el dinero circule.
Según una encuesta realizada por la Confederación Nacional del Comercio, Bienes, Servicios y Turismo (CNC) con el sector turístico, 3800 municipios del país registraron un aumento del 20% en la recaudación, así como también la generación de 25 mil puestos de trabajo durante el feriado en el año 2020.
En esta oportunidad, el avance de la pandemia en el territorio brasileño, que ya se cobró 240 mil vidas y desde fines de enero presenta un promedio de 1100 muertes por día, obligó a que diferentes municipios turísticos limiten la entrada de visitantes durante el feriado.
Las escenas de aglomeraciones para recibir el año nuevo en 2020 y que trajeron como consecuencia la situación sanitaria actual, llevaron a que autoridades impongan restricciones tales como barreras sanitarias en las entradas de las ciudades y reducción de la capacidad en hasta 70% en restaurantes y hoteles.
Ausencia del Estado no es novedad
Aún con el aporte económico que significa para diferentes estados y municipios la realización de esta fiesta, el poder público no ha sabido estar a la altura para asistir a quienes dependen exclusivamente del carnaval. Si bien algunos municipios ya manifestaron que buscarán realizar convocatorias para la asistencia de quienes son trabajadores esenciales de este rubro, lo cierto es que tanto escuelas de samba como comparsas de calle debieron buscar otras formas de financiamiento en este feriado pandémico.
La realización de shows transmitidos vía streaming, que tienen como objetivo recaudar fondos para sostener los espacios, es una de las formas que organizadores y trabajadores del carnaval encontraron para hacerle frente a la crisis. A su vez, los pedidos de donaciones a través de diferentes páginas como Benfeitoria o Catarse también surgieron como recurso.
Sin embargo, estas iniciativas no contemplan a los más de 20 mil vendedores ambulantes que ganan su sustento durante la fiesta en las calles. En algunos casos, como Río de Janeiro, la alcaldía anunció el pago de un bono para compensar las pérdidas, algo que hasta el momento fue sólo un anuncio.
Con un 2021 que empezó complejo, la previsión en relación a la recuperación económica todavía parece lejana. La vacuna contra el coronavirus, todavía en sus inicios y con más dudas que certezas sobre el avance de la inmunización, aparece como única forma de volver a la “normalidad”. Ante un carnaval atípico, lo que en otras épocas era una lluvia refrescante para millones de personas en las calles, ahora es una tormenta que parece prolongarse hasta 2022, cuando (quien sabe) la fiesta popular volverá a las calles a celebrar el carnaval.
*Periodista de internacionales, corresponsal en Río de Janeiro. Integrante del equipo de PIA Noticias.