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Carlos Ferrero, un cura argentino en la Franja de Gaza

Escrito Por Ursula Asta

PIA Global comparte con sus lectores la transcripción de la entrevista que nuestra compañera Úrsula Asta junto a sus colegas de Radio Sputnik le hicieran al sacerdote católico residente en Gaza, Carlos Ferrero.

Tenemos el placer de dar la bienvenida a Carlos Ferrero, cura argentino que se encuentra actualmente en la Franja de Gaza, Palestina. Lo entrevistan Úrsula Asta, Camila Ansaldo y Juan Lehmann para Radio Sputnik de Argentina.

Úrsula Asta: Carlos, ¿en qué parte de la Franja de Gaza se encuentra?

Carlos Ferrero: Estoy en la Parroquia de la Sagrada Familia, la única iglesia católica que hay aquí en la ciudad misma de Gaza, en la parte histórica de la ciudad.

UA: ¿Cuál es la situación en este momento? Si tuviera que describirnos cómo está la Franja de Gaza, ¿qué nos diría?

CF: Es una situación muy compleja y complicada. Por un lado, hay mucha alegría por el cese de fuego, para que se termine esta guerra brutal y se reduzca un poco el sufrimiento de ambos lados y de todas las familias. Pero por otro lado, hay mucho temor y mucha inseguridad de lo que puede venir.

La gente está contenta de que se frenaron los bombardeos, pero con mucho miedo de que de golpe podamos volver a lo mismo. Si uno ve las noticias, se escuchan amenazas de que si no hacen esto en un mes o en una semana, volvemos a pelear. Ya se había explicado que era muy difícil. Hay sentimientos encontrados.

Por otro lado, la destrucción es enorme y la necesidad de ayuda humanitaria de todo tipo es urgente para que la gente que está aquí pueda sobrevivir realmente. Si fuera abandonada en la situación en que está ahora, no sé cuánto tiempo más podría sobrevivir.

UA: Vimos las imágenes de muchísimos palestinos volviendo a su tierra después de la firma de este cese al fuego, con festejos. Usted mencionaba que también hay temor. ¿Podría explicarnos cómo se vive eso? ¿Hay más gente que volvió a su lugar? ¿Con qué se encontraron?

CF: Exacto. Mucha gente se había ido hacia el sur por la orden de desplazamiento que había dado Israel cuando amenazó con invadir toda la ciudad de Gaza. Muchas casas y departamentos fueron destruidos. Ahora, cuando se firmó este acuerdo de paz o por lo menos de cese de fuego, mucha gente está volviendo a ver qué hay, qué pueden encontrar, cómo hacer para traer a su familia.

A nosotros nos llamó la atención ver en los videos que mostraban en línea que eran muchos hombres, o prácticamente todos los que volvían eran varones. Después nos explicaron que era porque son los jefes de familia: los esposos, los padres que vuelven a ver qué lugar pueden encontrar para traer a su mujer y sus hijos. Vuelven a organizar algo, lo que sería muy común para nosotros también.

Lamentablemente, en lugares como cerca del mar, donde había muchísimas carpas, muchos las habían levantado porque se fueron para el sur, pero ahora volvieron y es una situación muy caótica. Se han destruido muchísimas casas. No hay sistema de agua corriente, no hay cloacas, no hay servicio de electricidad, cosas básicas para una vida, para una casa. Por eso se necesita mucha ayuda en estos momentos.

Juan Lehmann: Carlos, gracias por atendernos. Quiero preguntarle cómo tomó usted la noticia de este cese al fuego que fue celebrada por distintos actores de la comunidad internacional, pero quiero saber cómo lo vivió usted en carne propia y cómo se vivió allí en Gaza.

CF: De la misma manera que todos, porque no es que estamos viviendo en otro planeta, estamos en el mismo lugar, estamos en medio de todo. No tenemos nada que ver con un lado o con el otro del combate, más que, por supuesto, viviendo aquí. Con una alegría y dándole gracias a Dios de que se cesaba el fuego, de que no hubiera más bombardeos, peleas en ese sentido, que no muera más gente.

Sobre todo, también el hecho de que se puedan entregar los rehenes de vuelta a su familia después de tanto tiempo: todos los rehenes muertos y los rehenes vivos. Las familias tienen que reencontrarse con sus seres queridos. Y, por otro lado, que termine la guerra y que deje de morir y sufrir muchísima gente víctima de esta situación.

Como nosotros, como cristianos que estamos refugiados acá, pero también otros que no tienen nada que ver con el grupo Hamás o con el gobierno de Israel y que están sufriendo todo este combate acá en la Franja de Gaza. Estamos hablando de 2 millones y pico de personas, que no todos están enlistados. No todos son Hamás.

parroquia Sagrada Familia en Gaza.

Camila Ansaldo: Carlos, quiero preguntarle acerca de lo vivido hasta ahora. Usted mencionaba que hace falta mucha ayuda. ¿Cómo fueron estos meses, estos años en los que ha durado este conflicto y la ayuda que usted ha podido dar desde su lugar como religioso? Vimos muchas imágenes realmente conmovedoras, había muchos niños solos caminando por las calles. Imaginamos también la necesidad de contención ante un momento tan cruel y problemático como el que ha tocado vivir. ¿Cómo fue este recorrido para usted? ¿Qué quiera contarnos acerca de sus vivencias?

Carlos Ferrero: Yo entré a la Franja de Gaza en mayo de 2024, cuando el padre Gabriel Romanelli, que es el párroco, también pudo entrar. Yo estoy como superior religioso de esta zona, de esta provincia religiosa de aquí de Tierra Santa y Siria.

Entré con él en mayo del 24 y desde entonces hemos estado acá haciendo todo lo posible para ayudar tanto a los cristianos que están refugiados en la iglesia ortodoxa y en nuestra iglesia. A la vez, había algunos que habían vuelto a su casa o a la casa de algún pariente mientras se podía. Pero después, cuando hubo las amenazas más grandes o las situaciones más complicadas, venían a refugiarse en la iglesia.

Gracias a Dios, al Patriarca Latino de Jerusalén, Monseñor Pierbattista Pizzaballa, Cardenal Pizzaballa, la iglesia ha podido ayudar muchas veces recibiendo ayuda humanitaria y distribuyéndola no solo con los refugiados que tenemos en las iglesias, sino también con barrios alrededor nuestro y más lejanos. Hemos llegado en alguna ocasión hasta 70000 personas. Las familias aquí son muy numerosas, como se imaginan.

De hecho, todavía estamos distribuyendo. Hace pocos días recibimos algunas verduras y frutas y todo eso se está distribuyendo con mucha dificultad, también porque hay peleas, hay gran necesidad, pero se va distribuyendo. Gracias a Dios se organiza y se colabora con Cáritas, que me ayuda también. Con la organización que tenemos aquí mismo en la parroquia se va distribuyendo la comida por sectores, por barrios. Los que pueden vienen a buscar, a los que no se trata de hacerles llegar con algún medio para que todos puedan recibir algo.

No se imagina que no es que le estamos solucionando el problema a la gente, pero por lo menos es una ayuda. Las situaciones son también diversas: hay gente que ha estado comiendo una vez cada dos días o una vez por día. Hay otros que han tenido un poco más de recursos.

Había posibilidades en algún momento, y esto es una cosa interesante también de notar: los comerciantes a veces tienen productos. A veces, junto con la ayuda humanitaria, entra algún camión que es de un comerciante. Resulta que los camiones humanitarios eran saqueados, pero los camiones de los comerciantes llegan a sus puestos. No deja de ser interesante una realidad así.

La cuestión es que se podía comprar, pero también no todo el dinero se acepta: si es dinero antiguo, si son monedas, de qué moneda, porque se falsificaba o se decía así. También se puede comprar o se puede pagar mejor dicho con tarjeta de crédito. Pero los bancos locales no funcionan, sino que hay que tener una tarjeta y se supone que uno tiene una cuenta en el banco y tiene dinero en esa cuenta de banco. Se imaginan que no toda la gente de la sociedad tiene una cuenta de banco con dinero que pueda usar con tarjeta.

Pero además de todo eso, aunque tuvieran la tarjeta, les cobraban un 50% más o menos, 60% de interés, 40% de interés sobre los precios de los productos.

Bueno, durante todo este tiempo nosotros hemos procurado asistir en la medida de lo posible también con medicinas. Con Cáritas hemos tenido el centro de Cáritas, hasta que lo tuvimos que cerrar por el bombardeo y fue saqueado en algún momento, pero después se recuperó. Y acá afuera de la parroquia, al lado de la entrada de la parroquia, también había un centro, un dispensario podríamos decir de Cáritas, donde se atendía a la gente de manera gratuita, siempre, en todos los centros de Cáritas, y lo más posible y de la mejor manera posible, con médicos también que están refugiados aquí con nosotros.

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UA: Carlos, en relación a esto, ¿cómo describiría la vida de los cristianos en Gaza y en Tierra Santa? ¿Y cómo es la convivencia también con el pueblo de otros credos?

Carlos Ferrero: Digamos que la mayoría de los gazatíes son musulmanes. Hay también ortodoxos cristianos. La mayoría de los cristianos en Gaza son ortodoxos. De hecho, sea de paso, los latinos, nosotros somos católicos como en Argentina, es rito latino, aquí se conoce así. Somos también un grupo minoritario. Hay también anglicanos y algunos grupos de protestantes evangélicos.

Siempre ha habido convivencia con alguna dificultad. Los cristianos no son muy conocidos. Se imaginan que, en una población de 2,200,000 había 1,100 cristianos más o menos al principio de la guerra, 1,000 y pico de cristianos. O sea que de los 2,200,000 personas no éramos muy conocidos.

Pero también la presencia de los cristianos en esta situación de guerra ha hecho que nos conozcan mucho más, que sepan que había cristianos y que aun siendo gente árabe local que vive aquí en Gaza, esta es su tierra, no necesariamente tienen que ser musulmanes, sino que son cristianos y que quieren vivir aquí, que son palestinos.

Entonces también esto ha ayudado a que se conozca un poco más la realidad. Y, por otro lado, el cristianismo tiene el concepto de entendimiento, de perdón, de colaboración, de tratar de resolver los problemas sin necesidad de terminar en una guerra directamente. En eso también colabora y ayuda la presencia de los cristianos en todo Medio Oriente.

UA: La Autoridad de Agua de Gaza advirtió que hay una crisis humanitaria aún peor si continúa la escasez de agua. Usted recién hablaba de que no hay agua, que no están funcionando las cloacas y que se necesita más ayuda, a pesar de que está ingresando en este momento ayuda humanitaria. ¿Es suficiente lo que está ingresando? ¿Está previsto que ingrese más? ¿Qué nos podría contar sobre eso?

CF: Lo que sabemos es que han autorizado que entrarán 600 camiones de ayuda humanitaria por día. ¿Pero qué pasa? La primera pregunta que se me vino a la cabeza cuando me enteré de eso fue: ¿Quién lo recibe? ¿A dónde van a ir? ¿Se quedan en el sur? ¿Vienen para el norte? La ciudad de Gaza está más o menos en la mitad norte de la Franja de Gaza. Entonces, ¿vienen para acá? ¿Quién los recibe? ¿Quién los distribuye? Porque ya sabemos lo que ha pasado con los camiones que entraron antes sin ninguna organización que se hiciera cargo.

Entonces esa es una de las preguntas que ahora tendríamos que contestar. Lo que hemos escuchado es que organizaciones de las Naciones Unidas vendrían para poder recibir esa ayuda humanitaria y distribuirla, lo cual parece ser lo mejor, porque ya tienen experiencia y tienen estructuras para ese tipo de trabajo.

El tema del agua es clave, por supuesto. El tema de la comida, los restos de lo que hay, la suciedad que se ha acumulado en dos años de guerra… Se pueden imaginar que en la sociedad está todo desordenado. Eso puede ser origen también de enfermedades. El tema de higiene es clave. Son infraestructuras que hay que organizar.

UA: Carlos, usted mencionaba al comienzo que hay sentimientos encontrados. En estos momentos, ¿cómo describiría el ánimo, además de esta celebración que usted decía en el momento en que se dio a conocer el alto al fuego en los ciudadanos allí en Gaza? ¿Cuáles son los principales miedos y cuáles son las expectativas que reinan en estos momentos?

CF: En primer lugar, diría que todo el mundo tiene esperanza porque la mayoría de la gente quería el cese de fuego. Estaban ya cansados, hartos, basta de guerra, basta de muertes y de pelear así. Entonces la mayoría de la gente tiene lo primero una cierta alegría de haber conseguido un cese de fuego, con mucha esperanza de que sea real, porque ya en varias veces ha habido promesas de esto: se acaba, se acaba, pero no se acababa nunca.

Pero por otro lado con temores, porque hay amenazas. No se han podido entregar todos los cuerpos, como ustedes saben por las noticias. Lo hemos escuchado: Hamás dijo enseguida que los cuerpos de los rehenes difuntos, los muertos, iba a necesitar más tiempo para poder encontrarlos porque se murieron también los que eran responsables de esos muertos y ahora hay que descubrir dónde estaban esos cuerpos en primer lugar y tratar de encontrarlos debajo de todos los escombros que han dejado los bombardeos.

Eso ya lo habían anunciado al principio, antes del acuerdo, en el momento que estaban en negociaciones. Pero ¿qué pasa ahora? Como las familias de los difuntos están pidiendo al gobierno que insista y que ponga más límites, entonces, por razones políticas, el gobierno toma medidas que son más duras para la gente de la Franja de Gaza porque tiene que quedar bien con su población. Son todas cosas más o menos entendibles, pero esto pone en peligro el mismo acuerdo.

Ahora hemos escuchado que el presidente Trump, que hace unos días atrás había dicho públicamente que le daban dos o tres meses más para que se controlara esto hasta que se organice una autoridad o coordinación internacional, etcétera, ahora parece que ha dicho que le dan un mes para que entreguen todos los rehenes. Ya me entienden, son restricciones que yo entiendo que tienen una finalidad, pero que a la vez hacen dudar de la firmeza de los acuerdos y de la situación de paz que podemos vivir. Y eso es lo que la gente va entendiendo lamentablemente. Pero la mayoría tiene esperanza, y nosotros también rezamos y trabajamos para que esto sea un acuerdo firme que se sostenga.

UA: Carlos, en relación a esto que está contando, el último acuerdo de alto al fuego que también estaba previsto por fases fue a inicios de este año. Usted ya estaba allí en la Franja de Gaza hasta que se rompió ese acuerdo también. ¿Recuerda cómo fue ese momento?

CF: No recuerdo exactamente cuál era el argumento, pero me acuerdo que fue unilateralmente Israel quien decidió que no se estaba cumpliendo y que empezó la guerra de nuevo. Eso es lo que me acuerdo yo y lo que la mayoría de la gente acá entiende.

Úrsula Asta: Carlos, por último, agradeciéndole muchísimo esta comunicación, usted sabe que estamos en una agencia internacional. El mensaje que usted como cura, en este caso cura argentino que está en la Franja de Gaza, quiera dejar… Los micrófonos están abiertos para usted.

Carlos Ferrero: Muchísimas gracias. Yo le pediría a todo el mundo que sigamos sosteniendo la esperanza con mucha fe, rezando para que haya paz en todo el mundo, porque hoy también escuché la noticia de que en Nigeria había, creo que eran 52,000 muertos en distintas persecuciones a cristianos también. Y la guerra que hay en Ucrania y en otros lugares del mundo.

Que sigamos rezando por la paz, haciendo todo lo que podamos cada uno: toda obra de bien, obra de amor, obra de misericordia va a construir la paz. Y agradecer a todo el mundo tantas oraciones, tantos apoyos y la preocupación y pensamiento de tanta gente, lo mismo que el Santo Padre León XIV, que se comunica con nosotros y que hace todo lo posible para que haya paz, como el Patriarca Pierbattista Pizzaballa de acá de Jerusalén, del Patriarcado Latino de Jerusalén.

Ese sería mi pedido para todo el mundo. Gracias a ustedes también por habernos comunicado.

Carlos Ferrero*. Sacerdote católico. Superior del Instituto del Verbo encarnado en Gaza

Foto de portada: Den hellige families kirke

Acerca del autor

Ursula Asta

Periodista, licenciada en Relaciones Institucionales, con posgrado en Políticas Públicas para la Igualdad en América Latina y el Caribe y maestranda en Comunicación y Criminología Mediática. Integrante del colectivo de dirección de la cooperativa Radio Gráfica y conductora del semanario radial Feas, Sucias y Malas.

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