Desde que el gobierno norteamericano – con la excusa de combatir al narcotráfico- decidió enviar buques de guerra al mar Caribe, la tensión en esa región no paró de crecer. La hipótesis que despertó mayor preocupación fue la de una intervención militar directa contra Venezuela. Una teoría que, dada la historia de Estados Unidos hacia América Latina, no era descabellada. La estructura política, judicial y mediática norteamericana encabezada por el secretario de Estado, Marco Rubio, arremetió contra la figura del presidente Nicolás Maduro y contra todo el gobierno bolivariano. Sin embargo, sin abandonar esa presión sobre Venezuela, en las últimas semanas la retórica belicista del mandatario norteamericano, Donald Trump, puso en la mira al presidente colombiano, Gustavo Petro, y nuevamente, sonaron las alarmas de guerra.
El domingo 19 de octubre, en su propia red social llamada Truthsocial, Trump aseguró que “el presidente Gustavo Petro, de Colombia, es un líder de drogas ilegales (líder del narcotráfico) que alienta fuertemente la producción masiva de drogas, en campos grandes y pequeños, en toda Colombia”.
El mandatario norteamericano afirmó que la producción de droga se ha convertido en el negocio más grande de Colombia “y Petro no hace nada para detenerlo, a pesar de los pagos a gran escala y los subsidios de los Estados Unidos” y agregó que “a partir de hoy, estos pagos, o cualquier otra forma de pago , o subsidios, ya no se realizarán a Colombia”.
Según publicó DW, “Colombia es el país sudamericano que más ayuda financiera recibe de Washington, según datos del gobierno estadounidense, con más de 740 millones de dólares desembolsados en 2023”.
En ese marco el presidente norteamericano también anunció que elevaría los aranceles a productos provenientes de Colombia.
Durante el posteo, Trump señaló que “el propósito de esta producción de drogas es la venta de cantidades masivas de productos a los Estados Unidos, causando muerte, destrucción y estragos”, y luego, con el tono amenazante que suele caracterizar al mandatario norteamericano, concluyó que o Petro, elimina los campos de producción de droga en Colombia o “los Estados Unidos los cerrarán por él, y no lo hará de buena manera”.
Una respuesta diplomática
Tras las amenazas de Trump, la canciller, Rosa Yolanda Villavicencio Mapy, informó que Daniel García-Peña, Embajador de Colombia ante los Estados Unidos de América ha sido llamado a consultas por parte del Presidente Gustavo Petro Urrego por lo que había vuelto a Bogotá.
Por su parte, el presidente Petro, convocó a la ciudadanía a reunirse en la Plaza de Bolívar, de Bogotá “en una gran manifestación por la soberanía y la dignidad de Colombia”
El mandatario se reunió con el encargado de negocios de Estados Unidos en Colombia, John McNamara. Según informó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia “en la reunión, que fue larga, franca y constructiva, el Presidente Gustavo Petro Urrego ratificó el compromiso del gobierno nacional con ampliar el programa de sustitución de cultivos ilícitos y la importancia que este tiene para el país”.
“Los altos funcionarios ratificaron el compromiso de ambas partes en mejorar las estrategias de lucha antidrogas. Es deseable que estos esfuerzos se sigan haciendo de manera coordinada con Estados Unidos”, asegura el comunicado de la Cancillería y, también aclara que “frente al tema de aranceles, el Encargado de Negocios dejó claro que se trata de una decisión que le corresponde exclusivamente al Presidente Trump”.

Crónica de una escalada
A mediados de septiembre Washington decidió quitar a Colombia la certificación de país que lucha contra las drogas, lo que implica la eliminación de subsidios que el gobierno norteamericano entregaba para ello.
La Cancillería colombiana rechazó esta decisión y, mediante un comunicado señaló que “la administración en Washington desconoce la realidad en el territorio y los logros —reales, medibles y de impacto— alcanzados por Colombia en los últimos tres años”.
“Desde la Cancillería advertimos que con la descertificación se corre el riesgo de reducir las capacidades de uno de los aliados más firmes de EE. UU. en la lucha contra el narcotráfico (…) El Gobierno de Colombia seguirá actuando con responsabilidad y determinación en la lucha contra el narcotráfico. Lo haremos incluso cuando la decisión de EE.UU. introduzca riesgos y señales que pueden ser malinterpretadas por los criminales”, remarca el texto.
También en septiembre, tras la participación del presidente colombiano en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, y actos en la vía pública a favor de Palestina el Departamento de Estado de EE.UU. comunicó en una publicación en X: “el presidente colombiano (Gustavo Petro) se paró en una calle de Nueva York e instó a los soldados estadounidenses a desobedecer las órdenes e incitar a la violencia” por lo que informaron la decisión de revocar “la visa de Petro debido a sus acciones imprudentes e incendiarias”.
Por su parte, el mandatario colombiano aseguró que las operaciones norteamericanas en el Caribe no tenían que ver con la lucha contra el narcotráfico sino con la intención de forzar un cambio de régimen en Venezuela y apropiarse de sus recursos naturales. Y denunció que los ataques a las embarcaciones realizadas por las Fuerzas Armadas estadounidenses en ese territorio, que produjeron al menos 27 muertes, representan ejecuciones extrajudiciales en una clara violación al derecho internacional.
Poco después, el secretario de Defensa norteamericano, Pete Hegseth, confirmó un nuevo operativo, en esta ocasión contra una embarcación supuestamente vinculada a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), pero que según denunció Petro, en realidad las víctimas eran solo pescadores colombianos y que el ataque se produjo en aguas de ese país por lo que representó una violación a su soberanía.
El 15 de octubre, el presidente Petro anunció que no asistirá a la próxima Cumbre de las Américas que se realizará en diciembre tras conocerse que – por presiones de Estados Unidos – el presidente de República Dominicana, Luis Abinader, excluyó a Cuba, Nicaragua y Venezuela de ese encuentro.

Cortina de humo
En diálogo con PIA-Global, Federico García Naranjo, politólogo colombiano, afirmó que “el despliegue militar estadounidense en el Caribe obviamente no persigue los objetivos declarados oficialmente, que es luchar contra el narcotráfico. En principio, porque buena parte de las rutas del narcotráfico van por el Pacífico y por México, y no por el Caribe. Y, segundo, porque Venezuela, según los propios informes de la DEA, no es un país en donde haya una presencia intensa del narcotráfico, como sí lo es Colombia, Bolivia, Ecuador, Perú o México”.
“En ese sentido, pienso que tampoco tiene como propósito — como se sostiene— preparar una agresión contra Venezuela con la excusa del narcotráfico. Tampoco creo que ese sea el objetivo real. Pienso que una agresión contra Venezuela implicaría un costo demasiado alto para la administración Trump, tanto en términos operativos y militares como en términos políticos y reputacionales, en un momento en que enfrenta más de treinta juicios y salieron siete millones de personas a las manifestaciones del denominado No Kings; en fin, desde el Congreso se le cuestiona con mucha intensidad los bombardeos a las lanchas; se vienen unas elecciones de medio término, etc.”, sostuvo el analista.
García Naranjo señaló que “todo este despliegue militar no tiene como objetivo ni la lucha contra las drogas ni un asalto a Venezuela, sino, por el contrario, crear una operación de guerra psicológica para amedrentar a países desobedientes en la región y tener un discurso con el cual distraer la atención a nivel interno, en la política interna y en la discusión pública dentro de Estados Unidos; es decir, que le sirva de cortina de humo”.
“Lo hemos visto porque esto ya lleva alrededor de dos meses y no todas las semanas se habla del tema con la misma intensidad. Hay semanas en las que se insiste mucho y otras en las que se deja de hablar del asunto. Eso también lleva a pensar que sencillamente es una cortina de humo que busca ser explotada en momentos de necesidad”, sostuvo.
Mejor mirar para otro lado
García Naranjo sostuvo que “la última jugada de Donald Trump, la última salida —a mi juicio— desesperada. Además, la publicación en Truth Social es errática, está mal redactada, parece escrita con desesperación. Es decir, me da la sensación de que una acusación tan grave, un insulto y unas amenazas tan desobligantes por parte de un jefe de Estado hacia otro jefe de Estado, justamente después de las manifestaciones del “No Kings” en Estados Unidos, efectivamente lograron distraer la atención frente a eso. Para poder tapar o llenar la agenda informativa con algo de suficiente peso qué mejor que acusar de narcotraficante a un presidente de un país aliado. Además, uno con el que Estados Unidos comparte vínculos estrechos: no sólo son socios, sino que forman parte de múltiples organismos multilaterales, son aliados militares, en fin. No tiene ningún sentido desde un punto de vista de la estrategia política. Pero Trump lo hace atendiendo a sus necesidades más urgentes e inmediatas. Creo que eso es, para responderte la pregunta, lo que está detrás”.
“El gobierno colombiano respondió con firmeza, pero con educación, con respeto y apelando a los canales diplomáticos. Por supuesto, hoy en día Twitter es casi que un canal diplomático más, y Petro es un gran tuitero. En ese sentido, Twitter y las redes se han vuelto un escenario de esta confrontación. Pero pienso que Petro ha respondido como debía hacerlo: apelando al derecho internacional, a la vida, a la paz como compromiso regional —en particular en el Caribe—, y a la sensatez y a principios básicos como la independencia, la autonomía, la autodeterminación de los pueblos y la soberanía. Me parece que, incluso, en ocasiones podría haber sido un poco más beligerante. Menos políticamente correcto. En general, como analista, me parece que lo ha hecho de una manera correcta, y eso se nota no solo en las reacciones que ha tenido la prensa internacional, sino incluso entre muchos representantes del Partido Demócrata o periodistas y opinadores republicanos en Estados Unidos, que en este caso le dan la razón a Petro”, remarcó.
Ante la consulta sobre hasta dónde puede llegar la escalada de la postura estadounidense contra el gobierno del presidente Petro, el analista colombiano reflexionó que “como buena operación de guerra psicológica, se usará según la coyuntura. En este momento Trump vive horas complejas y necesita hacer ruido. Pero, por ejemplo, dentro de dos días la atención puede trasladarse a Ucrania, Gaza o Taiwán, y este tema enfriarse. Creo que eso es lo que sucederá: se crea una tormenta para distraer y poner a la gente a hablar de lo que al poder le interesa que se hable. En concreto, al gobierno de Estados Unidos le interesa que su público piense en otras cosas distintas a sus problemas internos”.
“Las manifestaciones del sábado pasado fueron históricas: las más grandes desde la guerra de Vietnam, alrededor de siete millones de personas, un hecho político de repudio al gobierno de Trump. Como buen seguidor de Steve Bannon, Trump no enfrenta la problemática: la desvía y satura la agenda mediática con noticias sensacionalistas. Por eso, como decía al principio, qué mejor recurso que acusar de líder narco a otro jefe de Estado de un país que además ha sido un aliado militar tradicional e incondicional”, concluyó García Naranjo.
Héctor Bernardo* Periodista, escritor y profesor de Introducción al Pensamiento Social y Político Contemporáneo – Facultad de Periodismo y Comunicación Social – UNLP. Miembro del equipo de PIA Global
