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Argentina: BRICS, esa es la alternativa

Por Hernando Kleimans*. Especial para PIA Global. –
Hace un mes, en este mismo medio informativo, planteábamos la disyuntiva hamletiana para nuestro país: ¿BRICS o no BRICS? Bueno, estimadas y estimados, este devaneo no existe más: la lógica alternativa a la profunda crisis económica argentina es BRICS.

En vísperas de la cumbre del grupo nacido en 2006 como una decisión de Rusia, India y China a la que adscribió de inmediato Brasil y unos años después Sudáfrica, sólo voy a informar que en la magna reunión del 22 al 24 del corriente en Kazán, la hermosa capital musulmana de Rusia a orillas del Volga, participarán delegaciones de unos cincuenta países y más de treinta de ellas serán encabezadas por los respectivos jefes de estado.

Es posible que a finales del jueves 24, cuando se cierre la cumbre, el correspondiente comunicado final dé cuenta de la incorporación, como países asociados, de más de 30 naciones de Asia, África y quizá también de México, Venezuela, Colombia o Bolivia, en América Latina. En su amplio conjunto, los BRICS habrán superado el PIB del G7 (casi el 40% del PIB mundial) y serán cuasi monopólicos en materia de portadores energéticos y mercado agroindustrial.

Argentina se rehusó a aceptar la invitación a ingresar como país pleno, que se había ganado en 2023, después de casi un decenio de insistir en su membresía con el respaldo de Rusia, la India y China pero con la reticente suspicacia de Itamaraty. Recuerdo las primeras aproximaciones al tema en 2013, con la participación “informal” argentina en reuniones de comités nacionales BRICS y la batallada invitación a la Argentina para participar de la cumbre BRICS de 2014 en la brasileña Fortaleza…

Sin embargo, desde que en 2010 se incorporó Sudáfrica al Grupo y se abrieron las perspectivas de nuevas membresías, nuestro país figuró siempre entre los más respaldados y, en América Latina, en primer lugar.

No es casual. Nunca fue casual. La Argentina se inscribe a la perfección en el conjunto económico, comercial y financiero del Grupo. Digo, se equivoca quien piense que el cometido primario de los BRICS es convertirse en decisivo jugador político dentro del ámbito internacional. Es obvio que sus decisiones y acciones inciden en ese ámbito y de manera decisiva. No será la primera vez que los BRICS logran, en el G20, una declaración “anti-deuda” y en respaldo a un cambio estructural en el sistema financiero internacional. En todas las declaraciones finales del Grupo figura la condena al terrorismo, a los dictados imperiales de los grandes monopolios económicos y financieros, los reclamos para la modernización del sistema de toma de decisiones de la ONU, etc.

Pero los BRICS, antes que nada, son una constelación de mercados económicos, comerciales y financieros basados en principios de integración, de solidaridad, de cooperación y de prevalencia de los intereses comunes. Apuntada a la consolidación de las economías de cada uno de sus miembros y al desarrollo de proyectos conjuntos en todas sus áreas.

Kazán, obviamente, no sólo no es la excepción, sino que marcará una bisagra en la gestión de las relaciones internacionales. Dejarán de ser propiedad exclusiva de los grandes monopolios del mundo unipolar sectores como la logística, las finanzas y la comercialización de commodities. La gestión mercantil pasa definitivamente a manos de los propios países, como marca el ejemplo de la OPEP+ y las plataformas agroindustrial y financiera que comienzan a funcionar después de la cumbre.

No hace falta ser miembro pleno o país asociado para participar en estos desarrollos. Uruguay utiliza los servicios del Nuevo Banco de Desarrollo BRICS, por ejemplo.

¿Y dónde estamos nosotros? ¿Dónde entra la Argentina en este nuevo esquema mundial? ¿Qué pasos hay que dar y cuáles son los requisitos por cumplir?

Antes que nada, en primer lugar, dejarse de embromar con los ideologismos, las frases rimbombantes, las condenas estentóreas. Cuesta mucho luego desembarazarse de todo este lastre y presentarse ante el nuevo mundo multipolar como un interesado aspirante. Sobre todo, después de haber rechazado grandilocuentemente la fraterna invitación del Grupo a incorporarse como miembro pleno, como lo han hecho el año pasado Arabia Saudita, Egipto, Emiratos, Etiopía e Irán.

Así como se ha reconocido que China es “un socio interesante” (¿?), debería aceptarse la estricta orientación económica y comercial de los BRICS. En su momento, un monarca europeo, con su cabeza cubierta de ceniza, tuvo que peregrinar hasta Canossa para humillarse ante el poder papal. No se trata de ello, desde luego. Sí se trata de reconocer la realidad internacional, hoy definitivamente marcada por este Grupo de 10 países menos Argentina…

Necesitamos coordinar con la plataforma financiera BRICS que comenzará a funcionar luego de Kazán, la apertura de nuestro comercio internacional al trato en monedas nacionales. Cruzar cuentas corresponsales en esas divisas entre nuestros sistemas bancarios- Despegarnos de la agobiante dependencia del dólar como divisa única, en momentos en que su influencia se demerita y desmorona día a día, tanto por el ascenso del comercio internacional en monedas nacionales, como por la crítica situación de la economía norteamericana, precipitada en una deuda de… 36 billones de dólares.

El funcionamiento de este cruce financiero-bancario ha permitido el incremento en flecha en el comercio entre los países BRICS y periféricos. Casi el 80% del mismo se efectúa en divisas nacionales. Ese mismo cruce que pueden ejecutar las entidades argentinas fomentará y consolidará la financiación de proyectos nacionales o conjuntos en áreas de infraestructura: energía, transporte, obra pública, etc. Tal como ocurre en la actualidad en el Grupo con proyectos integrados en energía nuclear, transporte, minería, etc.

En consonancia con ello, necesitamos incorporarnos a este funcionamiento para lograr los ambiciosos objetivos que en materia de incremento de comercio exterior vienen planteando generaciones de gobernantes argentinos. Sin lograrlo. Con estrepitosos silencios. Con tímida defección de mecanismos estatales creados para tal fin, ante los “omnipotentes y omnipresentes” mecanismos de presión que ejercen los grandes grupos monopólicos internacionales asentados en nuestro país.

Debemos tener acceso a los mercados agroindustriales que se consolidarán con el funcionamiento de la nueva plataforma agroindustrial BRICS. Hasta ahora, los negocios en esta área siempre han sido manejados según los dictados de las “hermanas”, como se las conoce a las comercializadoras internacionales: Cargill, Dreyfus, Bunge y Born, André, ADM, Glencore o Corfo. La Argentina es, además de uno de los productores líderes en el sector, principal desarrollador de agrobiotecnologías revolucionarias, como el trigo HB4 de Bioceres, que cambió la concepción mundial de lucha contra la sequía.

Nuestros productores y nuestras empresas biotecnológicas pueden aportar significativamente a la consolidación de esa plataforma BRICS. Nuestros productores y nuestras cabañas pueden contribuir al mejoramiento cualitativo de los mercados cárnicos, tanto en la producción como en su procesado industrial y en su comercialización. Nuestros productores agrarios pueden difundir métodos de avanzada como la siembra directa o la dosificación agroquímica. Todo ello redundará en una mayor y mejor penetración de nuestras producciones, tecnologías y know how en el mercado mundial.

En momentos en que en el mundo persiste la demanda energética, la Argentina puede acceder confortablemente a la OPEP+ o al GECF (Foro de Países Exportadores de Gas) con el respaldo y cooperación de los países BRICS miembros de esos centros coordinadores y ordenadores del mercado energético mundial. Podríamos contar, además de fuentes de financiación independientes de los monopolios financieros internacionales, con el suministro de tecnologías y equipamientos innovadores y, por supuesto, con la conformación de la necesaria estructura de transporte para asegurar la participación de nuestras diferentes Vacas Muertas en los mercados energéticos globales.

En el régimen interno de cooperación económica y comercial, los BRICS pueden contribuir a la estabilización de mercados sensibles en nuestro país como el de medicamentos. Por su parte, la Argentina junto con Brasil pueden concretar finalmente la apertura de bloques regionales como el MERCOSUR a emprendimientos y líneas de trabajo conjunto y a largo plazo con los BRICS.

Necesitamos el desarrollo de logísticas independientes que nos permitan acceder en forma directa y autónoma a los mercados de Asia y África. Los BRICS, en conjunto con organizaciones interregionales como la OCSh (Organización de Cooperación de Shanghái), la sudasiática ANSEAN o la UEEA (Unión Económica Euroasiática), pueden ofrecer estas logísticas alternativas a través de nuevos corredores de transporte como la “ruta de la seda”, el “polígono euroasiático” o la “ruta ártica permanente”. Nosotros podríamos agregar la estratégica ruta marítima Buenos Aires-Durban o unirnos con Brasil para convertir los puertos marroquíes como Tánger, Nador o Casablanca, en “hubs” ideales para el tráfico marítimo de mercancías entre la costa este de América Latina, Asia y el interior del continente africano.

La importancia de la vinculación argentina con los BRICS es de tal magnitud, que podríamos continuar con la descripción de sectores concretos de integración. No es un secreto. Hoy, internet está al servicio de esta información. Nos basta con redondear la percepción conceptual de esta importancia. Es la que define, sin vacilación, la trascendente misión estratégica que tiene nuestro país y el incalculable aporte que realizaría al potente e incontenible auge de este nuevo mundo multipolar.

En consecuencia, ese no es el problema.

La Argentina, independientemente de que el gobierno lo ejerzan conocedores o ignorantes, tiene, de una vez por todas, que trazar una línea coherente, estable, inconmovible, de sus relaciones económicas internacionales. Las condiciones de esa línea, sus premisas fundadoras, sin ninguna duda pasan por su relación con los BRICS que, tras Kazán, terminarán de adquirir un carácter ecuménico. Ahí está el mercado. Ahí están nuestras fuentes de financiación. Ahí está la integración económica y tecnológica.

A diferencia de similares y tradicionales organizaciones del bloque euroatlántico, este Grupo pluricultural, integrado por disímiles civilizaciones y culturas, multiétnico, ofrece una integridad igualitaria y solidaria de trato que necesitamos incorporar si queremos salir del pozo en el que nos metimos tras décadas de frustradas, pedantes e… ingenuas concepciones del desarrollo socioeconómico.

¿Qué? ¿Cómo siempre nos quedaremos soberbios y solitarios en nuestra estúpida creencia de que somos el ombligo del mundo? ¿Seguiremos sin admitir que para subirnos al nuevo mundo multipolar, en crecimiento y expansión, necesitamos modestia, reconocimiento de nuestras carencias y asunción de nuestras posibilidades? ¿Cuándo nos daremos cuenta de que el Punto Crítico de nuestra vigencia como sociedad es esa admisión? Como dicen los rusos, “el tren ya partió”.

¿Tendremos el suficiente vigor y la necesaria resolución como para subirnos a él en marcha?

Hernando Kleimans* Periodista, historiador recibido en la Universidad de la Amistad de los Pueblos «Patricio Lumumba», Moscú. Especialista en relaciones con Rusia. Colaborador de PIA Global

Foto de portada:@Sputnik

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