La derrota sufrida por Bolsonaro, generó diversas acciones, muchas de ellas violentas, que mostraban claramente que los sectores fascistas no iban a permitir la gobernabilidad y avanzaron en sus reclamos de fraude e intervención militar con bloqueos de caminos y campamentos que, con el correr de los días se fueron multiplicando en ciudades de todo el país.
Desde el primero de enero, día de la asunción de Lula en su tercer mandato, la derecha bolsonarista, asistió a un despliegue gubernamental que no se limitó al discurso de campaña. A pocas horas de haber asumido la presidencia elevó el número de ministerios a 37 y firmó una batería de decretos que mostraban claramente que la ruta de este nuevo Brasil de Lula, en lo esencial, nada tendría que ver con la propuesta por su contrincante y antecesor Jair Bolsonaro.
Una de las primeras medidas tomadas por Lula fue la de la suspensión del registro de nuevas armas para civiles y anuló la autorización para abrir nuevos clubes de tiro hasta una nueva reglamentación y redujo de seis a tres el número de armas que un civil puede tener en su domicilio.
Además, firmó un decreto que amplía a 60 días la exención de impuestos federales para los combustibles, reestableció el funcionamiento del Fondo Amazonía, derogó una medida sobre la minería ilegal y publicó un decreto en relación al combate de la deforestación en todos los ambientes.
Por otra parte, Lula viabilizó el pago de R$600 del Auxilio Brasil, el programa de bienestar social del Gobierno brasileño que volverá a llamarse Bolsa Familia, reafirmando su compromiso de “responder a las esperanzas de un pueblo sufrido”.
Con Bolsonaro alojado en Estados Unidos, huyendo de sus responsabilidades y una firme decisión gubernamental puesta en marcha desde el primer día de gobierno popular, la derecha reaccionaria aceleró su agenda destituyente haciendo gala de la irracionalidad que la asiste en su concepción política.
El asalto y vandalización de la sede del Congreso Nacional para exigir una intervención militar, por parte de seguidores del derrotado Jair Bolsonaro, muestran claramente que sin una firme acción de gobierno que desmonte el entramado golpista de la derecha, la democracia y el proyecto popular seguirán en peligro.
Las imágenes son elocuentes y ante los acontecimientos que actualmente sacuden a la región, sirven para reflexionar seriamente sobre los alcances de esta derecha que a nivel mundial viene actuando por sobre la voluntad popular.
Ante los acontecimientos distintos gobiernos repudiaron los hechos, entre ellos, Argentina, España, Venezuela, Uruguay, Bolivia, Chile, Francia, México, Colombia, Cuba y Estados Unidos entre otros.
Oscar Rotundo* Editor del equipo de PIA Global
Foto de portada: AP Photo/Eraldo Peres
