En el marco del creciente descontento popular por los escándalos de corrupción del gobierno de facto de Michel Temer, militares brasileños realizaron declaraciones públicas sobre la posibilidad de que las Fuerzas Armadas den un golpe de Estado. El clima de un golpe dentro del golpe se siente cada vez con más fuerza.
Los medios hegemónicos y los gobiernos de derecha de la región y de Europa cuestionan en cada artículo, en cada informe, en cada análisis, al legítimo gobierno de Venezuela. Ponen sobre él una lupa distorsionada para contar los hechos que allí suceden. Sin embargo, nada dicen del ilegítimo gobierno del golpista Michel Temer y de la decadente democracia brasilera que cada día agudiza más su crisis.
Cabe recordar que a mediados de 2016, por medio de un golpe de Estado parlamentario, la legítima presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, fue destituida y el golpista Temer asumió de facto el gobierno.
Desde esa fecha hasta la actualidad, los escándalos de corrupción no cesaron. El más conocido de ellos se desató tras hacerse pública una grabación en la que se escucha al mandatario brasileño negociar el pago de un soborno para su socio político en el golpe, el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha –hoy preso por corrupción–.
Temer se transformó en el primer presidente de Brasil investigado por corrupción durante su mandato.
A estos escándalos se suma el hecho de que el mandatario de facto dio un giro en las políticas que llevaba adelante el gobierno de Rousseff, que habían sido refrendadas por el voto de 54 millones de brasileños. Temer se alineó con los intereses regionales de la derecha y comenzó a aplicar un modelo económico neoliberal que afecta, principalmente, a los sectores más vulnerables.
Como consecuencia, la popularidad del expresidente Luiz Inacio “Lula” Da Silva –que ya era grande– comenzó a crecer cada vez más. Todas las encuestas indican que Lula es el candidato con mayor intención de voto para las elecciones presidenciales de 2018.
En ese contexto, el viernes pasado, el general Antonio Hamilton Martins Mourão, secretario de Economía y Finanzas del Ejército, en una charla pública habló de la posibilidad de que las Fuerzas Amadas dieran un golpe de Estado para “solucionar el problema de la corrupción”.
En la charla, cuando un asistente lo interrogó sobre “la corrupción en los Poderes el Estado”, Martins Mourão aseguró: “Nosotros (el Ejército) tenemos planes, muy bien hechos, así que en el presente momento lo que vislumbramos es que los Poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) tendrán que buscar la solución; si no la consiguen, llegará la hora en que nosotros tendremos que imponer una solución”.
Ante toda la audiencia, Mourão remarcó: “Y esa imposición no será fácil, traerá problemas. Ténganlo claro”.
Frente a estas declaraciones se esperaba una sanción del jefe del Ejército, una declaración del gobierno, el repudio de todo el arco político y que los medios hegemónicos de comunicación defendieran los valores democráticos. Nada de eso pasó.
El jefe del Ejército, Eduardo Villas Boas, respaldó los dichos de Mourão, el gobierno de Temer no hizo declaraciones públicas sobre el hecho, sectores de la derecha del arco político salieron a respaldar al general golpista y la Rede Globo no solo no lo condenó, sino que pareció apoyar su postura.
El único sector político que condenó contundentemente estas declaraciones fue el Partido de los Trabajadores (PT). Mediante un comunicado, el partido de Lula y Rousseff aseguró que el discurso de Mourão “no solo no respeta los reglamentos disciplinarios, sino que hiere frontalmente a la Constitución y amenaza seriamente la democracia”.
Según narra el corresponsal en Brasilia del diario Página/12, Darío Pignotti, la postura antidemocrática de un sector de las Fuerzas Armadas tiene larga data. La expresidenta Rousseff “era tildada de ‘subversiva’ en los actos del Club Militar que cada 31 de marzo celebra el aniversario del golpe de 1964”.
Pignotti también narra en uno de sus artículos que en una reciente entrevista el jefe del Ejército Villas Boas reivindicó la dictadura brasileño y “le encomió el crecimiento económico que permitió a Brasil ubicarse entra las primeras potencias económicas del mundo”.
Es claro que para este sector antidemocrático del Ejército brasileño la corrupción del gobierno ilegítimo de Temer se ha transformado en solo una excusa y la verdadera intención es evitar que Lula gane las elecciones de 2018 y vuelva a asumir el gobierno. La posibilidad de un golpe dentro del golpe vuelve a herir a la debilitada democracia brasileña y tiende un manto de oscuridad sobre toda América Latina.