Exactamente dos meses después del inicio de los movimientos que darían lugar al motín fallido del 24 de junio, un avión privado Embraer Legacy 600 utilizado por la empresa militar privada Wagner se estrelló ayer por la tarde en la región de Tver realizando la ruta Moscú-San Petersburgo. Rápidamente, la Agencia Federal de Transporte Aéreo de Rusia (Rosaviatsya) confirmó que en la lista de pasajeros figuraban los nombres de Evgeny Prigozhin y Dmitry Utkin. La investigación comenzó inmediatamente, aunque para ese momento, circulaba ya por las redes sociales un vídeo en el que una mujer describía dos explosiones antes del inicio de la caída del avión, que podía verse en las imágenes descendiendo vertical y rápidamente. Las imágenes no dejaban lugar a dudas y eliminaban cualquier posibilidad de un accidente o de que pudiera haber supervivientes.
A partir de ahí, y mucho antes de que una investigación aclarase la causa de los hechos y si Evgeny Prigozhin y Dmitry Utkin se encontraban entre los pasajeros, los medios comenzaron a especular sobre la forma y la autoría de los hechos. Desde los primeros minutos, se manejaron dos posibles causas principales: la del derribo por medio de arma externa o la explosión de un artefacto ubicado en la propia aeronave. Ninguna de las dos ha sido confirmada de momento. La confirmación del arma utilizada -si es que, como todo parece apuntar, no se trata de un accidente- no supone tampoco aclarar la autoría. Por la noche, Rosaviatsya confirmaba -presumiblemente por la lista de pasajeros y no por la identificación de los cadáveres- que entre los fallecidos se encontraban tanto Evgeny Prigozhin como Dmitry Utkin. Wagner no solo habría perdido a su dueño, sino a su principal cerebro militar.
Tras una negociación en la que participaron varias personalidades del aparato estatal ruso, el motín de Wagner se cerró el 24 de junio de una forma tan abrupta como había comenzado. Prigozhin se trasladaría a Bielorrusia con el contingente de soldados que eligieran no integrarse en las unidades de las tropas regulares rusas. Como ha podido comprobarse desde ese momento, Wagner ha mantenido sus contratos en el exterior y no ha habido, por el momento, intento de las autoridades rusas de sustituir a las tropas de Prigozhin en lugares como Mali o República Centroafricana, país en el que han obtenido su mayor éxito al lograr repeler el intento rebelde de asediar la capital. En los dos meses transcurridos desde el fallido motín se ha producido también el traslado del contingente de Wagner a una base de Bielorrusia, donde la empresa se registró oficialmente y comenzó a participar en la instrucción del ejército bielorruso. Pese al acuerdo de aparente semiexilio, Prigozhin había viajado en varias ocasiones a Rusia, donde se reunió incluso con Vladimir Putin, que convocó tanto al dueño como a los comandantes de Wagner a un encuentro celebrado a puerta cerrada en el Kremlin apenas unos días después del motín.
Hace unos días, Prigozhin había publicado unas imágenes desde un país africano (posiblemente Malí o República Centroafricana) en el que insistía en la labor de Wagner y prometía luchar por “seguir liberando África”, una idea muy repetida estas semanas desde el inicio del golpe de estado en Níger, país al que había ofrecido ayuda. Los rumores sobre la llegada de Wagner para defender a la junta militar comenzaron prácticamente desde el anuncio de detención del presidente Bazzoum y, aunque falsas, han sido argumento suficiente para que Occidente exagerara una vez más la amenaza rusa en África.
El presumible asesinato de Evgeny Prigozhin no solo deja en el aire el futuro de Wagner, que dice contar con planes de contingencia previstos para una posible sucesión en caso de desaparición de su figura principal, sino que da comienzo a la especulación de la culpabilidad. Como era de esperar, por parte de Ucrania, el ataque se consideró “un mensaje de Putin a las élites rusas”. Los hechos se producen en el primer día de la cumbre de los BRICS, un escenario que supone un foco mediático y diplomático en el que Rusia queda ahora cuestionada, ya sea por su autoría o colaboración en el ataque o por la incapacidad para mantener la seguridad en el transporte aéreo. En las horas posteriores a la confirmación de los hechos, Vladimir Putin entregaba el título de Héroes de Rusia al personal del tanque Alyosha, que hace unas semanas se enfrentó y derrotó a toda una columna blindada ucraniana en el frente de Zaporozhie. El presidente ruso no se ha pronunciado todavía sobre la ya prácticamente confirmada muerte de Evgeny Prigozhin, del que falsamente se ha dicho en los últimos meses que formaba parte de su círculo más cercano.
Como también era de esperar, una parte de la población rusa culpó inmediatamente a Ucrania, que este año había exagerado el poder y el valor de Prigozhin en el esfuerzo bélico ruso. Ucrania ha cometido atentados en territorio ruso, pero la capacidad de derribar un avión, ya sea por medio de una bomba instalada en la propia aeronave o con el uso de un proyectil portátil, supondría un cambio cualitativo. En las redes sociales, se apuntaba a las palabras de Kirilo Budanov, que en el pasado se ha jactado de contar con una lista de personas rusas a las que «liquidar». El martes, Budanov afirmó que habría «sorpresas» en los próximos días, aunque el comentario se refería fundamentalmente a Crimea. En cualquier caso, Ucrania está disfrutando de la noticia como parte de la celebración de su Día de la Independencia.
La tercera opción apuntaría a un ajuste de cuentas interno. El día en el que se produjo el motín, una de las ramas militares rusas sufrió especialmente: las VKS. La aviación rusa perdió a 13 personas y varios aparatos (tanto helicópteros como aviones) y en ningún momento escondió su descontento por la forma en la que se había cerrado el episodio, sin consecuencias reales para Prigozhin y sus tropas. Más allá del castigo esperado por lo que Vladimir Putin había calificado horas antes de traición, quedó en el aire la pregunta de quién cargaría con el coste por el equipamiento perdido. Desde aquel día, el general de las VKS Surovikin, bajo cuyo mando se había preparado la defensa que actualmente protege a las tropas rusas de las ucranianas al ataque, fue apartado de su puesto y, quizá, detenido. El martes, los medios rusos confirmaron lo que era evidente: Surovikin había sido cesado en su puesto de jefe de la aviación. El ajuste de cuentas por parte de las VKS ha sido una de las hipótesis más repetidas en las últimas horas.
El intento de asesinato de una persona de tan alto perfil, especialmente en un contexto de guerra, provoca siempre todo tipo de teorías de la conspiración. Teniendo en cuenta lo conflictivo de la figura de Prigozhin y la importancia que su ejército privado había alcanzado estos meses hace aún más difícil que los hechos logren acallar la conspiración y la niebla de guerra. Por el momento, como ha sido habitual con respecto a Wagner, las certezas escasean y las preguntas superan a las respuestas. Es labor de las autoridades rusas esclarecer los hechos.
*Nahia Sanzo Ruiz de Azua, periodista.
Artículo publicado originalmente en Slavyangrad.
Foto de portada: extraída de Slavyangrad.