Análisis del equipo de PIA Global Norte América

Asamblea de la ONU: foro de denuncias sin soluciones a la vista

Escrito Por Ana Dagorret

Por Ana Dagorret. – Pese a las más de 140 intervenciones y las innumerables advertencias acerca de las realidades urgentes que padecen los pueblos del mundo, hoy la ONU es más un escenario de denuncia que un espacio para la solución de conflictos.

La 78° Asamblea General de Naciones Unidas (ONU) celebrada los días 18 y 19 de septiembre en Nueva York evidenció un síntoma del que ya venían acusando los recientes alineamientos geopolíticos y económicos en el mundo: La ONU es un organismo obsoleto. Fundada originalmente como espacio de diálogo y consenso para la resolución de conflictos entre las naciones que la conforman, el organismo no sólo no sirvió a sus fines sino que, en la actualidad, funciona como foro de exposición de denuncias y problemas que luego no encuentran abordaje por parte de la propia institución.

Situaciones recurrentes como el hambre, los desplazamientos, la profundización de la crisis climática y las guerras que se desarrollan en diferentes puntos del globo no pasan de menciones en los discursos pronunciados pese a la urgencia para su resolución que estos demandan.

En esta oportunidad, la agenda estuvo bastante más acotada. La mención a la guerra se redujo a la situación en Ucrania, para lo cual la ONU contó con la presencia estelar del presidente y ex comediante Volodimyr Zelensky. El mandatario ucraniano usó el escenario para denunciar los crímenes de Rusia y para solicitar apoyo de la comunidad internacional. No habló de una tregua para poner fin al conflicto sino que instó por su continuidad.

En la misma línea, el presidente de Estados Unidos Joe Biden apuntó la necesidad de poner un freno a Putin y sus supuestas aspiraciones expansionistas, al tiempo que mencionaba tímidamente la ampliación del Consejo de Seguridad, cuyos otros miembros no participaron de la Asamblea y cuyo peso en la política internacional se ha visto severamente cuestionado tras la negativa del Consejo a intervenir en Irak y la posterior invasión de Estados Unidos al país en 2003.

Mientras esto ocurría, llegaban las noticias acerca del bombardeo de Azerbaiyan sobre Nagorno Karabaj, territorio armenio reclamado como propio por los azeríes. Pese a que se trata de un conflicto que se arrastra desde hace años y que ya contabiliza miles de vidas perdidas, no hubo mención al caso de parte de las autoridades. Sólo se supo que el Consejo de Seguridad se reunió para debatir el asunto, sin otras repercusiones al respecto y con los ojos de la Asamblea puestos en el conflicto ucraniano.

Al mismo tiempo, asuntos urgentes como el rediseño de la arquitectura financiera internacional (mencionado por el presidente argentino Alberto Fernandez) que es también el foco de debate de lo que se conoce como el nuevo consenso de Washington, no sólo no figuran en la agenda de asuntos de la ONU sino que nisiquiera son cuestionados por las autoridades que determinan qué se debate y qué no en estos ámbitos multilaterales.

El cambio climático, si bien fue uno de los temas más abordados por los líderes presentes en la Asamblea, tampoco tuvo el destaque que amerita. Teniendo en cuenta el rítmo cada vez más acelerado en que se darrolla la destrucción del medio ambiente y las consecuencias que ello ha desatado no sólo en las periferias sino en el centro mismo del capitalismo globalizado, el cambio climático no está en el centro del debate o al menos desde la ONU no se impulsan soluciones concretas a dicho problema.

Además de escenario para la búsqueda de apoyos para la continuidad de la guerra en Ucrania y el incentivo al aislamiento ruso, la Asamblea de la ONU ha servido a líderes autoritarios para reivindicar sus gestiones. Es el caso de la presidenta de Peru Dina Boluarte, que lejos de reconocer la crisis social y política en la que se encuentra sumergido su país tras la destitución de Pedro Castillo, subió al escenario para decir que «Perú es un país respetuoso de la democracia, del Estado de derecho, de los Derechos Humanos y del derecho internacional. Por ello, promueve activamente la integración latinoamericana y está firmemente comprometido con la cooperación entre los países». Estas palabras resultan aún más hipócritas si se tiene en cuenta la reciente visita al país andino de la jefa del Comando Sur Laura Richardson, en un claro acto de injerencia de Estados Unidos para preservar sus intereses en el país ante un intento desesperado de Boluarte de mantenerse en el poder.

El presidente de El Salvador Nayib Bukele, conocido por su excentricidad y sus medidas poco ortodoxas, también usó el escenario para hacer publicidad de su gobierno y destacar el éxito de su gestión en materia de seguridad en referencia tanto a la política de persecución de las pandillas a la instalación de una cárcel de máxima seguridad. Pese a las palabras de Bukele, lo que se sabe es que los datos referentes a asesinatos en el país están bajo reserva debido a que el gobierno entiende su divulgación como una amenaza a su seguridad, haciendo del cuestionamiento de las palabras de Bukele un acto de insubordinación y persecución contra la disidencia.

Pese a las más de 140 intervenciones y las innumerables denuncias acerca de las realidades que padecen los pueblos del mundo, resulta innegable el hecho de que la ONU se plantea más como un escenario de denuncia que como un espacio para la solución de conflictos. Las palabras del vocero de las milicias hutíes Hizam-AlAssad acerca de las conversaciones de paz con Arabia Saudita para poner fin a la guerra civil en Yemen dan cuenta de esto: “Nuestras conversaciones con los saudíes se llevan a cabo a través de las mediaciones de Omán y de China, completamente alejados de cualquier papel de la ONU que, lamentablemente, jugó un papel pasivo durante los ocho años de bloqueo contra Yemen”. 

Ante la emergencia de nuevos liderazgos y el surgimiento de nuevos bloques e instancias de diálogo, queda cada vez más en evidencia la obsolencia de instituciones como la ONU. Con la consolidación del orden multipolar y la cada vez menor influencia occidental a nivel global, la tendencia es que estos organismos multilaterales queden cada vez más deslegitimados.

*Ana Laura Dagorret es analista internacional, coautora del Manual breve de geopolítica y parte del equipo de PIA Global. Publica un newsletter de análisis geopolítico semanal que se puede leer acá.

FOTO DE PORTADA: AFP.

Acerca del autor

Ana Dagorret

Periodista, colaboradora de medios populares de Argentina y Brasil y ayudante diplomada de la Cátedra de RRII de la Fac. De Periodismo y Com. Soc. De la UNLP. Desde 2018 trabaja como corresponsal en Río de Janeiro.

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