Nuestra América

Argentina y Chile colocan a Rusia ante el cepo del litio

Por Serguéi Savchuk*
Vladislav Demidov, Director Adjunto del Departamento de Metalurgia y Materiales del Ministerio de Industria y Comercio de Rusia, anunció noticias muy desagradables en su informe ante el Consejo de la Federación (Senado de Rusia): Chile y Argentina suspendieron el envío de materias primas de litio en interés de las empresas rusas.

El cese de suministros es un evento realmente desagradable y puede tener tangibles y dolorosas consecuencias para nuestro país, potencialmente capaces de socavar una serie de industrias clave, donde Rusia ocupa una posición de liderazgo incondicional.

Comencemos, como de costumbre, con el programa educativo más simple.

En su desarrollo evolutivo, la humanidad ha estado indisolublemente ligada a la extracción y procesamiento de metales. Desde el banco de la escuela recordamos las épocas del cobre, el bronce y el hierro, cuya duración se medía en siglos. A lo largo de ellos, nuestros antepasados ​​​​lejanos se familiarizaron, estudiaron y procesaron cada vez más hábilmente los metales y aleaciones, promoviendo el progreso y mejorando simultáneamente la calidad de vida en general. Si extendemos la línea de analogías evolutivas, entonces el litio, sin duda, recibirá el título de metal del siglo XXI.

Durante mucho tiempo, ese metal blando y maleable no tuvo mucha demanda, pero todo cambió con el cambio de milenio, cuando se descubrieron y probaron a escala industrial las propiedades termoeléctricas del litio. El sulfuro de litio, junto con el sulfuro de cobre, se ha convertido en una parte integral de la producción de semiconductores para convertidores termoeléctricos (termopares), así como para acumuladores químicos y fuentes de corriente. Es a partir del litio que se fabrican los ánodos para baterías de todo tipo y celdas galvánicas con un electrolito sólido. Sin él no son posibles las baterías alcalinas habituales, el hidróxido de litio permitió triplicar el recurso de su trabajo y aumentar la capacidad inicial en más de veinte por ciento.

No hace falta decir que cada uno de nosotros está rodeado de dispositivos modernos con baterías, sin los cuales no podemos imaginar nuestra vida moderna. Además, el litio está conquistando mercados cada vez más amplios, saliendo del marco de los teléfonos móviles y, por el momento, de los poco conocidos coches eléctricos, para convertirse en fuentes de energía para equipos tan exóticos como, digamos, cargadores de minas subterráneas, es decir, en lugares donde es fundamental eliminar incluso el riesgo teórico de chispas e incendios.

Un área de aplicación poco conocida del litio es la farmacología. Durante más de medio siglo, este metal se ha utilizado para producir fármacos psicotrópicos que se utilizan para tratar trastornos maníacos y depresivos complejos.

También tiene demanda en la industria pesada. El litio es necesario para la fundición y aleación de aluminio, lo que aumenta la ductilidad, la resistencia y la recuperación de los metales.

Al mismo tiempo, existe una industria clave que es muy importante para la Rusia moderna, donde uno no puede prescindir del metal mencionado. Estamos hablando de energía nuclear, aquí el litio es la única fuente disponible de producción de tritio, y también se utiliza en la fabricación de barras de control para el sistema de protección del reactor. El isótopo líquido de litio-7 (aleado con sodio o cesio) captura perfectamente los neutrones térmicos y, con razón, se considera un excelente refrigerante.

Rusia depende críticamente de la importación de materias primas de litio. Baste decir que en 2019 el volumen de compras de este metal ascendió a más de 61 toneladas, de las cuales 41 toneladas provinieron de suministros desde Chile y otras 14 toneladas se sumaron por importaciones desde Argentina. En tercer lugar entre nuestros proveedores se encuentra China con una cifra sumamente modesta de seis toneladas. Es decir, como es fácil comprender, la gestión de los países latinoamericanos, que claramente están cumpliendo con los insistentes deseos de su vecino del norte, no sólo puede obstaculizar la expansión de la presencia rusa en el mercado nuclear global sino también, a medio plazo, poner en entredicho la fiabilidad del funcionamiento de los reactores nucleares dentro de la propia Rusia.

En primer lugar, las reservas mundiales totales de litio apenas superan los cincuenta millones de toneladas, de las cuales diez están en Argentina, nueve en Bolivia, ocho y medio en Chile, China puede contar con siete millones de toneladas, Estados Unidos tiene seis y medio y Australia cinco millones de toneladas. Si eliminamos de la lista a los países hostiles para nosotros y agregamos a Argentina y Chile, entonces es fácil ver que nos están metiendo en una trampa de recursos y que no hay muchas maneras de salir de ella.

En segundo lugar, el problema es que Rusia tiene sus propios depósitos de litio, cuyos volúmenes estimados se ubican en los cinco millones de toneladas, pero nuestro país nunca los ha desarrollado realmente prefiriendo comprar materias primas críticas en el extranjero. Además, hay al menos tres empresas en el país capaces de montar mañana mismo la producción industrial de litio y sus compuestos. Estamos hablando de fábricas en Krasnoiarsk, Novosibirsk y la región de Tula.

Los bolsones subterráneos con este tan necesario metal no están fuera de alcance. Un grupo se encuentra en la región de Múrmansk, el litio también se ha explorado dentro del campo de gas natural de Kovykta en el este de Siberia. Ha sido desarrollado por la compañía Gazprom desde hace varios años y es desde aquí que una gran parte del gas ingresa al gasoducto “La fuerza de Siberia” (gran conducto magistral inaugurado hace pocos años que provee gas a China y cuyo segundo tendido está casi terminado, HK). Al mismo tiempo, repetimos, nuestra producción propia es escasa.

Sin embargo, hay que ser objetivo y mencionar el hecho de que en 2021 ya comenzaron algunos avances en el desarrollo de este sector.

En octubre del año pasado Evguenii Petrov, jefe interino de la Agencia Federal para el Uso del Subsuelo, prometió la licencia simultánea para 17 yacimientos de litio y recalcular a la baja en decenas de veces el costo de las licencias para los proyectos de desarrollo. Se deduce de la declaración que el pago inicial para obtener una licencia para desarrollar el campo Goltsóvskoie se reduciría de 75 mil millones a 700 millones de rublos, y para el campo Kolmozerskoye, de 11 mil millones a 200 millones.

Me gustaría escribir como algo habitual que no hay ningún problema en particular aquí y que nuestros socios occidentales lo pensaron para generar confusión en las mentes de los rusos, pero esto no es cierto. El Ministerio de Industria y Comercio evalúa la situación actual como un problema gigantesco y señala que el único canal de suministro que sigue funcionando es Bolivia. Al mismo tiempo, en el contexto de la gestión de los otros dos países de América Latina, es lógico prepararse para la llegada de tiempos difíciles.

El litio es una materia prima estratégica y los datos sobre sus reservas son al menos información para uso oficial. Es en extremo difícil para una persona que no tiene acceso a fuentes relevantes evaluar objetivamente la complejidad de la situación actual, por lo que nos centraremos en la evaluación del ministerio correspondiente.

La situación con el suministro de litio a Rusia se ha colgado en un punto de incertidumbre y queda esperar que el “mujik” (arquetipo del ruso histórico, HK) colectivo representado por el gobierno, los ministerios, la corporación estatal Rosatom y el holding Gazprom, como ha sucedido en más de una ocasión en nuestra historia, formará un todo único en este momento crítico y hará el milagro necesario sin darles a los “amigos” jurados un motivo para alegrarse. Por fortuna, todo lo necesario lo tenemos en nuestro suelo.Hay suficiente litio subterráneo para satisfacer las necesidades estatales en abundancia.

En la última parte de nuestra conversación, permitámonos una gota de teorías de conspiración.

El hecho es que hay reservas de litio no sólo en el norte de Rusia y Siberia, sino también en regiones mucho más cercanas y accesibles. Estamos hablando de Ucrania, donde se ubican tres yacimientos explorados a la vez con un volumen previsto de un componente útil de cinco millones de toneladas. Estos son el depósito de Polojóvskoie cerca de Kirovograd, el depósito de Shevchénkovskoie en la región de Donetsk y la mina Krutáia Balka en la región de Zaporozhie. Sus reservas se han estimado solo en forma aproximada, pero se sabe absolutamente que las vetas minerales se encuentran a profundidades de unos 300 metros, lo que, dado el nivel actual de desarrollo de las tecnologías mineras, no es un gran problema.

Es interesante aquí que Krutáia Balka se encuentra entre Mariúpol y Berdiansk, y el campo Shevchénkovskoie está literalmente a diez kilómetros de Ugledar (unos 60 kilómetros al sur de Donetsk, la capital de la RPD, HK) . El primero ya está en la zona de control de las repúblicas del Donbass y hasta el segundo sólo restan unos kilómetros de distancia. Por supuesto, sería una tontería pensar que el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas basa sus planes en el mapa geológico de la región, pero la coincidencia es muy simbólica.

Notas:

*Columnista de RIA Nóvosti

Fuente: RIA Nóvosti/Traducción Hernando Kleimans

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