Nuestra América

Argentina: ¿somos o nos hacemos?

Por Hernando Kleimans*
En política no hay ambigüedades. Habrá ocultamiento. Posibles traiciones. Eventuales cobardías. Tremendos y onerosos errores, al fin y al cabo. Pero no hay ambigüedades.

August Bebel, icónico fundador de la socialdemocracia alemana, fue el líder parlamentario de su bancada cuando, a fines del siglo XIX, el imperio del Segundo Reich trazaba su política colonialista y, a impulsos de su canciller Otto von Bismarck, procuraba la sanción de grandes presupuestos armamentistas. Llevada por la idea de nacionalismo y contraposición a los imperios francés e inglés, la socialdemocracia alemana votó a favor de esos presupuestos. Su principal orador fue Bebel. En un momento de su encendido discurso, la bancada de la derecha lo aplaudió. El veterano luchador por los derechos del trabajador detuvo su alocución y exclamó: “¿Qué has dicho, viejo imbécil, que la canalla te aplaude?”

Este marxista convencido fue luego y hasta su muerte un gran opositor a la política belicista alemana. Pero no pudo revertir el proceso que había abierto su partido al votar aquellos presupuestos. Alemania se encaminaba hacia el colapso del Segundo Reich en la Primera Guerra Mundial, seguido de la desastrosa experiencia de la República de Weimar y, finalmente, el terrible holocausto propio y mundial provocado por el Tercer Reich hitleriano…

Perón decía que no hay política interior sin política exterior. Mi referencia apunta, básicamente, a la conducta internacional de nuestra Patria. A la necesidad de corresponder los objetivos de reconstrucción nacional que se plantean el gobierno y todos los sectores nacionales y populares con los intereses que esos objetivos necesitan defender en el plano internacional para apuntalar su vigencia.

La hermosa coincidencia de estos intereses con los de los demás países latinoamericanos que se dio a principios de siglo hizo que nuestros pueblos asumieran entonces una política internacional independiente y potente. Ella contribuyó a crear los pilares iniciales del nuevo orden multipolar. El “ALCA al-carajo” de Hugo Chávez, en aquella histórica cumbre de las Américas en 2005 en Mar del Plata, fue la más grande evidencia de ese proceso de asunción de nuestra propia identidad continental.

El imperio del norte y sus dependientes locales lograron, quizá por última vez, torcer provisoriamente esta determinación popular y volver a instaurar desastrosos regímenes neoliberales que, además de sumir nuestros pueblos en la ignominia de la deuda y en la dictadura judicial en reemplazo de la militar, se plegaron a políticas internacionales absolutamente opuestas a nuestros intereses que nos extrañaron de la formación de ese nuevo orden multipolar.

Las luchas populares han vuelto a poner las cosas en su lugar. Nuestros países han recobrado gobiernos democráticos que ven, en la alineación en ese nuevo mundo, la posibilidad más cierta de superar aquella infame dependencia deudora provocada por los grandes monopolios financieros mundiales y de avanzar hacia la consolidación de una economía soberana y solidaria.

La confirmación de Dilma Rouseff como presidenta del Banco BRICS y la reintegración del Brasil a la renacida UNASUR encajan en este proceso renovador y revolucionario. América Latina se ubica ahora nuevamente como socio pleno del mismo. En agosto próximo, la cumbre BRICS que se realizará en Sudáfrica aprobará la inclusión de nuevos miembros. Uno de ellos será la Argentina y, seguramente, será seguida en el tiempo por otros países latinoamericanos como México y Colombia, que ya anunciaron ese propósito.

Este hecho marcará una bisagra en la lucha que mantienen los “países emergentes” (eufemismo que involucra a la mayoría de las naciones enfrentadas con las políticas saqueadoras de los tradicionales organismos financieros internacionales) por su soberanía económica. El Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS (BND) junto al acuerdo de Reservas de Contingencias (ARC) resultan instrumentos clave para la estabilidad macroeconómica mundial.

¿Qué significará concretamente esta adhesión para nuestro país? Además de acceder a la membresía en el Banco BRICS y a su política de fomento a la reestructuración financiera de sus integrantes, nos consolida en el enorme mercado de sus países, tanto los fundadores como los que se encuentran en la etapa de ingreso. Además de la Argentina e Irán, que ya presentaron formalmente sus solicitudes, y de los eventuales candidatos México y Colombia, en la fila se encuentran Arabia Saudita, Turquía, Nigeria, Indonesia, Malasia, Egipto, Kazajstán, Senegal, Tailandia y Argelia.

El Grupo se caracteriza por reunir a los países más poblados del planeta, con economías ascendentes que se interactúan con criterios asociativos y solidarios, frente a la agresiva política del poder unipolar. Exhiben un crecimiento superior a la media mundial lo que les permite consolidar un tejido social con una clase media en proceso de expansión. Ese es el mercado al que la Argentina debe acceder cuanto antes.

Los BRICS y sus postulantes se caracterizan por mantener una política internacional independiente, no adherida a bloques, que procura superar conflictos (inclusive los que surgen entre sus miembros) por medios pacíficos, respetuosa de la autodeterminación de los pueblos y propugnadora de la no injerencia foránea en sus asuntos.

Reviste un gran significado la coordinación política entre los BRICS y otras organizaciones multirregionales como la UEEA (Unión Económica Euroasiática), la Liga Árabe, la ANSEAN o la Unión Africana. En especial, destaca la interacción entre el Grupo y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCSh). Es común que se desarrollen cumbres conjuntas. La OCSh conforma hoy una entidad multipolar por excelencia, en la que intervienen 21 estados: la India, Kazajstán, China, Kirguizia, Pakistán, Rusia, Tadzhikistán, Uzbekistán, Afganistán, Belarús, Irán, Mongolia, Azerbaidzhán, Armenia, Egipto, Cambodgia, Qatar, Nepal, Arabia Saudita, Turquía, Shri Lanka, Bahrein, Maldivas, EAU, Kuweit, Mianma.

Aunque no hay países latinoamericanos en la OCSh, se han desarrollado negociaciones concretas entre la organización y Cuba sobre cooperación sanitaria y existen intensos lazos económicos entre Venezuela e integrantes de la OCSh. En algunos círculos diplomáticos rusos y chinos se evalúa la posibilidad de una reunión conjunta para el verano boreal entre representantes de la CELAC, la UEEA y la OCSh.

En este contexto, vuelve a imponerse la premisa peronista sobre la directa relación entre política interna y política externa. Si mantenemos ese concepto, convengamos entonces en que para ser “socialmente justa” hay que ser “económicamente libre” y “políticamente soberana”. Tener la necesaria autonomía como para discernir qué es lo que más se ajusta a estas definiciones y cómo, cuáles y cuántos son los medios que se requieren para su aplicación y observancia.

Siempre es peligroso balancearse sobre el abismo. Lo es mucho más si ni siquiera sabemos que lo estamos haciendo o intentamos disimularlo. Cuando se habla de respetar la doctrina de la “Tercera Posición” lejos se está de suponerla como un elemento inerte, vacuo, nebuloso. Por el contrario, es una potente plataforma que permite desplegar una conducta autosuficiente e interrelacionarla con aquellos centros multipolares que nos benefician en la ejecución de nuestra política interna de justicia social.

Aunque esta conducta nos cueste reprimendas y castigos de quienes de todas formas hace siglos vienen reprendiendo y castigando mientras siguen saqueándonos.

En este caso, es cosa de valientes y decididos asumir el punto crítico…

Hernando Kleimans* Periodista, historiador recibido en la Universidad de la Amistad de los Pueblos «Patricio Lumumba», Moscú. Especialista en relaciones con Rusia.

Este artículo fue publicado por la agencia Telam

Foto de portada: Movilización en Mar del Plata contra el AlCA/ Internet

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