Colaboraciones Nuestra América

Argentina: sobrecolonización, subordinación financiera y geopolítica: el swap con Estados Unidos

Por Rodolfo Pablo Treber*. – La política económica del gobierno de Javier Milei consolida un patrón histórico en la relación de la Argentina con el capital financiero internacional: el uso del endeudamiento externo no como instrumento de desarrollo, sino como mecanismo de dominación política y subordinación soberana.

El reciente acuerdo de swap con la Reserva Federal de Estados Unidos representa un nuevo capítulo de profundización en este proceso, revestido de modernidad y tecnicismo, pero en el fondo estructuralmente similar a las viejas recetas del Fondo Monetario Internacional.

Presentado como un instrumento de “provisión de liquidez” entre bancos centrales y no como deuda tradicional, el swap implica en los hechos la colocación de pasivos externos de corto plazo a cambio de dólares frescos. Su objetivo real no es impulsar la producción ni el trabajo, sino sostener el flujo de capitales especulativos que alimentan la bicicleta financiera. Garantiza divisas a quienes financian al Tesoro a tasas exorbitantes y, al hacerlo, brinda estabilidad política al gobierno sin resolver ninguno de los problemas estructurales de la economía argentina. La reacción de los mercados fue inmediata: el riesgo país cayó y se respiró una calma fugaz entre los operadores, confirmando que el beneficiario principal no es el pueblo argentino, sino el capital financiero global.

Sin embargo, detrás de esa fachada técnica se esconde un avance más profundo sobre la soberanía. El salvataje no es neutral ni gratuito: impone condiciones políticas y estratégicas. Estados Unidos exigirá contrapartidas concretas, desde la limitación de vínculos financieros con China hasta la flexibilización del régimen cambiario para facilitar la libre salida de capitales. Este condicionamiento va más allá de la economía: es una cesión de soberanía en la definición de políticas públicas, una delegación de poder en favor de intereses extranjeros que deciden desde fuera los rumbos del país.

En lo operativo, el swap es simple y se define como deuda de corto plazo:

  • El BCRA recibe una cantidad determinada de dólares desde la Reserva Federal.
  • A cambio, entrega un monto equivalente en pesos u otros instrumentos, quedando obligado a recomprar los dólares en el futuro.
  • Los dólares obtenidos no se destinan a inversión productiva, sino a asegurar el pago a capitales financieros o a intervenir en el mercado cambiario.

La operación tiene, además, un claro componente geopolítico. En un escenario internacional caracterizado por el ascenso de la multipolaridad, Washington busca reafirmar su hegemonía regional y frenar el avance chino, que en los últimos años se transformó en un actor financiero importante para Argentina a través de swaps, inversiones y financiamiento de infraestructura. El acuerdo con la Reserva Federal no sólo persigue objetivos financieros inmediatos, sino también reposicionar a Estados Unidos como árbitro de la política económica nacional y custodio de sus intereses estratégicos en el Cono Sur.

La profundización del endeudamiento bajo la gestión Milei–Caputo confirma este rumbo. El endeudamiento vuelve a revelarse como una herramienta de saqueo: se socializan las obligaciones mientras se privatizan los beneficios. Como en ciclos anteriores, cada nueva operación financiera abre la puerta a un ajuste interno, al empobrecimiento popular y a la transferencia de recursos al exterior.

Las declaraciones y gestos hacia Washington revelan una disposición a entregar resortes estratégicos del Estado a cambio de respaldo financiero y político, profundizando una relación asimétrica que anula cualquier indicio de soberanía e independencia económica.

La historia reciente demuestra que el endeudamiento no ha sido una herramienta de progreso sino de dominación. Cada acuerdo con el FMI o con actores financieros internacionales vino acompañado de condicionamientos, ajustes y desmantelamiento de capacidades productivas. El swap con Estados Unidos no escapa a esa lógica: bajo el ropaje de un instrumento técnico, consolida un modelo de subordinación financiera, política y geopolítica. Mientras se repiten las promesas de estabilidad y modernización, el país queda atado a los dictados de intereses extranjeros, sin capacidad de decidir su propio destino.

Romper este círculo vicioso exige recuperar el control soberano sobre la política monetaria y financiera, reconstruir un sistema económico orientado al desarrollo nacional y rechazar las imposiciones externas que hipotecan el futuro. Sin independencia económica no hay proyecto nacional posible, y mientras el endeudamiento siga siendo el eje de la política económica, la Argentina continuará siendo administrada por sus acreedores.

Rodolfo Pablo Treber*. Analista económico, dirigente del Encuentro Patriótico.

Este artículo ha sido publicado originalmente en el portal United World International

Foto de portada: UWI Data

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