Sin embargo, debemos destacar que la evolución de las tácticas, inclusive a nivel pelotón, es permanente, y los últimos meses nos han mostrado nuevas adaptaciones a los desafíos de la batalla.
Sabemos, por otro lado, que el conflicto entre Ucrania y Rusia se encuentra en una etapa de definición en la cual el aspecto diplomático y de relaciones internacionales en general, o sea, lo que se suele llamar Gran Estrategia (en el sentido indicado por Liddel Hart), se encuentra muy imbricado con el desarrollo de los combates en el campo de batalla. Cada pueblo o ciudad tomada o en disputa, cada metro de terreno, juega en el campo de las negociaciones, en la conciencia de resistencia o victoria, en la moral, en la “guerra híbrida” por las conciencias, la propaganda e hipótesis de posibilidades. De la misma forma, vemos que los bandos en conflicto juegan su frente interno, su solidez o disgregación, tanto el propio como el enemigo. Así, cada combate aparece amplificado, operando en esos campos, y en ese terreno, Rusia parece llevar una amplia ventaja. Esto, a su vez, dificulta un análisis objetivo de la situación, tanto porque las informaciones e interpretaciones deben ser tamizadas, como porque muchas de ellas son solo parte de la guerra. Aunque, como siempre señalamos desde el inicio de la guerra: “los mapas no mienten”.
Otro vector fundamental que nos debe indicar el resultado final de las relaciones de fuerzas existentes es el de la economía y finanzas en su aspecto nacional e internacional, y cuya solidez y capacidad de resistencia a los impactos de la guerra, tanto del campo de batalla concreto (en este caso, de las operaciones de sabotaje y bombardeo estratégico) como en el campo de las sanciones y el sostenimiento de cadenas logísticas. La capacidad de la economía de adaptarse al esfuerzo militar, la inflación, el déficit, la capacidad de producción, la capacidad de mantener el consumo civil (el dilema “mantequilla o cañones”, dilema lógico de la economía y frase atribuida a varios, entre ellos al famoso Herman Göring). Un análisis desde la economía política en escala planetaria, en un mundo en el que las cadenas logísticas se encuentran tan interrelacionadas, es siempre necesario, y sin dudas también es afectado por cada combate de esta guerra y su posible resultado para lo que es el orden mundial.
Cuando la guerra está desatada con su potencia que absorbe, cuando se salió del plano “gris” o “híbrido” y los combates convencionales se desarrollan, el resultado de los mismos es determinante. Sin embargo, aun en ese escenario es solo un vector más (quizás uno muy potente) de la composición de las RR.FF. Sin dejar de indicar que tanto el plano de la propaganda como el de la economía, etc., juegan interrelacionados en la construcción de la potencia de cada uno de esos vectores, no están aislados. Es de destacar que los contendientes deben tener en cuenta la histórica advertencia de von Clausewitz sobre la “dialéctica de los extremos”, que implica la apuesta de los contendientes a poner cada vez más fuerzas y medios en la resolución militar, a un nivel que lleva a perder de vista el objetivo político, la conducción política del conflicto, pudiendo llevar a niveles de destrucción no justificables para los objetivos iniciales.
Con estas advertencias, vemos que el desarrollo de las operaciones en el campo de batalla juega como una carta muy importante en las posibilidades de que las negociaciones que se desarrollan hoy se inclinen más hacia las aspiraciones rusas o permitan a los ucranianos y a los occidentales seguir planteando opciones más rígidas ancladas en sus aspiraciones iniciales en el período del Maidán, las que, en síntesis, eran llevar la frontera del occidente geopolítico hasta el interior profundo del espacio que desde hace siglos Moscú considera de su más estricta seguridad. Y aquí salimos de las fronteras de los mapas y de la ficción de que todos los estados son igualmente soberanos, como se simulaba en la ONU, y nos paramos en la idea de “frontera geopolítica” y el “realismo” en RR.II.
En este sentido, ya hemos planteado en artículos anteriores que, desde la asunción de Trump, el tablero diplomático, cruzado con el de los negocios, pasó a adquirir una centralidad clara en esta etapa de la guerra. Sin embargo, a pesar de la estridencia del presidente norteamericano, hace un año de su asunción, y la guerra continuó su dinámica.
Podemos afirmar que Rusia tiene claros sus objetivos y juega una astuta y profesional diplomacia muy articulada con el conjunto de los otros planos del conflicto. Claro, Rusia es una nación grande que maneja muchos de los factores que le permiten continuar la guerra o no hacerlo, y tiene una sola y clara conducción. Más allá de que no debemos ignorar que no es autosuficiente (depende en diferentes momentos de China, Corea, Irán, inclusive India o Turquía), ni sobreestimar a Rusia militarmente, como hacen sus partidarios “tribuneros”; solo depende en parte e indirectamente; paga costos, pero por ahora y por un tiempo más, seguro los puede asumir. Mientras que su adversario, Ucrania, depende en casi todo de un frente constituido por los europeos y EE. UU. Y este frente no es unido, ni sólido, ni tiene claros los objetivos, ni aparece racional, ni está dispuesto a jugarse por ellos. El gobierno ruso sabe de qué pata “renguea” cada uno de los miembros del bloque de apoyo a Ucrania y opera en ese sentido con habilidad.
Veamos algunos detalles militares desde el punto de vista estratégico que contribuyen en forma importante al actual escenario de negociaciones.
En otros artículos hemos señalado, y continúa siendo así, que hace ya más de dos años Rusia mantiene la iniciativa estratégica y operacional en el campo de batalla. La capacidad ucraniana de lanzar contraofensivas parece haber desaparecido, limitándose a contraataques puntuales tácticos. Cuando hablamos de “contraofensivas” lo hacemos sobre operaciones militares de envergadura que buscan alterar el rumbo de la guerra, recuperar la iniciativa y alcanzar objetivos operacionales de algún tipo. Cuando hablamos de contraataques, lo hacemos sobre operaciones de respuesta a ataques del adversario que lo que buscan es frenarlos y/o estabilizar el frente o recuperar un pequeño espacio, pero no alteran el rumbo de las operaciones ni dan la iniciativa al que los desarrolla. No debemos menospreciar estos contraataques tácticos que Ucrania mantiene en forma permanente en todo el frente con desigual éxito, ya que demuestran, o muestran más que demuestran, que, a pesar de las expectativas de colapso, el ejército ucraniano es un ejército que está vivo.
Sin embargo, desde el inicio de la guerra, la capacidad ucraniana de realizar contraofensivas ha ido desapareciendo. Si primero vemos que la resistencia ucraniana a la “Operación Militar Especial” fue un éxito, esta no pudo ser aún considerada la guerra convencional que se desarrolla hoy, se estaba aún constituyendo el escenario, y los combates dispersos no nos mostraban una “línea de frente”. Los combates en Kiev nunca llegaron a ser un asalto a la ciudad, lo mismo en otros lugares como Sumy, Járkov o camino hacia Odesa. Sí lo fueron en la zona de Mariúpol y en la zona sur y norte del Donbás. Pero aún cómo se desarrollaría el conflicto estaba en dudas; de hecho, hubo iniciativas de paz que naufragaron (curiosamente, saboteadas por iniciativa de los europeos).
Sí hubo contraofensivas exitosas en Járkov y en Jersón, mientras los rusos estaban aún readaptándose al nuevo tipo de guerra que no esperaban. Meses después, un intento de una gran contraofensiva de envergadura en Zaporiyia hacia el Mar de Azov fracasó estrepitosamente por graves y evidentes errores de concepción y políticos. Y por último, el año pasado, una ofensiva (suponemos que, de distracción, pero importante) en la zona de Kursk. Esta última inclusive ya era una expresión de cierta debilidad. Fue una operación de envergadura con muchas tropas para un actor al que no le sobran, cuyo objetivo parecía ser obligar al enemigo a distraer fuerzas y frenar su ofensiva principal. Fue mal calculado el asunto, y la ofensiva principal aún continúa sin pausa. El desnivel de fuerzas ha dejado a Ucrania en una situación de solo resistir, sin que se pueda uno imaginar que pueda plantearse acciones ofensivas que corrijan el rumbo de la guerra. Y eso es central para pensar en qué tipo de acuerdo se puede discutir, más cuando tu enemigo muestra una iniciativa permanente y una fortaleza que es cada vez mayor.
Rusia podría aún hacer una movilización general de su sociedad, hombres y economía, claro, con un coste elevado. Pero es de destacar que Ucrania la hizo desde el principio y no puede movilizar más. De hecho, su capacidad de reclutamiento parece estar en crisis. Claro, Rusia no podrá mantener este esfuerzo para siempre. Ya los datos del Banco Central de Rusia señalan que el esfuerzo de guerra produce tensiones importantes en el sistema. Las empresas han llegado al límite de su capacidad, la deuda rusa está en la frontera de lo seguro; la inflación presiona, la mano de obra falta, etc. Pero en Rusia la población aún lleva una vida normal. Sabemos que la principal fuente de ingreso ruso es la exportación de energía, que lo hace a través de China, Turquía, India, con buques que llaman en occidente “fantasma”, etc. Son mecanismos que le producen “penalizaciones”; sin embargo, aún Europa sigue comprando a Rusia (aunque sea más caro). En este sentido, Ucrania busca escenarios donde causar golpes dolorosos a Moscú, como la guerra estratégica contra su sistema de producción y exportación de combustible (refinerías, transportes, oleoductos, puertos, barcos…), por ejemplo, que es cada vez más eficiente; y que en este caso sí ha logrado impactar en el consumo de la población y en los ingresos del estado. Pero está lejos de ser definitorio en esta etapa de la guerra. En muchos casos por armas de fabricación propia (con insumos en parte comprados, inclusive chinos, en general armas que puede hacer con suministros de fácil acceso en el mercado mundial), otros por suministros occidentales. Allí se dio la discusión sobre los misiles Tomahawk, que Putin consiguió neutralizar hábilmente. Pero recordemos: Rusia “arrasa” Ucrania una y otra vez. O sea, los ataques rusos sobre Ucrania son mayores y más duros que a la inversa (como es lógico). Pero los de Kiev son hoy una fuerza que es sostenida desde afuera (inclusive, puede que su producción estratégica esté fuera del país para estar a salvo).

Podemos concluir, por lo menos hasta este momento, que se ha cerrado la capacidad ucraniana de lanzar contraofensivas en tierra: si las primeras fueron exitosas, la segunda fue un rotundo fracaso y la tercera en Kursk fue otro fracaso. Paralelamente, la capacidad rusa y la adaptación rusa al nuevo tipo de guerra ha ido creciendo, y lo más importante, ha ido creciendo relativamente respecto de la capacidad ucraniana. Siendo así, cuando nos proyectamos al plano de las mesas de negociaciones, es evidente que los posibles puntos para un acuerdo de paz deben incluir muchas de las demandas rusas. Porque, por más que los occidentales insistan en que el ejército ruso avanza poco, y/o le cuesta mucho, el hecho es que no para de avanzar y que la fuerza que ellos respaldan está lejos de poder pensar en frenar y más aún en recuperar territorios. Por eso, los actores son Putin y sus colegas, Trump y sus amigos, y Zelensky y sus socios; los europeos pareciera que solo “berrinchan” y reciben una serie de indicaciones de EE. UU. sobre lo que deben hacer.

Durante más de dos años, desde la toma de Avdíivka hasta la actual (suponemos inminente) toma de Pokrovsk, los rusos han mantenido, con altibajos y con diferente ritmo, acciones ofensivas en forma permanente, lo cual es notable. También podemos ver que muchas zonas del frente presencian acciones ofensivas exitosas: Kupiansk, Limán, Síversk, el frente de Pokrovsk y Minográd; y hacia el sur, en la zona de Zaporiyia. Lo que indica una capacidad expandida rusa de atacar y avanzar en un extenso frente, lo que hace a los ucranianos, carentes de efectivos, estar tensionados, utilizando al máximo sus fuerzas.
Por ejemplo: todos estos puntos que señalamos requieren fuerzas ucranianas para contener, hacer reemplazos a fuerzas agotadas y para contraataques. Pero si las fuerzas rusas amenazan con una ruptura en el brazo norte de la pinza sobre Pokrovsk, avanzando una decena de kilómetros y amenazando con una ruptura real, las fuerzas ucranianas deben recurrir a sus reservas y a sus mejores fuerzas: el Cuerpo Azov (una unidad que hoy componen varias brigadas de varias brigadas). Esta fuerza tiene éxito: primero frena y luego desarma el avance ruso. Sin embargo, en los demás puntos del frente las fuerzas rusas continúan su ofensiva, amenazando gravemente el flanco de la defensa de Zaporiyia y completando el cerco de Pokrovsk y Minográd, etc. Y allí ya no hay reservas suficientes, ni unidades de élite para mandar, al menos en cantidad necesaria. Esto es consecuencia de la mayor capacidad de generación de fuerzas rusa.
¿Esto significa un “colapso inminente”? No. Aunque esa posibilidad siempre está presente, pende como una “espada de Damocles” y es explotada por Rusia en el discurso ante la opinión pública mundial y en medio de las negociaciones, sin dudas tiene efecto. De hecho, la propaganda rusa es muy insistente en ello. Sin embargo, no es solo “propaganda”: aunque ese colapso sea una construcción discursiva e imágenes de IA, lo cierto es que los ucranianos solo retroceden más o menos rápido y “podría” suceder. Como mínimo, tal como señaló Donald Trump “si no pueden atacar, nunca van a ganar”. Mientras que los rusos no paran de avanzar, sean estos unos cientos de metros o un kilómetro, sin dudas está fuera de toda discusión que sus fuerzas estén por “colapsar” o sufrir alguna derrota en lo inmediato. Es evidente la diferencia que esto implica en las negociaciones.
En los últimos meses pareciera haber un desnivel en la capacidad de cubrir el frente ante la presión rusa, lo que les permite a estos ir avanzando muy lentamente en algunas zonas, en otras más rápido, pero realmente ir avanzando por múltiples sectores donde hay casos en que encuentran poca resistencia. Así, generan dilemas y amenazas que los de Kiev no pueden conjurar con facilidad.
Con la derrota inminente en Pokrovsk, más allá del costo con miles y miles de muertos rusos y ucranianos, la cantidad de bajas parecen estar afectando más a Ucrania. El equilibrio relativo entre los adversarios en esta guerra de desgaste se ha ido inclinando los últimos tiempos cada vez más para Rusia, y esto se ve en la ratio de bajas humanas y de destrucción de material: se ha ido equilibrando hasta llegar al 1 a 1, según las fuentes abiertas recopiladas por Oryx. Los analistas más serios señalaban que en algunos momentos las bajas estaban dos o tres a uno, inclusive más en algunos “más exagerados” (fanáticos o propagandistas ucranianos) a favor de Ucrania (los rusos eran aún más inverosímiles al revés). Teniendo en cuenta que Ucrania es mucho más chica que Rusia, tiene mucha menos población y mucho menos capacidad de producción, ciertamente en una guerra de desgaste para que Ucrania la pueda sostener “debería” ser al menos un 2 o 3 a uno, y sin dudas menos que la capacidad de reclutamiento y producción, cosa que hoy no se da. Lo cierto es que en los últimos tiempos las bajas parecen haberse equilibrado y estar en el uno a uno, tanto en material como en hombres, lo que es sin duda fatal en el mediano plazo: si la guerra se prolongara para Ucrania sería imposible. Más aún teniendo en cuenta que los rusos son los que están a la ofensiva, lo que indicaría que deberían ser los que sufren más bajas. Otro dato que, de ser confirmado, (eso solo lo saben en secreto los estados mayores, y lo deberá saber la inteligencia de cada bando y los historiadores del futuro).
Esto muestra por parte del ejército ruso que sus innovaciones tácticas han dado resultado, aunque implica la resignación de intentos de avances decisivos, lo cierto es que estos parecen imposibles en la guerra actual hasta que algún genio militar, el Guderian de la etapa, desate el nudo gordiano de un campo de batalla plenamente iluminado. Es un detalle táctico interesante que debemos sumar a las explicaciones de notas anteriores: que en los últimos tiempos el clima en el frente favorece al atacante, niebla durante horas, factores climáticos que perjudican la visibilidad y con ello la visión del campo de batalla por los drones, así unidades ligeras no muy numerosas pueden penetrar por sectores pocos defendidos con fortificaciones continuas y hombres de carne y hueso, sino por vigilancia electrónica y drones. Esto ayuda a la táctica rusa y le ha permitido obtener éxitos destacados con muchas menos bajas. Aunque, ciertamente, para un grupo de soldados desplazándose que la imprevisibilidad del clima, los deje de golpe al descubierto puede ser trágico.
Resumiendo, para esta etapa de negociaciones nos encontramos con una presión importante rusa en la zona de Kupiansk, población que se encuentra “casi” tomada de acuerdo a las fuentes que consultemos, lo que permite recuperar a las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa una importante población del Óblast de Járkov que servirá para negociar en los intercambios de territorios que se deducen del acuerdo promovido por Trump[1]. Más al sur, las fuerzas de Moscú continúan su avance hacia Limán con una progresión notable que permite pensar que la población pronto será objeto de combates, con lo cual todo el Óblast de Donetsk queda amenazado también por el norte (esa población había sido perdida por los rusos en la exitosa contraofensiva ucraniana de fines del 2022). De esta forma, con la caída que asumimos de Pokrovsk y Minográd, se podría proyectar otro brazo de una pinza sur sobre Kramatorsk, mientras que desde Limán otro brazo sobre Slaviansk por el norte, presentando ante nosotros una amenaza evidente sobre los territorios que Rusia pretende como mínimo para comenzar a hablar: todo Donetsk. Y, por último, existe un avance importante que se proyecta sobre el Óblast de Zaporiyia desde el flanco de las fortificaciones, sumando una nueva zona de ofensiva y amenaza rusa. En este sentido, cuando Zelensky niega cualquier cesión territorial fuera de las ya conquistadas por el ejército ruso, la realidad nos parece indicar que cada mes que pasa la “línea de contacto” se corre más y más hacia el interior de Ucrania. Lo que nos llama a la reflexión sobre si para Ucrania el acuerdo propuesto a nivel de lo que hace a territorios no es en última instancia ventajoso, o al menos necesario para detener el avance ruso. En un año (como señalaron los negociadores de Moscú en una rueda de diálogo de hace unos meses en Turquía, y señalan los analistas más serios) las cesiones que deberá realizar Ucrania, de cara a los hechos militares, serán mayores. Y no parecieran los europeos occidentales, que promueven una negativa total, estar en condiciones de poner en el terreno lo necesario para “intentar” evitarlo.

En ese sentido, para que este relato no pareciera demasiado optimista “para el lado ruso” debemos señalar que estos avances de algunas decenas de kilómetros (50 o 60 kilómetros desde Avdíivka hasta Pokrovsk en casi dos años, por ejemplo) nos indicarían que, aun con un ritmo de avance mayor, llevaría otro año para comenzar la toma de Kramatorsk y Slaviansk, y/o aproximarse a Zaporiyia en el sur. Quizás dos años, lo que es un desgaste enorme con cientos de miles de bajas y una economía que sin dudas estará cada vez más en tensión. Es probable que el mando político ruso esté evaluando esto. Uno o dos años si el enemigo no colapsa es un riesgo a la estabilidad económica del país, 100.000 muertos más; para señalar una cifra desconocida, pero posible, y que sirva al lector de ejemplo del nivel de muertos que hablamos: hombres jóvenes de sociedades modernas que se reproducen poco. Más una situación internacional que hoy es más o menos favorable, pero estratégicamente es impredecible y que ha obligado a Rusia a desatender otros frentes en el mundo y depender de aliados que no nos conviene suponer desinteresados.
Guillermo Martín Caviasca* Doctor en Historia UBA / Autor de libros de historia sobre el movimiento obrero, historia militar y geopolítica / Experto en Defensa. Miembro del equipo de PIA Global
Foto de portada: El Orden Mundial
Referencias:
[1] 28 puntos de Trump https://noticiaspia.com/el-plan-de-paz-de-trump-para-ucrania/ contrapropuesta europea https://reporteri.net/es/noticias/bote/Contrapropuesta-europea-al-plan-de-paz-de-28-puntos-de-EE.UU./ propuesta ucraniana https://defonline.com.ar/internacionales/los-puntos-claves-del-borrador-que-estados-unidos-y-ucrania-redactan-para-la-paz-con-rusia/






