Las acusaciones de las potencias occidentales contra Myanmar están perdiendo respaldo. Además de la India, también Japón estima que no existe el presunto genocidio contra los rohingyas y que las autoridades de Myanmar sólo han tratado de enfrentar el terrorismo del llamado «Movimiento por la Fe», también conocido como «Ejército de Salvación Rohingya de Arakán».
El 26 de diciembre de 2019, durante una conferencia de prensa en Yangón, la antigua Rangún, el embajador de Japón señaló además que Japón espera que la Corte Internacional de Justicia no adopte medidas contra Birmania después de haber oído a la Consejera de Estado birmana Aung San Suu Kyi [1].
A raíz del éxodo rohingya, en 2017, la premio Nobel de la Paz en 1991 y Consejera de Estado de Myanmar desde 2016, Aung San Suu Kyi (en la foto con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe), ha sido objeto de una intensa campaña internacional tendiente a desacreditarla.
El respaldo chino que ha recibido la gobernante birmana fue interpretado en Occidente como un resultado de la rivalidad entre Pekín y Washington y el apoyo de la India se atribuyó al nacionalismo hindú del primer ministro indio Narendra Modi.
El «Ejército de Salvación Rohingya de Arakán» es una organización yihadista con sede en La Meca (Arabia Saudita), cuenta con financiamiento de la Organización Islámica Mundial y recibe armamento del Pentágono estadounidense [2].