El martes despuntó en Oriente Medio con una noticia que parece dar un respiro a la región golpeada por el conflicto: un alto el fuego entre Israel e Irán. El anuncio vino desde Estados Unidos, con el presidente Donald Trump, pidiendo a las partes no incumplir la tregua. “EL ALTO AL FUEGO YA ENTRÓ EN VIGOR. ¡POR FAVOR, NO LO VIOLEN!”, escribió el mandatario en su plataforma de redes Truth Social.
Momentos después, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, declaró que, hasta ese momento, no había acuerdo sobre ningún alto el fuego ni cese de las operaciones militares entre Irán e Israel. Aunque planteó la disposición de Teherán para una tregua: “Siempre que el régimen israelí cese su agresión ilegal contra el pueblo iraní a más tardar a las 4:00 a. m., hora de Teherán, no tenemos intención de continuar nuestra respuesta después”, agregó. También recordó que las acciones militares de Irán fueron una respuesta a la agresión israelí y no a un conflicto iniciado por su país.
La tensión en Oriente Medio se intensificó drásticamente el domingo después de que Estados Unidos bombardeara las instalaciones nucleares iraníes de Fordow, Natanz e Isfahán. Los ataques de Washington representaron una grave escalada en el conflicto entre Teherán y Tel Aviv, desatado tras una operación militar israelí contra Irán, desde el 13 de junio, lo que generó una respuesta de represalia.
Tras el ataque a sus instalaciones nucleares, Irán lanzó una andanada de misiles contra la base aérea estadounidense Al Udeid en Qatar el lunes. Los ataques aéreos estadounidenses no destruyeron la capacidad nuclear de Irán, según una evaluación preliminar de inteligencia estadounidense.
La agencia oficial de noticias IRNA indicó que el líder iraní sostuvo una conversación telefónica con el príncipe heredero saudí, Mohammed bin Salman, en la cual declaró que Teherán estaba listo para resolver sus diferencias con Washington basándose en los estándares internacionales.
Irán negó haber disparado misiles después de que entró en vigor el alto el fuego y culpó a Israel por continuar sus ataques en su contra durante una hora y media después de que se suponía que entraría en funcionamiento la tregua.
Masoud Pezeshkian, presidente de la República Islámica, declaró posteriormente que respetarán el alto el fuego si Israel no lo violaba, y añadió que estaban dispuestos a volver a la mesa de negociaciones. No dio más detalles, según la agencia oficial de noticias Nournews.

En un mensaje dirigido a los países vecinos y regionales, Pezeshikian declaró: “Creemos firmemente en la convivencia y la estabilidad”, y agregó que “la fuerza y la capacidad defensiva de Irán fueron y seguirán estando al servicio de la paz y la amistad con los hermanos musulmanes y vecinos históricos”.
Irán como ganador
La guerra, que Israel inició con ataques aéreos concentrados contra instalaciones militares y estratégicas iraníes, dirigidos contra líderes militares y científicos nucleares, fue decidida por el momento oportuno iraní, marcado por misiles balísticos y drones que pusieron a la ocupación en un callejón sin salida tras su claro fracaso en el logro de sus objetivos, a pesar de la intervención militar directa de Estados Unidos, representada por el ataque a tres instalaciones nucleares civiles iraníes.
El general de reserva israelí Yom Tov Samia reconoció en un contexto relacionado que Irán fue quien controló y determinó el momento del alto al fuego con Israel.
La República Islámica demostró una clara capacidad de resistencia y respuesta, como lo demuestran las múltiples rondas de la Operación Promesa Veraz 3, confirmando que no permitirá que ningún ataque a su integridad territorial y soberanía quede impune. Los objetivos bélicos de la ocupación fracasaron
Datos políticos y de campo revelaron el fracaso de la agresión en lograr sus objetivos más importantes, en particular el derrocamiento del gobierno iraní, la destrucción del programa nuclear iraní y la eliminación de su capacidad misilística.
Si bien el derrocamiento del gobierno iraní no figuraba entre los objetivos declarados al comienzo de la guerra, las declaraciones del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y de Trump lo indicaron posteriormente, acompañadas de amenazas explícitas contra el Líder de la Revolución y la República Islámica de Irán, Sayyed Ali Khamenei.
Tras los ataques estadounidenses a las instalaciones nucleares iraníes, el presidente estadounidense cuestionó la posibilidad de un cambio de “régimen” en Irán. Netanyahu declaró hace unos días que el derrocamiento de los líderes de Irán “podría ser el resultado” y que Israel estaba creando las condiciones propicias para ello.
En aquel momento, Netanyahu creía que, al imponer la guerra a Irán y cooperar con algunas células internas, podría debilitar su Estado. Sin embargo, le sorprendió la unidad iraní y el apoyo popular a sus líderes.
Grupos populares y políticos de todo tipo, tanto opositores como partidarios del gobierno, salieron a la calle para alzar la voz, uniéndose a la nación contra sus enemigos. La República Islámica se condecoró como un Estado firme frente a las principales potencias coloniales.
Foto de portada: Edificio destruido en Tel Aviv / AP