La canciller de Alemania, Angela Merkel. (EFE)
El debate puede parecer irrelevante, pero no lo es. Lo que está en juego es dónde se anotará el gigantesco endeudamiento de la Unión Europea (UE) previsto para los próximos años para financiar sus políticas de gasto a consecuencia de la pandemia económica. En particular, el plan de recuperación Next Generation (750.000 millones de euros).
Lo que se discute es si ese endeudamiento se debe reflejar en las cuentas nacionales, es decir, incorporarlo a los niveles de deuda que se remiten anualmente a Bruselas, o, por el contrario, si es la Unión Europea quien debe reflejar en su presupuesto las emisiones de bonos que realice hasta 2027. Y es particularmente importante porque de ello dependerá la aplicación en cada país de las reglas fiscales, ahora suspendidas, pero que, algún día, a partir de 2023, volverán a estar operativas.
Lo que se sabe es que el Bundesbank, el banco central alemán, ha reclamado ya formalmente, en su boletín mensual de coyuntura, que la deuda de la UE se incluya en las cuentas nacionales para así poder disponer de “una imagen más completa de las cargas fiscales”. De esta manera, sostiene el Bundesbank, se podrá conocer la sostenibilidad de las cuentas nacionales, ya que, de lo contrario, los déficits se podrían esconder tras el presupuesto de la UE, cuando al fin y al cabo los últimos responsables del endeudamiento (más de un billón de euros en los próximos años incluyendo otros fondos de ayuda) son los “contribuyentes” de los Estados miembros.
Es más, según el banco central alemán, “es de vital importancia, desde la perspectiva de la política económica y fiscal, que los déficits y niveles de deuda sean calculados utilizando métodos transparentes, no solo a nivel nacional, sino también a nivel europeo”.
ESPAÑA E ITALIA
El tema es crucial para países como España o Italia, que durante los próximos años deberán soportar enormes déficits públicos que necesariamente dispararán el endeudamiento y que, además, serán los principales beneficiarios del fondo Next Generation. En el caso español, el año 2020 se cerró con un nivel de deuda que representa el 117% del PIB, pero si no se toman medidas que ensanchen el potencial de crecimiento o se reduzcan de una forma drástica los gastos, es probable que se alcance el 140% del PIB al final de la década, según las estimaciones de la Comisión Europea.
En el debate ha terciado unos de los principales ‘think tanks’ europeos, Bruegel, que recientemente ha publicado un artículo en el que se rechaza la idea del Bundesbank. El artículo, que lleva la firma de los economistas Zsolt Darvas y Guntam B. Wolff (director del instituto) se argumentan razones técnicas, ya que sería “extremadamente difícil” asignar a cada país las emisiones que haga la Unión Europea en nombre de los Estados miembros de forma mutualizada.
En su opinión, es “imposible” hacer estimaciones “razonables” sobre cuánto debe contribuir cada país al reembolso de la deuda de la UE entre 2027 y 2058, que es límite temporal que se han puesto a los vencimientos. Entre otras razones, se esgrime en el artículo, porque depende de la evolución en las próximas décadas de la renta nacional bruta (RNB) de cada país, que es el instrumento clave de la financiación de la Unión Europea, además del IVA.
UN TESORO EUROPEO
Es más, se argumenta que parte del dinero para el reembolso se financiará —vea aquí los instrumentos— con nuevos impuestos, como el que gravará los plásticos no reciclables. Así, concluye, asignar una “deuda federal” a los presupuestos nacionales la convertiría ‘de facto’ en deuda nacional. Es decir, justo lo contrario de lo que se pretende con el lanzamiento de las emisiones conjuntas, que suponen un paso adelante en un proyecto mucho más estratégico, como es la creación de un Tesoro europeo.
La UE ya ha hecho algunas emisiones recientemente para financiar el programa de ayuda al desempleo (SURE, por sus siglas en inglés), pero el grueso se lanzará a mediados de este año, una vez que los parlamentos nacionales ratifiquen el acuerdo del Consejo Europeo de julio de 2020.
El Bundesbank, por el contrario, esgrime que hay que realizar esa distribución aunque sea con fines analíticos. Y, en contrario, estima que si se hace una asignación nacional alrededor de una cuarta parte de la deuda emitida sería responsabilidad de Alemania. O, lo que es lo mismo, unos 280.000 millones de euros en 2026, alrededor del 8% del PIB de 2019 (incluido el MEDE).
El hecho de que sea la UE quien se endeude y no los Estados favorece claramente a los países con mayores niveles de deuda pública.
Como recuerda el banco central alemán, “en última instancia la responsabilidad de la deuda es de los Estados miembros”. Por ejemplo, aclara, hay un compromiso de los gobiernos de pagar el servicio de la deuda (los intereses) a cargo del presupuesto comunitario, mientras que, en la misma línea, los Estados son quienes hacen inyecciones de capital al MEDE (Mecanismo de Europeo de Estabilidad) cuando ese organismo debe socorrer a un país con dificultades financieras.
El hecho de que sea la UE quien se endeude y no los Estados favorece claramente a los países con mayores niveles de deuda pública, que así pueden relajar sus primas de riesgo (65 puntos básicos en el caso español). No en vano, la UE disfruta de triple A en su calidad crediticia por parte de la agencias de ‘rating’. En concreto, AAA con perspectiva estable (Fitch), Aaa (Moody’s) o AA con perspectiva positiva (S&P).
No hay que olvidar que el artículo 323 del Tratado de funcionamiento de la UE establece que tanto el Parlamento Europeo como el Consejo y la Comisión deben velar por que la UE “disponga de los medios financieros que le permitan cumplir sus obligaciones jurídicas frente a terceros”. Es decir, se trata de un compromiso directo e incondicional sostenido con los presupuestos nacionales. Lo que no está nada claro por el momento es dónde se anotarán esas deudas.
*Carlos Sánchez, periodista español y director adjunto de El Confidencial.
Artículos publicado en El Confidencial.