La crisis económica hace estragos en todos los países de la UE, y si Berlín llora Roma o París no pueden alegrarse. La producción alemana baja un 17% respecto a 2017 y atraviesa todos los sectores industriales, especialmente la fabricación tradicional, pero es innegable que arrastra a las empresas de otros países europeos hacia la recesión.
Y la crisis económica se está convirtiendo también en política con el adelanto de las elecciones en Alemania para la primavera de 2025 tras la ruptura interna de la mayoría gubernamental entre liberales por un lado y socialdemócratas y verdes por otro.
El enfrentamiento en el ejecutivo alemán es el resultado final del prolongado e intestino conflicto en la coalición mayoritaria, los puntos salientes están relacionados con las decisivas opciones económicas y políticas a tomar respecto a la llamada transición verde y ante el encarecimiento de la energía, su accesibilidad para las empresas renanas, la exigencia patronal de aumentar la depreciación fiscal para atraer inversiones del exterior, así como el deseo generalizado de aumentar el gasto militar y el apoyo a Ucrania
La guerra de Ucrania, el bloqueo de las importaciones de energía barata de Rusia y los años pandémicos de ralentización de los flujos comerciales son las causas de la crisis, pero no cabe duda de que el origen del progresivo debilitamiento de las economías del viejo continente hay que buscarlo en las decisiones de la UE: mientras la UE recortaba recursos para la innovación tecnológica, en EEUU, primero con Trump y luego con Biden, llegaban ingentes recursos estatales para las industrias locales.
Sin embargo, la crisis no sólo afecta al sector de la ingeniería mecánica, en Alemania hay quiebras de muchas empresas comerciales y del sector de la construcción, la debilidad económica también está relacionada con el aumento de los costes de explotación. Las empresas alemanas se habían beneficiado de las políticas de tipos de interés bajos y austeridad salarial en los países donde habían deslocalizado la producción, habían llegado fondos para ayudar a las empresas durante los periodos pandémicos en los que los costes aumentaban y el mercado empezaba a contraerse. Y mientras tanto, se anuncia una sobreabundancia mundial de crudo, lo que afectará aún más a los mercados hasta el punto de que algunas multinacionales del sector están recurriendo a los metales.
Hace tiempo que el expansionismo económico de Alemania se ha visto frenado por la imposibilidad de recibir energía a precios de ganga beneficiándose de los acuerdos comerciales con China, pero su propia hegemonía en la UE se está viendo empañada, el acercamiento de los países del Este hacia EEUU es evidente, la etapa caracterizada por la mano de obra barata en esos países, la importación de energía a precios de ganga y los acuerdos comerciales con China hace tiempo que ha quedado atrás.
Hace unos días escribíamos que Alemania se había opuesto a la imposición de aranceles a los coches chinos por parte de la UE, en esta campaña está en compañía de otras marcas del sector de la ingeniería mecánica europea, lo cierto es que la decisión tomada por la UE introduce diferentes aranceles en función de las relaciones comerciales y económicas con los diferentes fabricantes de coches y componentes en China.
Y la crisis de la mayoría gobernante en Alemania pone en peligro una serie de decisiones estratégicas ya programadas, y ahora en peligro, en los trabajos parlamentarios: medidas de apoyo a las industrias ecológicas, contribuciones a la calefacción de invierno, recursos para las pensiones, medidas de emergencia para la industria a las regulaciones de inmigración hasta el paquete de demandas recibidas de los fabricantes de automóviles.
Las próximas semanas nos dirán más, pero mientras tanto, el espectro que se cierne sobre la UE no es ciertamente el del comunismo y el conflicto, sino el de una crisis que pronto se traducirá de una crisis económica en una crisis política, porque en tiempos de dificultades económicas, incluso las mayorías parlamentarias sólidas están destinadas a desmoronarse, especialmente si sus economías entran en recesión, anulando todo tipo de faroles y maniobras fiscales, o desplazando la atención de la opinión pública hacia la contracción de los flujos migratorios, cuando en cambio los capitalistas impondrán a los gobiernos la llegada de una ejército de reserva industrial para ser explotado con la ferocidad habitual.
*Federico Giusti, delegado del CUB en el sector público, colabora con los periódicos Cumpanis, La Città futuro, Lotta Continua y participa activamente en cuestiones de derecho laboral, anticapitalismo y antimilitarismo.
Artículo publicado originalmente en lAntidiplomatico.
Foto de portada: CUMBRE DE LA UNIÓN EUROPEA (POOL PHOTO/EUROPEAN UNION/EUROKINISSI)