Análisis del equipo de PIA Global Asia Occidental

Aislar a Irán, debilitar la resistencia

Escrito Por Gianna Rosciolesi

Por Gianna Rosciolesi*. – Las relaciones de Irán con los países de medio oriente y la potencialidad de la República islámica representan para Estados Unidos e Israel una fuerte amenaza a sus proyectos mercenarios imperialistas.

El 2015 fue un año de extremas tensiones en la región occidental asiática. El derrocamiento del Al Hadi en Yemen en manos del movimiento Ansar Allah, modificó el tablero táctico de los países de la región. El reino wahabí de Arabia Saudita perdió su posición clave con la caída de Al Hadi, líder al cual apoyaban financiera y militarmente. Por el contrario, Irán pudo acercarse a Saná por medio de los hutíes, quienes postulan principios mucho más allegados a la República persa que al Reino saudí. 

En el mismo 2015, Barack Obama como presidente estadounidense, promulgó el Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) junto con el resto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad con la ONU, Alemania e Irán. Este acuerdo aseguraba que Irán no produjera armamento nuclear de igual acuerdo a que se levantaran las sanciones impuestas hacia la república. 

Sin embargo, el PAIC fue desestimado por Trump cuando asumió por primera vez la presidencia. Irán tuvo que reacomodar su plan de acción, en cuanto a la perspectiva nuclear y comprender que las sanciones impuestas por la ONU no serían levantadas tan fácilmente con un gobierno como el de Donald.

Este año, en su segundo mandato, pronunció su deseo de volver a realizar un acuerdo en conjunto, bajo sus propias reglas y perspectivas, y anunciando una posible acción militar si Irán no correspondía sus anhelos. 

Relaciones del Golfo Árabe-Pérsico

La guerra civil de Yemen se convirtió en una guerra proxy en la que ambas potencias disputaban su influencia en la región del golfo arábigo y pérsico. Arabia, negociada con Estados Unidos, sostenía en la puja la vuelta de un gobierno sunita en Yemen, mientras que Ansar Allah (hutíes) mantienen su base religiosa islámica en tendencias chiitas. La importancia de qué rama musulmana maneja la gobernabilidad del país árabe es de suma importancia para los líderes político-religiosos que basan su Constitución en las escrituras sagradas del Islam, aplicando diversas adaptaciones según la tendencia que siguen. 

Dentro de las diversas acciones desarrolladas en la guerra por la capital Saná, un acto saudí consternó la mirada asiática sobre el Reino. En 2016 las autoridades sunitas ejecutaron a un clérigo chiita, Nimr al Nimr. A esto le siguió el asesinato de un periodista en manos de fuerzas relacionadas al gobierno wahabí. Estas acciones públicas descolocaron la imagen de Arabia ante los ojos del mundo, y países Occidentales comenzaron a desestimarla. Esto provocó que el Reino comenzara a trabajar su visión ante el mundo y empezara a buscar alternativas no tan performaticas. 

Esta postura árabe, sumado al fracaso del PAIC que provocó una fuerte desestabilización económica en Irán, causó que ambos países lograran llegar a un acuerdo mediado por China en 2023. Las grandes potencias se encontraron con un aliado mutuo, tanto en las relaciones diplomáticas como en las importaciones petrolíferas. China pudo consolidar una reanudación de las relaciones entre Riad y Teherán, a pesar de que sus representantes coincidieran en tener una austera confianza mutua.

El Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir-Abdollahian, el Ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, el Príncipe Faisal bin Farhan Al Saud, y el Ministro de Relaciones Exteriores de China, Qin Gang, caminan durante su reunión de 2023 en Beijing. SAUDI PRESS AGENCY / Vía Reuters

Aislar al enemigo 

Esta reconciliación de dos países fuertemente enemistados y representantes de distintos intereses en la región, no convenció a los patrocinadores occidentales, que demostraron su rechazo a la misma. 

Para Israel, que busca consagrarse como potencia occidental asiática, la paz entre Arabia e Irán simboliza un atraso en su plan. Aislar a Irán, crear una imagen negativa, y hacer que los países árabes se coloquen en la vereda de enfrente de Teherán, ayuda a ascender el protagonismo israelí en poderío económico e influencia discursiva. 

La república islámica de Irán es aliada fundamental de Hezbollah, el partido libanés que ha podido enfrentarse a los asedios sionistas durante octubre de 2024 y principios del corriente año. 

Desestabilizar al gobierno iraní es quitar parte de la fuerza del Eje de la Resistencia libanesa, así como enviar un mensaje para Ansar Allah en Yemen que se posiciona como un fuerte contrario a las políticas atlantistas. 

Para detener la influencia iraní, el estado sionista no solo utiliza narrativas yuxtapuestas como la dicotomía entre sunitas y chiitas, sino que también refiere la diferenciación entre árabes-persas, buscando ubicarlos como “los otros” en un juego del cual ellos ni siquiera son parte ya que no pertenecen a la legión de estados árabes. 

Además los mandatarios hebreos aseguran que Irán es una amenaza en la región por su industria nuclear, a pesar de que el Ayatolá (líder supremo) haya declarado que no contaban con tecnología militar nuclear. Por el contrario, Israel es el único país de la zona con bombas nucleares. 

Para desestabilizar a Irán, Israel requiere ayuda de su padrino: Estados Unidos. 

El juego de Trump 

Mientras los países que más podemos asociar con la definición de imperialismo, como lo son Gran Bretaña y Estados Unidos, han desarrollado políticas abocadas plenamente a la colonización, podríamos mencionar que Irán no ha invadido otro territorio desde hace casi 300 años. La potencialidad de su estado reside en la producción y promulgación de estrategias de desarrollo, con fuertes bases en la industria petrolera y de uranio.

En el año 1953 el gobierno de Washington promulgó un golpe de estado en Irán, derrocando al primer ministro de ese entonces, quien tenía intenciones de nacionalizar la industria petrolera. A ello le siguió un gobierno de facto que consagró la violencia y la tiranía en el país.
En 1979, la revolución logró quitarle el poder al dictador Sha. Estados Unidos nunca perdonó tal atrevimiento del pueblo en arrebatarles su influencia, por lo que ha buscado mantener su dominio con otras tácticas, entre ellas las sanciones económicas, el congelamiento de las participaciones bancarias y financiando otros movimientos rebeldes contra el establecido nuevo gobierno. 

La insistencia de Trump en volver a construir un acuerdo con el Ayatolá, continúa esta lógica de concentración del poder. Necesita reforzar su poderío y asegurar una nula actividad militar nuclear en Irán para seguir desarrollando las tácticas coercitivas que lleva adelante junto con Israel en los vecinos países árabes. 

El gobierno iraní, necesita el levantamiento de las sanciones para poder continuar generando un crecimiento económico exponencial como lo desea. Sin embargo, comprende el juego occidental, y no se deja persuadir por propuestas poco favorables para su república. Así lo demostró en los dichos de la primera reunión realizada entre los representantes de ambos países el pasado sábado en Omán. 

“Las negociaciones pueden o no concluir. No somos ni muy optimistas ni muy pesimistas sobre estas conversaciones. Por supuesto, somos muy pesimistas respecto a la otra parte, pero somos optimistas respecto a nuestras propias capacidades” expresó el líder persa sobre la reunión. 

Este sábado se realizará un segundo encuentro entre las partes para continuar desarrollando los puntos claves que ambos requieren para gestionar un nuevo plan de acción.

Mientras tanto, los bombarderos estadounidenses B-2 están desplegados, equipados con las armas más poderosas del su arsenal, listos para ser activados desde la isla Diego García en el océano Índico, a 3850 kilómetros al sureste de Irán. 

Acerca del autor

Gianna Rosciolesi

Técnica en Relaciones Públicas y Ceremonial, periodista junior del equipo de PIA Global

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