Una vez más podemos hacer una diferenciación de lo que ocurre en el continente africano y cómo afecta la guerra en las economías regionales africanas. Además debemos hacer también distinciones intracontinentales. Las consecuencias de la guerra en Ucrania no se sienten en todas partes de la misma manera.
Petróleo y cereales, los motores de muchas economías
La cuestión energética es sin dudas una de las cosas que más preocupó al mundo con el estallido de la guerra. Rusia es el segundo productor de crudo y gas natural a nivel mundial, y al poner en peligro los niveles de exportación rusos preocupa a los mercados internacionales.
El petróleo registra un aumento que puede acarrear consecuencias sociales y económicas pocas veces observadas antes. En el último año el precio del barril se duplicó, el valor que registro el petróleo el 9 de marzo de 2022 fue de 127,29 dólares. Un año antes, el barril se cotizaba a 62,44 dólares.
Claramente la guerra en Ucrania está ejerciendo presión sobre los precios internacionales.
Los precios de las materias primas agrícolas también se ven fuertemente afectados por la guerra. La tonelada de trigo llegó a costar 450 euros, un pico en el valor de un cereal esencial para muchas economías africanas que lo importan para la subsistencia de su población.
Así dadas las condiciones, desde el comienzo de las acciones bélicas en territorio ucraniano, las consecuencias aún no pueden ser cuantificadas, pero lo que sí no se puede negar es que habrá dificultades. Pero no todos los países son iguales ante estas dificultades. Los países africanos productores de gas o de petróleo están ante una oportunidad de ver crecer sus economías traccionadas por la necesidad de importación hidrocarburífera por ejemplo de los países europeos que dependen de Rusia. Del otro lado e a misma realidad se encuentran los países africanos importadores de materia prima agroindustrial.
El reino de Marruecos por ejemplo no produce hidrocarburos, pero su economía depende del gas y el petróleo que importa para mover su industria, también asociada con los hidrocarburos ya refinados o transformados en (sub) productos de los que Marruecos es líder a nivel mundial como por ejemplo abonos y fertilizantes químicos.
También ya se observan incrementos en el valor de los combustibles en las estaciones de servicio marroquíes. El precio de la nafta ronda el dólar con 30 centavos por litro, en una sociedad muy desigual donde el valor promedio de los salarios se encuentra en los 400 dólares al mes. La ecuación arroja un cada vez más alto costo de la vida en tierras magrebíes.
Otro país el norte africano que se ve muy afectado (de forma directa) por la guerra es Egipto, quien ostenta el título de ser el mayor importador de trigo del mundo, y a partir de ello surge con claridad por qué la preocupación sobre las consecuencias económicas que de esta dejado la guerra. De hecho, el 85% de las importaciones de trigo egipcio provienen de Ucrania y Rusia.
Si los precios de los cereales siguen subiendo, a Egipto le resultará imposible seguir comprando cereales y el peligro de una crisis alimentaria para la población egipcia está al acecho, tanto como las tropas rusas acechan a Kiev o la OTAN a las fronteras de Rusia.
El estado egipcio hoy subsidia gran parte de las importaciones cerealeras para el consumo interno pero, de continuar los aumentos, esto terminará afectando a otras esferas de la economía del país.
En Argelia, ocurre algo paradojal, mientras el aumento de los cereales preocupa, la posible exportación extraordinaria de gas brinda esperanzas. De hecho el fin de los subsidios a los productos básicos había provocado una importante escasez de alimentos a principios de año. Es por eso que ante el nuevo escenario que provocó la incursión rusa en Ucrania el presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, ordenó prohibir la exportación de productos alimenticios que importa el país y encargó al Ministro de Justicia elaborar un proyecto de ley que penalice la exportación de estos productos y lo considerará «acto de sabotaje de la economía nacional».
Los productos prohibidos de exportar son los que son elaborados con materias primas importadas como azúcar, pasta, aceite vegetal, sémola y todos los derivados del trigo.
Sin embargo, el país espera financiar la compra de cereales con su producción extraordinaria de gas.
Otro país del norte africano también sufre las consecuencias de la guerra, pero en el caso de Túnez además hay que agregar la gran crisis política y financiera nen la que se encuentra hace un largo tiempo. Túnez se enfrenta a una escasez de productos alimenticios básicos, como sémola, azúcar, arroz y harina. Esta escasez se ve agravada por la guerra en Ucrania. De hecho, Túnez depende mucho de países extranjeros para obtener alimentos. El país importa la mitad de sus necesidades de trigo. La mayoría de estas importaciones provienen de Ucrania.
Otro aspecto que agrava la situación en Túnez es la especulación que se genera por el aumento de los alimentos, el presidente Kais Saïed aseguró que quiere librar «una guerra feroz en el marco de la ley contra especuladores y delincuentes«. El Ministerio de Comercio señaló se incautaron “912 toneladas de arroz, sémola, harina, azúcar y otros productos” en almacenes repartidos por todo el país entre el 2 y el 4 de marzo.
Diversificación de los mercados, una nueva esperanza
Como hemos mencionado, no todos los países africanos van a sentir las secuelas de la guerra en Ucrania de la misma manera, así como ya vimos los problemas que ésta genera en los países dependientes del cereal que crece en la zona del conflicto, otro ven la oportunidad de colocar sus producciones en los mercados internacionales.
Para hacer frente a los precios altísimos de los hidrocarburos de Rusia, los países europeos buscan diversificar sus importaciones y recurrir a otros proveedores, es allí donde países como Argelia, Libia y Nigeria, los principales productores de hidrocarburos del continente, podrían ver aumentar sus ingresos.
Nigeria, el mayor productor de petróleo de África, espera poder recuperarse de la crisis que produjo en su economía la caída (histórica) del valor del petróleo a 22.76 por barril en el comienzo de la pandemia. El nuevo escenario que se le presenta a Nigeria es alentador, las exportaciones a países afectados por el aumento de los precios y las restricciones impuestas a Rusia pueden traer algunas soluciones a una economía desgastada.
Libia, el segundo mayor productor de petróleo del continente africano, y que además también produce gas, también se mantiene expectante de lo que pueda decidir la Unión Europea, que el pasado 8 de marzo, expresó su intención de diversificar sus suministros de gas. Para ello, dialoga con los principales países productores, entre ellos Argelia. El objetivo es reducir en dos tercios las importaciones de gas ruso a la Unión Europea.
Angola, Egipto, República del Congo, Gabón, Ghana, Guinea Ecuatorial y Chad son también grandes productores de hidrocarburos que se mantienen atentos a lo que los mercados internacionales vayan mandando, sus producciones ahí estarán e ser necesarias.
Por lo visto hasta aquí y con una guerra en pleno desarrollo las esperanzas y las penurias se reparten en territorio africano, lo que no hay que perder de vista es que más allá de que algunas economías puedan resurgir, no serán las más en un continente claramente empobrecido y saqueado por potencias imperiales y coloniales que no retiran sus garras asfixiantes de los destinos africanos.
Lo efímero de una mejoría económica o la sublevación por hambre y pobreza deberían transformarse en un verdadero hito independentista de África. Cada cosa a su tiempo.
*Beto Cremonte es periodista, Comunicador Social y docente en la Facultad de Comunicación Social de La Plata (U.N.L.P), estudiante avanzado de la Tecnicatura Universitaria en Comunicación Pública y Política de la Universidad Nacional de La Plata (U.N.L.P)