El presidente del Banco Africano de Desarrollo (BAfD), Akinwumi Adesina, destacó hoy que el riesgo de morir de hambre en África es mucho mayor que el riesgo de morir por la pandemia del covid-19. “Tenemos que hacer más para incrementar la producción agrícola”, dijo el banquero, recordando que aunque el 60% de la tierra cultivable del mundo está en África, los países gastan alrededor de 80 mil millones de dólares (65,9 mil millones de euros) cada año para importar alimentos desde fuera del continente.
“La pandemia de covid-19 trajo el caos a África, con un impacto enorme en el continente, provocando que unos 250 millones de personas se acuesten con hambre, y el riesgo de morir de hambre es mucho mayor que el riesgo de morir de covid-19”, argumentó el presidente del banco en la sesión inaugural del Diálogo de alto nivel sobre cómo alimentar a África, que tiene en formato virtual desde Abidjan.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) tuvo que recortar las raciones de comida para los refugiados en África oriental por falta de recursos, anunció en un comunicado, en tanto las transferencias de alimentos o efectivo tuvieron que reducirse entre un 10 y un 30 por ciento para más de 2,7 millones de refugiados en Etiopía, Uganda, Kenia, Sudán del Sur y Djibouti. El PMA se verá obligado a realizar recortes más drásticos en los próximos meses a menos que reciba a tiempo fondos adicionales urgentes.
En la reunión coorganizada con el Fondo Internacional para el Desarrollo de la Agricultura, el presidente del BAD también dijo que “también se necesitan mejores políticas públicas, más acceso al financiamiento y el desarrollo de zonas de procesamiento agroindustrial para dar más valor a productores de alimentos”. El funcionario también se refirió a la situación en la que se encuentra el sector relacionado con la producción de alimentos en África, “La tecnología existe, lo que necesitamos es incrementar la producción a través de un enfoque integral que favorezca el agronegocio y promueva la industrialización”, agregó Adesina.
Mientras el hambre acecha, los refugiados también se ven afectados tanto por el impacto socioeconómico de la pandemia de COVID-19 como por la propia enfermedad. Las mujeres, los niños y los ancianos más vulnerables corren un mayor riesgo de sufrir desnutrición, lo que a su vez puede afectar su sistema inmunológico y aumentar el riesgo de contraer enfermedades generando “un trágico círculo vicioso”, argumentan desde el interior del PAM.
Como medida para hacer frente a la “pandemia el hambre”, el ADB invertirá US $ 10.4 mil millones, alrededor de € 8.5 mil millones, durante los próximos cinco años, para fomentar cadenas de valor en la producción agrícola y US $ 1.6 mil millones, equivalente a 1.3 mil millones de euros durante el mismo período para apoyar cosechas estratégicas para asegurar seguridad alimentaria en el continente, destacó también el presidente del banco, de esta manera o solo se buscará frenar el hambre en la región sino que además se agregaran valor a las producciones locales.
Covid-19 agrava la situación
El grave impacto que está teniendo la pandemia de Covid-19 en la alimentación de la población en el África subsahariana deja a 67.000 niños en riesgo de morir de hambre antes de que acabe el año, unos 426 al día, a menos que se adopten medidas para evitarlo, ha alertado Save the Children, en base a un estudio publicado por The Lancet.
El PMA necesita 323 millones de dólares para ayudar a los refugiados en la región durante los próximos seis meses, un 22% más que durante el mismo período del año anterior.
La ONG ha destacado que la inseguridad alimentaria se ha visto agravada en distintas partes del continente por las inundaciones, las plagas de langostas y la subida de los precios de los alimentos en los últimos meses, a lo cual ha venido a sumarse la pandemia, que ha paralizado la economía y ha destruido los medios de vida de miles de hogares.
De acuerdo con las primeras estimaciones que se han hecho, se espera que la pandemia provoque un aumento de la pobreza en el África subsahariana del 23 por ciento y que para 2030 el número de personas desnutridas en el continente alcance los 433 millones.
En una situación de inseguridad alimentaria como la actual, ha recordado Save the Children, los niños tienen un alto riesgo de sufrir desnutrición aguda. Ya antes del coronavirus, había más de 26 millones de menores en África oriental y meridional con y 2,6 millones de niños y niñas padecían desnutrición aguda severa, la forma más mortal de desnutrición. Ahora, en África occidental y central se prevé que 15,4 millones de menores de 5 años van a padecer desnutrición aguda grave este año, lo que representa un aumento del 20 por ciento con respecto a datos anteriores.
Las medidas Covid-19 han diezmado los cultivos haciendo los alimentos más caros e inaccesibles. Según ha explicado Ian Vale, director regional de Save the Children en África Oriental y Meridional, los “efectos devastadores” del virus ya se están viendo en las personas más vulnerables del mundo.
Vale reitera que la situación actual es muy grave y que el futuro no se presenta de la mejor manera para esta región del mundo. Refiriéndose exclusivamente a la situación que se plantea desde la pandemia expresa que, “Las medidas contra la Covid-19 han diezmado los medios de vida y la producción de los cultivos, por lo que los alimentos, cuando están disponibles, son extremadamente caros. En pocas palabras: muchos padres y madres ya no pueden poner comida en la mesa para sus hijos”.
Ya antes de la pandemia, África subsahariana era una de las regiones del mundo con mayor inseguridad alimentaria y se teme que, si continúan las tendencias actuales, sea el hogar de más de la mitad de las personas que padecen hambre crónica del mundo.
“Cada día llegan más niños y niñas a nuestras clínicas con síntomas de desnutrición y esto es solo el principio. Si esperamos hasta que las clínicas estén llenas, será demasiado tarde”, ha advertido Vale, subrayando que “la crisis alimentaria podría matar a decenas de miles de niños y niñas si no reciben asistencia humanitaria de inmediato”.
Ante esta situación, Save the Children ya está proporcionando alimentos o dinero en efectivo a las familias más vulnerables, garantizando el acceso a agua potable y manteniendo operativos sus programas de salud y nutrición de una manera segura frente a la crisis del coronavirus. Además, ha pedido a gobiernos y donantes la movilización urgente de fondos para ayudar a la infancia más pobre y vulnerable del mundo.
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