África Análisis del equipo de PIA Global

África frente a los aranceles de Trump: entre la subordinación comercial y la búsqueda de soberanía económica

Escrito Por Beto Cremonte

Por Beto Cremonte*-
Las medidas arancelarias impuestas por la administración Trump en abril de 2025 han tenido impactos desproporcionados sobre el Sur global, particularmente África. Los aranceles, que van desde el 10% al 60%, afectaron directamente a países que exportaban bajo acuerdos preferenciales como el AGOA.

Este giro hacia el proteccionismo agresivo revela la instrumentalización del comercio internacional como herramienta geopolítica, y confirma que las reglas multilaterales del comercio no protegen a las economías africanas, sino que las subordinan.

 “Esto no es comercio justo, es chantaje económico”, afirmó Carlos Lopes, exsecretario ejecutivo de la Comisión Económica para África de la ONU. “Estados Unidos usa las reglas del libre comercio cuando le conviene, y las rompe cuando no”.

África y EE.UU.: entre la cooperación condicionada y el castigo económico

Desde 2000, el AGOA facilitó el acceso de productos africanos a EE.UU. sin aranceles, promoviendo exportaciones por más de 50 mil millones de dólares acumulados en 20 años. Pero en 2025, sin necesidad de denunciar el acuerdo, EE.UU. impuso aranceles unilaterales incluso a países elegibles.

Parks Tau, ministro de Comercio de Sudáfrica, declaró en rueda de prensa: “El AGOA fue presentado como un gesto de cooperación, pero ahora vemos que puede desactivarse por capricho político. Sudáfrica no puede seguir dependiendo de preferencias unilaterales”. Según cifras de su ministerio, el país podría perder hasta 1.100 millones de dólares en exportaciones hacia EE.UU. si se mantiene el arancel del 35%.

Henri Rabarijohn, viceministro de Economía de Madagascar, advirtió: “Nuestra economía textil se construyó sobre la base del AGOA. Ahora enfrentamos aranceles del 47% que hacen imposible competir. ¿Dónde está el compromiso con el desarrollo africano del que tanto hablaron en Washington?”

En contraste, Mthuli Ncube, ministro de Finanzas de Zimbabue, defendió su decisión de levantar los aranceles a productos estadounidenses como una señal de “apertura estratégica”. Sin embargo, organizaciones sindicales como el Zimbabwe Congress of Trade Unions (ZCTU) lo calificaron como “un acto de rendición ante una potencia que no respeta la soberanía africana”.

Impactos económicos: cifras concretas, respuestas dispersas

Según un informe conjunto del Banco Africano de Desarrollo (AfDB) y la Comisión Económica para África, los nuevos aranceles podrían generar una pérdida neta de hasta 4.800 millones de dólares anuales en exportaciones africanas, afectando directamente a los sectores industriales emergentes.

Fantu Cheru, economista etíope y asesor en políticas para la Unión Africana, señaló: “Este no es solo un problema de ingresos por exportaciones. Lo que se pone en juego es la posibilidad misma de que África industrialice su economía. Cada fábrica que cierra por un arancel estadounidense, es un paso atrás en nuestra soberanía”.

La ausencia de una respuesta coordinada entre los bloques regionales africanos (CEDEAO, SADC, EAC) refuerza esa vulnerabilidad. “Tenemos estructuras regionales, pero no una política comercial panafricana efectiva”, lamentó Fatou Jagne, jurista senegalesa especialista en integración africana. “La falta de unidad nos debilita frente a actores como EE.UU. o la UE, que actúan con una agenda común”.

Impacto estimado de los aranceles de EE.UU. sobre África (2025)

Región/PaísExportaciones afectadas (estimación)Principales productos impactadosPérdida proyectada anual*
Sudáfrica$3.2 mil millonesAutomóviles, frutas cítricas, vino$1.1 mil millones
Etiopía$520 millonesTextiles, calzado, café$280 millones
Kenia$450 millonesTé, flores cortadas, ropa$200 millones
Madagascar$380 millonesPrendas de vestir, mariscos$180 millones
Nigeria$2.7 mil millonesPetróleo crudo, cacao$1.4 mil millones
Lesoto$150 millonesRopa, productos textiles$90 millones
Total estimado$15 mil millonesManufacturas ligeras, agroindustria, minerales$4.8 mil millones

*Proyecciones del Banco Africano de Desarrollo (AfDB) y el Centro Africano de Comercio y Desarrollo Sostenible (2025).

Fragmentación estructural y horizonte panafricano: ¿una oportunidad para el AfCFTA?

El Área de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA) surge en este contexto como una oportunidad para reconfigurar las cadenas de valor desde adentro. Pero su implementación aún tropieza con obstáculos políticos, infraestructurales y financieros.

“El AfCFTA es nuestra mejor herramienta para romper con la dependencia de las potencias extranjeras”, afirmó Wamkele Mene, secretario general del AfCFTA. “Pero si no lo implementamos con rapidez y voluntad, las decisiones que se toman en Washington o Bruselas seguirán determinando el destino de nuestras economías”.

Datos del Banco Mundial indican que la plena implementación del AfCFTA podría aumentar el comercio intraafricano en más de un 80% para 2035, generar 18 millones de empleos y elevar el ingreso real del continente en 450.000 millones de dólares. Pero en 2025, ese potencial sigue siendo una promesa lejana: menos del 20% del comercio total del continente es interno.

“La descolonización económica no se logra con discursos, sino con instituciones robustas y producción regional”, dijo Demba Moussa Dembélé, economista senegalés y referente del panafricanismo económico. “Lo que nos enseña Trump es que no hay socios confiables cuando uno no tiene poder propio”.

Las medidas arancelarias de la administración Trump en 2025 son mucho más que un instrumento económico: son un acto de disciplinamiento geopolítico que desmantela décadas de discursos sobre “asociaciones estratégicas” entre África y el norte global. Para muchos analistas, este giro refuerza el carácter neocolonial del comercio internacional y subraya la necesidad de una arquitectura africana propia.

“El multilateralismo no nos protege; estamos aprendiendo eso por las malas”, señala Trudi Hartzenberg, directora ejecutiva del Trade Law Centre (TRALAC) en Sudáfrica. “La respuesta africana no puede ser simplemente buscar nuevos socios que repitan los mismos patrones de dependencia. Necesitamos comercio intraafricano con valor agregado, no solo reemplazar a EE.UU. por China o la India”.

¿Qué se comercia entre EE.UU. y África? Mercancías, asimetrías y poder

El comercio entre África y Estados Unidos nunca ha sido simétrico ni diversificado. La estructura sigue reflejando un modelo colonial: África exporta materias primas o productos con bajo valor agregado, mientras importa tecnología, maquinaria y bienes manufacturados. El 85% de las exportaciones africanas hacia EE.UU. está compuesto por productos primarios, y apenas un 15% por bienes procesados.

Entre los principales productos que África envía a EE.UU. están:

  • Petróleo crudo y gas natural (Nigeria, Angola, Gabón)
  • Minerales estratégicos como manganeso, titanio, platino y cobalto (Sudáfrica, RDC)
  • Productos agroindustriales como cacao, café, té y flores (Kenia, Ghana, Etiopía)
  • Textiles y ropa manufacturada (Etiopía, Lesoto, Madagascar)
  • Automóviles y maquinaria ligera (Sudáfrica)

A cambio, África importa de EE.UU.:

  • Equipos industriales y tecnología
  • Vehículos, maquinaria agrícola y farmacéuticos
  • Productos alimenticios procesados
  • Insumos energéticos refinados

Ayo Akinwumi Adesina, presidente del Banco Africano de Desarrollo, lo sintetiza así: “África no debe ser solo una fuente de materias primas. La industrialización no es una opción, es una urgencia geopolítica. Si no transformamos lo que producimos, seguiremos siendo vulnerables a cualquier arancel, boicot o crisis externa”.

Las medidas arancelarias de Trump atacan, justamente, los pocos sectores donde algunos países africanos habían comenzado a exportar productos procesados (como vestimenta y alimentos manufacturados), incentivando un regreso forzado a la exportación bruta de recursos. Este es el verdadero daño: la desarticulación del incipiente tejido industrial africano, aún antes de su consolidación.

El comercio, lejos de ser una herramienta de cooperación, sigue operando como mecanismo de dependencia estructural, donde las reglas son dictadas por quienes tienen más poder, no por quienes necesitan justicia.

La ausencia de una postura común frente a las medidas estadounidenses fue criticada desde diversos sectores sociales y sindicales africanos. En Nigeria, el Congreso de Sindicatos (NLC) denunció que el gobierno prioriza relaciones diplomáticas bilaterales mientras se descuidan los intereses estructurales de las clases trabajadoras. “¿Dónde está la solidaridad panafricana cuando miles de trabajadores textiles pierden su empleo en Lesoto y Madagascar?”, se preguntó Ayuba Wabba, exlíder del NLC.

Desde Dakar, la organización Enda Tiers Monde, con larga trayectoria en estudios del desarrollo africano, emitió un informe donde señala que “la política arancelaria de EE.UU. no es nueva, pero sí más violenta en su unilateralismo. La reacción africana debería ser fortalecer el AfCFTA con un enfoque soberanista, donde los derechos laborales, el desarrollo local y la redistribución sean centrales, no solo la eficiencia comercial”.

Incluso en el seno de la Unión Africana, voces disonantes comienzan a abrirse paso. Una asesora del Departamento de Comercio e Industria —que pidió reserva de identidad— declaró que “hay miedo a enfrentar a las grandes potencias. Muchos Estados siguen cautivos de la lógica de ayuda y cooperación, cuando lo que necesitamos es coordinación económica regional sin tutelaje externo”.

En la sociedad civil, movimientos como Africans Rising for Justice, Peace & Dignity vinculan estas políticas con el legado histórico del colonialismo económico. En una declaración reciente, señalaron: “Los aranceles de Trump son una forma moderna de saqueo. No debemos pedir clemencia, sino construir poder económico desde el continente y para el continente”.

Esta serie de voces deja en claro que el desafío no es sólo coyuntural, sino estructural. La pregunta que se impone no es solo cómo responder a la administración estadounidense, sino si África está dispuesta a transformar radicalmente su lugar en la economía global. La respuesta a Trump no puede ser diplomática ni simbólica: debe ser estratégica, económica y política.

*Beto Cremonte, Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.

Acerca del autor

Beto Cremonte

Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la Unlp, Licenciado en Comunicación social, Unlp, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS Unlp

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