La cumbre entre África y Estados Unidos, que se realizó entre el 13 y el 15 de diciembre en Washington, se debe leer en el actual contexto geopolítico mundial, donde los EE.UU pareen estar buscando reposicionarse dentro de un continente que la ha abierto las puertas a la multipolaridad. Rusia, China, los BRICs, el G-20 ya no son escenarios ajenos al continente africano.
El gobierno de Estados Unidos convocó para esta segunda cumbre a 50 representantes de los países que forman la Unión Africana, en esta elección se comienzan a delinear también las intenciones o pretensiones de Biden con respecto a la reunión cumbre tildada de “necesaria e histórica”. La última cumbre de este tipo tuvo lugar durante la presidencia de Obama, en 2014, en un contexto político radicalmente distinto al que se enfrenta hoy el mundo.
La guerra en Ucrania, la expansión comercial de China en todo el globo, el aceleramiento de la crisis climática y la creciente presencia rusa en África conforman los principales retos a los que se enfrenta Joe Biden en la cumbre. Como si la historia fuese una especie de “deja vu”, África parece estar nuevamente en disputa y regresa a las viejas dinámicas de la Guerra Fría, cuando Occidente y la Unión Soviética se disputaban las riquezas, las influencias y los hombres que habitan el continente rico en materias primas y rebosantes de mano de obra barata.
Las garras del imperio una vez más, intentan seducir a las naciones africanas y sus enviados se pasean con cara y promesas de ayuda, muchas veces humanitaria, otras en infraestructura y sistemas de “seguridad y defensa”, pero detrás de eso se esconden las verdaderas intenciones. Los mercenarios de occidente se pasean por los distintos países y por las naciones más relevantes en términos geoestratégicos como por ejemplo Libia, Mali, Costa de Marfil, Congo y Mozambique y otra vez se reconoce África como un frente más, aunque relegado a un segundo plano, en este conflicto de intereses que polariza al mundo.
Entonces el compromiso que se desprende desde la invitación de Biden para renovar sus compromisos y sostener discusiones relacionadas con la economía global, la democracia y la gobernabilidad, el cambio climático, la salud y la seguridad, las mujeres, la juventud y la educación, serán quizás la mascarada perfecta que elija el imperio para ocultar su verdadero rostro durante la Cumbre de Líderes de Estados Unidos y África.
Pequeños detalles, grades diferencias
Decíamos que esta nueva cumbre parece ser un “deja vu” en la relación imperial de occidente con el continente africano. La joven historia africana esta signada por el colonialismo y el imperialismo que proponen las potencias mundiales como forma de intervencionismo y ordenamiento de los gobiernos africanos. En este camino de “orden”, la democracia, el golpismo y las diferentes formas de intervención siempre son a gusto y “piacere” del poder de turno, el sistema que este elija será el que garantice sus intereses y o ahorrara esfuerzos en ponerlo a funcionar, sea una democracia o un golpe de estado.
Pese a que la historia parezca repetirse cíclica y eternamente, solo si la vemos desde un plano general, es en los detalles donde se encuentran las grandes diferencias que separan al África de ayer, la de esos primeros años donde el colonialismo y los procesos independentistas aún se mezclaban en una amplia paleta de colores y los centros de poder buscaban seducirla, con el África de hoy, un tanto veterana, con algunas experiencias y con una trayectoria política ya establecida y consciente de su trascendencia en la política internacional.
Es por ello que hoy los gobernantes africanos reconocen que China, Rusia, Europa, Turquía, Estados Unidos y Emiratos Árabes miran a sus naciones con codicia, con la codicia de siempre, eso no ha cambiado, si cambió la postura de los líderes africanos con respecto a esto. En este contexto los africanos acuden a Washington, al llamado de Biden, pero también lo hicieron a las playas de Sochi, en las costas del Mar Negro ruso a reunirse con Putin. Xi Jinping, Erdogan, o los líderes de la OPEP+ se sientan en la mesa junto a los líderes africanos, que de forma individual o colectiva desde la Unión Africana hoy escuchan, exigen y muchas veces hasta imponen condiciones que marcan el camino a seguir. Un claro ejemplo de esto se dio en la sesión en la ONU a principios de año donde el mundo, salvo algunas excepciones (muchas de ellas en el continente africano) le dieron la espalda a la orden occidental de sancionar a Rusia por su intervención en territorio ucraniano.
Hace poco más de una década que Moscú decidió retomar las excelentes relaciones que la Unión Soviética mantuvo con la mayoría de naciones africanas, y desde entonces sólo podría decirse que dichas relaciones se han estrechado hasta alcanzar nuevas cotas. En los últimos 14 años, la presencia de Rusia se ha multiplicado en la comercialización y extracción de materias primas en Madagascar, Mali, Guinea Conakry y Burkina Faso, entre otro.
Entonces, en este escenario África se embarca en un proyecto de construcción de rutas impulsado por China, o en la ayuda militar que ofrece Rusia, pero no deja de comerciar oro con Suiza y Emiratos Árabes. Todo esto firmando tratados de pesca con Europa y Corea, entre otros. Además de los megaproyectos ligados a la extracción y refinamiento de petróleo y gas en África del norte.
Claramente China, “el gigante asiático” hoy lleva la delantera en cuestiones comerciales, y esto para Biden o quién este sentado en el sillón presidencial de la Casa Blanca o es un dato menor. La competencia es seria y riesgosa para un EE.UU, que parece haber tomado nota y actúa en consecuencia. Biden intentará revertir la situación en lo que le quede por delante en un mandato débil hacia el interior del país pero, como es costumbre se hace muy fuerte en las decisiones de política exterior, más allá del color político que gobierne desde Washington.
Según los datos más recientes del Banco Mundial, China recoge un 12,6% de las transacciones comerciales con el continente africano, mientras Estados Unidos hace años que fue relegado a un cuarto puesto, pese a estar en primer lugar en los años 90, hoy ostenta un escaso 5,10% de las transacciones comerciales africanas. La pérdida no sólo ha afectado en la medida de lo evidente a la economía estadounidense, sino que también ha expuesto el creciente interés de los africanos por negociar con China, que, a diferencia de los países occidentales, aplica en África de forma rigurosa la política de los cinco “NO”: no interferir en los caminos de desarrollo de los países individuales; no interferir en sus asuntos internos; no imponer la voluntad de China; no imponer condiciones políticas en relación con la asistencia; y no buscar beneficios políticos propios en la inversión y la cooperación financiera.
La Unión Africana sí, pero no su totalidad
En la reunión celebrada en territorio estadounidense Joe Biden no tuvo ninguna reunión de forma individual con alguno de los representantes africanos, esto a pesar de los muchos pedidos que llegaron al Departamento de Estado. De hecho uno de los mayores intereses que se escucharon de los líderes africanos pasó por el tratamiento y el pronunciamiento por parte del presidente norteamericano de que África finalmente obtenga la tan ansiada y necesaria silla dentro del G-20. La promesa fue hecha, Biden insistió en colocar ese tema dentro de la agenda común de trabajo en los tres días que duró la cumbre.
De los 55 estados que integran la UA, no la totalidad acudió al llamado del presidente Biden, claro que no por decisión propia sino porque esas invitaciones no fueron cursadas por la Casa Blanca. El Sáhara Occidental, Eritrea, Somalilandia, Sudán, Guinea, Malí y Burkina Faso no fueron de la partida.
Biden no invitó a Sudán, Guinea, Mali y Burkina Faso porque actualmente están suspendidos por la Unión Africana luego de golpes y contragolpes en África Occidental. Estos países no están en buenos términos con la Unión Africana, por lo que no fueron invitados.
En el caso de Eritrea, aunque Estados Unidos estableció relaciones diplomáticas con Eritrea en 1993, tras su independencia de Etiopía, y fue uno de los primeros países en reconocer la independencia de Eritrea, las relaciones se han enfriado por la detención gubernamental de disidentes políticos y de minorías religiosas, el cierre de la prensa independiente, los límites a las libertades civiles, las violaciones de la libertad religiosa y las denuncias de abusos contra los derechos humanos. Empeoró en los últimos dos años por la guerra en Tigray.
Estados Unidos no tiene relaciones diplomáticas con el Sáhara Occidental, por lo que no han sido invitados. Actualmente, Somalilandia y Estados Unidos tampoco tienen relaciones diplomáticas oficiales.
Según los informes que se desprendieron de la cumbre el eje central de la misma giró en torno de cómo los Estados Unidos y los socios africanos están fortaleciendo las alianzas y prioridades compartidas de cara a la estrategia de Estados Unidos hacia el África subsahariana y la Agenda 2063 de la Unión Africana.
Entonces podemos afirmar a modo de conclusión que esta cumbre el camino y la herramienta que encontró el presidente Biden como una oportunidad para profundizar la asociación de larga data y centrarse en nuevas áreas. Las discusiones se centraron en los desafíos y las barreras que impiden una amistad fluida, las formas de fortalecer y promover las prioridades económicas compartidas y la definición de oportunidades para construir relaciones en el futuro.
La historia imperial parece no haber pesado en la cumbre o dependerá de cómo los líderes africanos no repiten viejas recetas que los trajeron hasta aquí. Que sea o no un “deja vu” histórico depende hoy más que nunca de los africanos de este momento. Lo cierto es que un nuevo escenario se está planteando en el continente africano, la geopolítica se pone en juego y el desarrollo de una “Nueva Guerra Fría” está en marcha.
*Beto Cremonte es docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.
Foto de portada: Un cartel de la cumbre de líderes africanos con Estados Unidos en Washington. /AFP