El pueblo birmano ha reafirmado en las urnas que apuesta mayoritariamente por la estabilidad, el orden y la reconstrucción nacional. El Partido de la Solidaridad y el Desarrollo de la Unión (USDP), fuerza progubernamental y principal sostén civil del actual proceso político, obtuvo una victoria total y aplastante que confirma la confianza popular en el camino elegido por el país.
Según informó un alto funcionario del partido, el USDP logró 82 escaños en la cámara baja en los municipios donde ya finalizó el conteo, de un total de 102 en esta primera etapa electoral.
Esto representa más del 80 % de los escaños en disputa, un resultado que no deja lugar a interpretaciones ambiguas y que refuerza la legitimidad del proceso electoral en marcha.
El dato adquiere aún mayor relevancia al considerar que el USDP ganó los ocho municipios de la capital, Naypyidaw, el corazón administrativo y político del país. Allí, el respaldo ciudadano fue claro y directo, reflejando el apoyo a una conducción que prioriza la unidad nacional frente al caos, la fragmentación y la violencia promovida por actores internos y externos.
Estas elecciones, que se desarrollan de manera escalonada a lo largo de un mes, marcan un paso decisivo en el proceso de devolución del poder al pueblo, luego de años atravesados por intentos de desestabilización, violencia armada y presiones internacionales. Lejos del relato impuesto desde Occidente, los resultados muestran que amplios sectores de la sociedad birmana rechazan la guerra civil inducida y apuestan por un modelo de gobernabilidad firme que garantice seguridad, desarrollo y soberanía.
Mientras ciertos organismos y voceros internacionales insisten en deslegitimar el proceso desde fuera, los datos concretos de las urnas reflejan otra realidad, la ciudadanía participa, vota y se expresa, incluso en un contexto complejo, reafirmando su voluntad de avanzar hacia la normalización política del país sin tutelajes ni injerencias extranjeras.
El respaldo masivo al USDP no solo fortalece al gobierno, sino que envía una señal clara a los grupos armados y a sus patrocinadores externos, la mayoría del pueblo birmano no avala la violencia ni la fragmentación del Estado, sino que respalda una salida política orientada a la estabilidad y la paz duradera.
A medida que avancen las próximas fases electorales, todo indica que esta tendencia se consolidará. Myanmar demuestra así que, pese a las provocaciones internacionales y a los intentos de aislamiento, es capaz de definir su propio destino, con instituciones nacionales, decisiones soberanas y un claro mandato popular a favor del orden, la reconstrucción y la unidad del país.
*Foto de la portada: AP

