La designación de la Hermandad Musulmana como organización terrorista ha sido un tema central en la política estadounidense desde el primer mandato de Donald Trump en noviembre de 2015 y su posterior reelección en enero de 2025.
La orden ejecutiva emitida el 24 de noviembre, que designa a la Hermandad Musulmana en Egipto, Jordania y Líbano como organización terrorista, demuestra el fervor con el que se le imponen sanciones y embargos. En medio del debate en torno a esta creciente política estadounidense, este artículo examina los avances legislativos como indicador de la coherencia y la consistencia de dicha política.
Si la orden ejecutiva del presidente Donald Trump se implementa, probablemente exacerbará las crisis políticas y de seguridad en el mundo árabe, por un lado, y reforzará la narrativa del “choque de civilizaciones”, por otro. Dado que tanto el islam político pacífico como el radical son inaceptables para la administración estadounidense, el resultado será una importante escalada de tensiones dentro de los propios Estados árabes y entre los principales movimientos islámicos del mundo árabe y musulmán y Occidente.
La designación del grupo como organización terrorista representa una importante victoria para la corriente conservadora en la política estadounidense, aliada del lobby sionista. Esta corriente ha buscado durante décadas lograr este resultado mediante la presión, la incitación y la vigilancia continua de las actividades de las redes islámicas que operan allí.
Las repercusiones previstas de la orden ejecutiva de Trump incluyen un aumento de la presión y sanciones económicas contra numerosos grupos, entidades e individuos vinculados a la Hermandad Musulmana en estos tres países (los principales países donde el grupo opera). Esto los colocará efectivamente a todos en la misma categoría que grupos como ISIS y al-Qaeda, lo que podría tener un impacto en situaciones regionales e incluso en varios países europeos.
Algunos analistas sugieren que la medida del líder estadounidense, responde a una narrativa de presión en contra del nuevo alcalde de Nueva York, Zohan Mamdani. La derecha MAGA respondió a la victoria de Mamdani con un bombardeo de furia islamófoba. La militante de extrema derecha y fanática del conspiracionismo, Laura Loomer, llegó a pronunciar que el nuevo alcalde es un “musulmán yihadista y tiene vínculos con Irán y la Hermandad Musulmana y puede ser arrestado por cargos de terrorismo”.
Sin embargo, la historicidad de Mamdani comprueba que no posee conexión con los grupos islámicos y nunca ha expresado su apoyo a los mismos. De igual forma, detrás de la construcción del enemigo con relatos islamofóbicos, los seguidores de Trump utilizan este tipo de medidas contra entidades islámicas como operaciones políticas.
