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¿Podría Estados Unidos enfrentar un Yemen ampliado y mejorado en Venezuela?

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein*. –
Durante los últimos días hemos estamos viviendo bajo una fuerte ola de desinformación en cuanto a una probable “invasión” o intervención militar estadounidense contra Venezuela lo cual ha estado aderezado con las contradicciones ya naturales de la retórica del presidente Trump.

Por supuesto, no se puede obviar en el análisis que Venezuela posee la mayor reserva petrolera certificada del planeta y la cuarta de gas, además de ser un importante productor de bauxita, hierro y coltán y tener enormes recursos hídricos, de oxígeno, tierra y biodiversidad, lo cual lo transforma en un país rico que Estados Unidos desearía controlar.

Al estudiar este conflicto en términos geopolíticos, también se debe considerar que los países de América Latina gobernados por fuerzas de izquierda, democráticas y progresistas podrían transformarse en un importante corredor marítimo para China, como alternativa a las rutas tradicionales, sobre todo para intercambiar con el enorme mercado europeo y del sur global que están siendo obstaculizado y bajo fuerte presión por parte de Estados Unidos. 

Las amenazas de Washington contra Venezuela, Colombia y México tienen sustento en la posibilidad de un reordenamiento geopolítico global en el que América Latina y el Caribe podrían jugar un papel trascendente que Estados Unidos quiere evitar a toda costa. El establecimiento en días pasados de una ruta marítima entre China y Venezuela que reducirá el tránsito de mercancías de 70-90 días a unos 20-25 conectando el puerto chino de Tianjin con los puertos venezolanos de La Guaira y Puerto Cabello, apuntan en esa dirección. Esta iniciativa optimizará la logística, reducirá costos, facilitará el comercio y fortalecerá los lazos económicos entre ambos países

En esta medida, si se aúna esta decisión a la inauguración del puerto de Chancay en Perú en el que China hizo la mayor parte de la inversión y es propietaria del 60% de la instalación; la alianza que unió en febrero de este año a la Sociedad Portuaria de Buenaventura en el Pacífico colombiano con la empresa china Cosco Shipping (propietaria también de Chancay), conectando directamente a Colombia con Asia y el acuerdo firmado entre China y Brasil para iniciar los estudios técnicos de un proyecto de ferrocarril bioceánico que conectaría el puerto de Ilhéus en el Atlántico brasilero con Chancay en el Pacífico a fin de agilizar  el transporte de productos sudamericanos a Asia, podremos entender que está en ciernes un cambio radical de la fotografía de América Latina en el mundo generando posibilidades reales para su transformación en un actor geopolítico de primer orden.

Por otra parte, la crisis económica y financiera estadounidense que sigue creciendo como una bola de nieve con una deuda pública que supera los 38 billones de dólares que representan alrededor del 140% de su PIB, lo cual excede ampliamente las capacidades económicas del país, toda vez que su PIB es de alrededor de 26 billones de dólares. Estamos frente a una economía en declive que está siendo amenazada por un colapso en los mercados bursátiles por la caída abrupta de las acciones.

Esta es una de las razones -tal vez la más poderosa- que permite explicar el interés extremo de la actual administración estadounidense en Irán y Venezuela poseedores de enormes reservas de energía. Su actuación contra estos países no se puede ver solamente en términos de un conflicto bilateral. Es también una forma de obstaculizar el avance de China hacía mercados que históricamente han sido considerados bajo égida estadounidense.

Si Estados Unidos lograra domesticar a Irán, habría dado un paso trascendente en su afán de aislar a China de la ruta hacia Europa y de los mercados del Asia Occidental especialmente de los países del Golfo Pérsico. Esto se inscribe en la mirada y la determinación estratégica de Washington de mantener su hegemonía. Lo mismo sucedería con Venezuela  si fuera domada y contenida.

No obstante, en este contexto se manifiesta un riesgo geopolítico subestimado por la potencia norteamericana cual es el que se desprende de la experiencia de la lucha y la resistencia de Yemen en contra de la triple agresión saudita, sionista e imperialista. Si Estados Unidos extrajera un aprendizaje de este conflicto, no debería iniciar una guerra contra Venezuela.

La observación de los acontecimientos dan cuenta de que al iniciar su agresión contra Yemen en 2015, Arabia Saudita y Estados Unidos enfrentaban a un grupo de beduinos en condiciones de extrema debilidad, en un país que pasaba por una situación caracterizada por altos niveles de pobreza y desabastecimiento alimenticio y que no contaba ni con el más mínimo desarrollo tecnológico ni con armamento para enfrentar a países infinitamente superiores en materia militar.

Los planes elaborados, conjeturaban que en un lapso de entre una y tres semanas Yemen sería sometido, y el país, después de rendido, podría ser tomado por Arabia Saudita y Occidente. Así, el estrecho de Bab el Mandeb, el océano Índico y el mar Rojo serían controlados a discreción por estos países .

No obstante, Arabia Saudita y sus aliados se empantanaron hasta la actualidad en un conflicto que ya dura 10 años y que no han podido solucionar. En esas condiciones, ya en 2019 los yemeníes habían logrado desarrollar con éxito un sistema misilístico y de drones avanzados, de largo alcance, obtenidos a partir de la ayuda tecnológica y la experiencia de Irán, aunque en los hechos, fueron científicos y expertos yemeníes los que desarrollaron una tecnología propia que incluye la producción de misiles hipersónicos de diversos niveles y alcances con los que golpearon, por ejemplo, las instalaciones de la refinería de la empresa saudita Aramco considerada la de mayor dimensión en el mundo, demostrando que los sistemas de defensa antiaérea de fabricación estadounidenses y europeos, no lograron proteger ese gigante energético que justo en aquello momentos del año 2019 se había lanzado a las bolsas iniciando un proceso mediante el cual, Aramco se propuso cotizar acciones por primera vez en el mercado de valores nacionales y extranjeros.

En ese contexto, ni siquiera Estados Unidos, con todo su poderío militar pudo proteger a Arabia Saudita, dejándola sola e inerme frente a los cada vez más incesantes ataques misilísticos y de la aviación no tripulada yemení. Años después, cuando se inició por parte de las organizaciones político militares palestinas la operación “Diluvio de Al-Aqsa” en solidaridad con ese pueblo, Yemen bloqueó el ingreso de barcos desde el mar Rojo a Israel y, tras la intervención estadounidense, que incluyó el arribo de una flota naval integrada incluso por portaviones de desplazamiento nuclear, este país pequeño y pobre hizo fracasar la estrategia de las sucesivas administraciones, primero la de Biden y después la de Trump, a pesar de sufrir  más de 1.500 ataques.

Varios informes elaborados por centros de estudios vinculados al Pentágono señalan   que de la guerra naval desarrollada por la armada de Estados Unidos contra Yemen en el Mar Rojo, se pueden sacar múltiples experiencias. Destaca la investigación realizada por el Dr. John T. Kuehn, profesor de la Escuela de Comando y Estado Mayor del Ejército de los Estados Unidos. (CGSC) en Fort Leavenworth, Kansas, que dice que Estados Unidos en el mar Rojo, aprendió que los portaaviones deberían estar lejos del alcance de los misiles y drones yemeníes, concluyendo que ese espacio marítimo ya no era un lugar seguro para los portaaviones y los destructores estadounidenses.

Volviendo a Venezuela. La distancia entre Caracas y Miami en el estado de Florida al sur de Estados Unidos es de aproximadamente 2.200 km. un trayecto similar al que existe entre Saná, capital de Yemen y Tel Aviv, capital de la entidad sionista que ha sido golpeada incesantemente por los misiles y los drones yemeníes.  En la actualidad, no tengo información que me permitan afirmar que Venezuela tenga drones que alcancen el territorio estadounidense.

Pero si Yemen, que no cuenta con recursos naturales diversos y suficientes como Venezuela logró construir en 4 años un vasto sistema de misiles y drones que alcanzan entre 2.500 y 3.000 kilómetros de distancia, Venezuela, con el apoyo de sus aliados, fundamentalmente Irán y Rusia, con sus ricas reservas de recursos minerales y energéticos podría -seguramente-  en menos de un año, tener un sistema de misiles y drones similares incluso más desarrollados que los de Yemen, garantizando de esa manera su autodefensa y una disuasión efectiva ante cualquier intento de ataque extranjero. Las experiencias yemení e iraní están a disposición de Venezuela por relaciones inquebrantables de amistad y solidaridad. También la de la República Popular Democrática de Corea, otro país que ha garantizado su seguridad y autodefensa a través de la disuasión que significa poseer un armamento con capacidad de golpear las bases militares de Estados Unidos en Corea y Japón.

Sería un error estratégico del Presidente Trump dejarse llevar a un conflicto que vulneraría la seguridad de Estados Unidos impulsado por la fracción neoconservadora de su gobierno, dirigida hoy por Marco Rubio que pretende llevar a Washington a una nueva guerra fría ideológica asumiéndose como adalid de la lucha contra el “comunismo internacional” en el siglo XXI, encarnado en el partido comunista de China y sus aliados.  

Una simple observación arroja esta realidad. Es seguro que la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, en particular las agencias vinculadas al Pentágono también lo están viendo, incluso con una cantidad mayor de datos y detalles analíticos que permiten determinar los riesgos que podría significar la aventura militar a la que Marco Rubio y los neoconservadores quieren llevar a Estados Unidos

Una invasión u ocupación militar entendidas estas como el desembarco de contingentes militares de dimensiones superiores a una división es muy difícil, casi imposible en la actualidad. Gaza con 300 km² y 2.5 millones de habitantes ha resistido más de 2 años frente a Israel, Estados Unidos y todo el Occidente colectivo que no han logrado derrotar y destruir la resistencia armada palestina.

Venezuela no es Gaza, tampoco es Siria. Frente a una agresión militar estadounidense, Venezuela con su superficie de casi un millón de km², su población de 30 millones de habitantes, sus riquezas, su historia y su grandeza, con un liderazgo consolidado, una unidad sólida entre pueblo, gobierno y Fuerza Armada que se encuentra desplegada y lista para combatir en todo el territorio nacional y con una voluntad de luchar y vencer, se transformaría en una versión de Yemen muchísimo más ampliada y mejorada. Los decisores deberán tomar nota al respecto.

Sergio Rodríguez Gelfenstein*. Analista internacional. Exdirector de Relaciones Internacionales de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela.

Este artículo ha sido publicado en sergioro07.blogspot.com

Foto de portada: defonline.com.ar/

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