La expresión más reciente, y posiblemente la más crucial, de esta conciencia global es el Tribunal de Gaza . Su sesión final concluyó en Estambul el domingo 26 de octubre.
El Tribunal, puesto en marcha en Londres en noviembre de 2024 y diseñado conscientemente a imagen y semejanza del histórico Tribunal Russell, tiene la misión de activar a la sociedad civil mundial y proporcionar un “registro popular” exhaustivo mediante la documentación rigurosa de los crímenes israelíes contra el pueblo palestino.
Sus actividades incluyeron audiencias previas en Sarajevo y la consolidación de las conclusiones de tres salas temáticas : Derecho Internacional; Relaciones Internacionales y Orden Mundial; e Historia, Ética y Filosofía. La sesión de Estambul culminó con un Jurado de Conciencia que emitió un contundente veredicto moral acusando a Israel de violencia exterminadora sistemática.
Estos tribunales liderados por la sociedad civil se crean específicamente para llenar el vacío ético y legal generado por la incapacidad del sistema internacional para afrontar los crímenes de guerra cometidos por estados poderosos que, al parecer, son prácticamente inmunes a la rendición de cuentas.
En el caso de Palestina, estas iniciativas son particularmente cruciales. Contribuyen a una acusación bien documentada de los crímenes de guerra israelíes y de quienes los facilitan mediante financiación directa, suministro de armas o el bloqueo de cualquier acción punitiva en las instituciones internacionales.
Aunque existen mecanismos a través del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU), la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y la Corte Penal Internacional (CPI), el gobierno de Estados Unidos y otros aliados de Israel han logrado sistemáticamente bloquear , o en el mejor de los casos obstruir, las vías legales que podrían haber detenido la guerra de exterminio contra los palestinos.
El Tribunal de Gaza se convierte así en una plataforma necesaria para emitir juicios fundamentados y basados en pruebas, los mismos juicios que debería haber adoptado la CIJ y aplicado el Consejo de Seguridad de la ONU. Quienes impulsan estas iniciativas son expertos en derecho internacional con amplia experiencia, académicos y reconocidos activistas por la justicia. Entre ellos figuran personalidades como el Dr. Richard Falk, ex Relator Especial de la ONU para Palestina y profesor emérito de derecho internacional en la Universidad de Princeton, quien presidió el Tribunal.
En su declaración de “Conclusiones Finales y Juicio Moral” , el panel de jueces condenó el genocidio israelí, haciendo referencia a su “naturaleza integral”, su “deshumanización del pueblo” y su “carácter sádico”.
Entre otros crímenes investigados, los jueces acusaron y condenaron a Israel por los crímenes de inanición y hambruna, domicidio (la destrucción deliberada de hogares y refugios), ecocidio (la destrucción sistemática del medio ambiente y los ecosistemas), reprocidio (la destrucción de las condiciones para la procreación y la reproducción) y escolasticidio (la destrucción sistemática de las instalaciones educativas, el personal y la memoria colectiva de un pueblo).
Los jueces también condenaron el asesinato de periodistas, precisamente aquellos que intentaban documentar y denunciar el genocidio, junto con sus familias. «Silenciar a estos periodistas es fundamental para encubrir el genocidio, y se ha asesinado a más periodistas que en ningún otro conflicto», rezaba contundentemente la declaración final.
La declaración condenó además el uso generalizado por parte de Israel de la tortura, la violencia sexual, las desapariciones forzadas y la violencia de género en los centros de detención, entre otros muchos crímenes atroces.
Fundamentalmente, el veredicto final atribuyó responsabilidad directa a actores poderosos. El Tribunal determinó que “los gobiernos occidentales, en particular Estados Unidos y otros”, fueron cómplices del genocidio israelí y, en algunos casos, colaboraron activamente con él.
El alcance de la complicidad y la colusión no se limitó a los actores estatales. Se extendió a los medios de comunicación e instituciones académicas que, según el Tribunal, justifican activamente los crímenes israelíes, silencian la voz palestina y condenan sistemáticamente a todos los palestinos, una postura totalmente coherente con la propia narrativa de Israel.
La contundente acusación contra Israel no es meramente simbólica. Su valor práctico, sin embargo, depende enteramente de nuestra capacidad colectiva para aprovechar sus conclusiones. Debemos utilizar esta evidencia para impulsar las numerosas causas judiciales interpuestas contra líderes, oficiales militares y soldados israelíes.
Los ingentes archivos, los testimonios de las víctimas, los análisis de expertos y los relatos de testigos presenciales constituyen un tesoro para aquellos comprometidos con el castigo de los criminales de guerra israelíes por uno de los peores crímenes cometidos contra la población civil en la historia moderna.
Es fundamental reconocer que gran parte de los procesos judiciales en curso relacionados con Gaza —ante la CIJ, la CPI y diversos tribunales nacionales— han sido impulsados y sostenidos por la sociedad civil. Estos esfuerzos están liderados por grupos de derechos humanos, organizaciones de investigación jurídica y activistas por la justicia.
Por lo tanto, el Tribunal de Gaza no es un punto final, sino un paso fundamental en el camino hacia la justicia y la rendición de cuentas. Se ha basado conscientemente en el trabajo de iniciativas anteriores y ahora constituye un pilar fundamental e indispensable para la acción futura.
A diferencia del juicio divino, la justicia humana no está garantizada ni es inevitable; es un proceso arduo. Su consecución depende enteramente de la determinación de quienes luchan por ella y aspiran a alcanzarla.
Los Amigos de Palestina, en todo el mundo, mantienen firme su resolución de acabar de una vez por todas con la impunidad israelí. El Tribunal de Gaza es una poderosa herramienta en su arsenal. Su éxito depende de nuestra fe inquebrantable en el proceso y de nuestra férrea determinación de llevarlo hasta el final.
*Ramzy Baroud, periodista, autor y editor de The Palestine Chronicle. Es autor de seis libros. Su próximo libro, ” Antes del Diluvio “, será publicado por Seven Stories Press. Entre sus otros libros se incluyen “Nuestra Visión para la Liberación”, “Mi Padre fue un Luchador por la Libertad” y “La Última Tierra”. Baroud es investigador principal no residente del Centro para el Islam y Asuntos Globales (CIGA). Su sitio web es www.ramzybaroud.net
Artículo publicado originalmente en ZNetwork.
Foto de portada: Anadolu Anjasi
